Mons. Adinolfi era pro-secretario de la congregación para los Obispos y Religiosos, cuando el padre de Mazenod llega a Roma a finales de noviembre de 1825. Casi inmediatamente, fue sustituido por Mons. Marchetti, nombrado entonces secretario de esta congregación.

El Papa recibe al Fundador el 20 de diciembre y le da la dirección de Mons. Adinolfi diciéndole: “Vaya donde el señor Arcipreste de mi parte y dígale que me haga su informe el viernes [23], que es el día de su audiencia.” El padre de Mazenod entrega el manuscrito de la Regla a Adinolfi el 21 y va a verlo nuevamente el 24. Éste ya informó al Papa y propuso no aprobar la Regla, sino simplemente alabarla, según la costumbre de la congregación para los Obispos y Religiosos.

Más adelante, el padre de Mazenod se entrevista, principalmente, con el nuevo secretario, Mons. Marchetti, favorable a la aprobación, pero ve aún tres veces a Mons. Adinolfi y le escribe dos cartas. Lo encuentra en la calle, el 20 de febrero y escribe en su diario: “Me expresó su gran sorpresa por el éxito de nuestro asunto. Nunca se ha visto nada semejante, dijo, fue el Papa quien quiso que se expidiera la breve carta pontificia de aprobación; él mismo dictó varias cosas que quería que se insertaran, etc. En fin, este arcipreste, subsecretario de la congregación, no cambiaba. Concluí, por su actitud y su sorpresa, que si la cosa hubiera dependido de él, no tendríamos motivos para estar tan contentos.” (Escritos oblatos I, t. 17, p. 112).

Con ocasión de su viaje a Roma en 1833 por el asunto de Icosie, Mons. de Mazenod encontró varias veces a Mons. Adinolfi y le habló de su proyecto para fundar un seminario para las cinco diócesis sufragáneas de Roma. Escribe al padre Tempier, el 13 de septiembre: “Usted sabe cuan experto es en la materia.” (Escritos oblatos I, t. 8, p. 91).

Yvon Beaudoin, o.m.i.