1. Antes de la fundación de los Oblatos
  2. Fundación de los Oblatos
  3. Vida de la primera comunidad
  4. Primera expulsión, 1880
  5. Segunda expulsión, 1903
  6. El regreso
  7. Vida de la comunidad
  8. La prueba de la guerra 1939-1945
  9. Vuelta a la vida normal
  10. Hacia el futuro

La casa donde fue fundada la Congregación siguió siendo un centro de peregrinación para los Oblatos del mundo entero. Su historia, tranquila en algunos tiempos y animada en otros, es característica de lo que vivieron las comunidades de Francia.

Antes de la fundación de los Oblatos

Esta casa era, desde 1628, la residencia de las Carmelitas, pero es solamente con la construcción de la iglesia (1695-1701) que el edificio tomó la forma que tiene ahora, un conjunto de cuatro alas formando un cuadrado que rodea a un patio interior. Las Carmelitas, por entonces, eran unas dieciocho, cuando fueron expulsadas por la Revolución en 1792. Tanto su convento como los muebles fueron vendidos como bienes nacionales a particulares de la ciudad de Aix. La iglesia contigua al monasterio es la obra del arquitecto Thomas Verrier, discípulo y sobrino de Pierre Puget. Está construida en forma de cruz griega, coronada por una cúpula oval. La adornaban estucos y cuadros, un baldaquín cubría el altar. Estos elementos de estilo barroco desaparecieron a raíz de las distintas restauraciones que sufrió el edificio. Después de la expulsión de las Carmelitas, la iglesia, durante algunos años, se transformó en templo de la Razón y, a continuación, fue abandonada. Por eso Eugenio de Mazenod puede escribir a su amigo Charles de Forbin-Janson, el 23 de octubre de 1815: “el tejado está en ruinas…, dentro llueve como en la calle”, pero tiene la intención de restaurarla: “¿No es mejor que el oficio divino se realice allí, que verla sirviendo como albergue de todos los saltimbanquis que pasan por ahí y de cuartel a los soldados de toda nación?”

Fundación de los Oblatos

La historia de la casa de Aix se confunde, durante sus primeros años, con la historia de la congregación. Esto se dice en todas las biografías de Eugenio de Mazenod y en los libros que hablan de la fundación. El relato más detallado es el del padre Pielorz: “Nuevas investigaciones sobre la fundación de nuestra Congregación”, en Missions O.M.I., 83 (1956), p. 210-248.

El padre de Mazenod proyectaba agrupar al equipo de misioneros que quería fundar, en el convento de Mínimas, cerca de lo que se llama el Enclos, casa de campo de su familia, donde se quedaba de vez en cuando. Pero las Hermanas del Santísimo Sacramento fueron más rápidas que él, para comprar este convento de Mínimas y fue necesario buscar en otra parte. Fue en 1815 que adquirió una parte del antiguo convento de las Carmelitas. Tres alas de esta casa estaban ocupadas por un internado para señoritas, dirigido por la señora Gontier. El ala occidental era propiedad de otro particular y el padre de Mazenod jamás la compró. (Más adelante, en dos oportunidades, en 1878 y en 1942, se pensó en adquirir el edificio en su totalidad, pero las gestiones no tuvieron éxito).

A partir del 21 de noviembre de 1815, la congregación de la Juventud, fundada por el padre de Mazenod, utilizó el coro de las Carmelitas apenas restaurado, gracias a una suscripción voluntaria de los muchachos de la congregación. Y, cuando los Misioneros de Provenza se reunieron el 25 de enero de 1816, sólo tenían a su disposición esta capilla interior y dos habitaciones en lo alto de la escalera que da sobre la calle (véase LEFLON II, p. 47). El 13 de mayo de 1816, la señora Gontier renuncia a mantener su internado y los Oblatos pudieron utilizar el conjunto del edificio que les pertenece. Hasta su salida para Marsella en 1823, el padre de Mazenod ocupará una habitación en el primer piso. Tras la reparación, la iglesia se abrió al culto el 7 de abril de 1816, domingo de Ramos.

Vida de la primera comunidad

La primera comunidad es una comunidad misionera. Ya el 11 de febrero 1816, a menos de tres semanas de la fundación, cuatro Oblatos predican su primera misión en Grans, hasta el 17 de marzo. Desde entonces, otras misiones se harán regularmente. Las dos grandes misiones de Marseille y Aix, en 1820, merecen una mención especial. Se predicaron junto a los Misioneros de Francia, de los que formaba parte el padre Forbin-Janson, amigo del padre de Mazenod. Los Oblatos habían pedido ser destinados a las parroquias más populares, donde predicaban en provenzal (LEFLON II, p. 119, nº 3). A pesar de algunas dificultades momentáneas, las misiones parroquiales seguirán siendo el principal apostolado de los Oblatos establecidos en Aix. Los padres predicaban también en otras circunstancias y, en alguna ocasión, ayudan al clero de la ciudad en el ministerio parroquial.

Las obras son múltiples en favor de los pobres. La congregación de la Juventud sigue sus actividades durante algún tiempo. Los padres aseguran la capellanía en los hospitales y las prisiones. Se anota, por ejemplo, que en 1827 se nombra al padre Daniel André capellán de los hospicios, de los cuarteles y cárceles. El ministerio de las prisiones será asumido por los Oblatos hasta la expulsión de 1903, estando incluido en él, que uno o dos Oblatos acompañen a los condenados hasta el cadalso. Ellos afirman, quieren ser en esta circunstancia, testigos de la misericordia de Dios (véase BAGARRY, Paul, Notice historique sur l´oeuvre des prisions. Aix, 1908).

El 2 de agosto de 1841, la Conferencia de San Vicente de Paul, establecida ese año en Aix, recibe la hospitalidad de los Oblatos, que ponen a su disposición la capilla interior y una sala para sus reuniones. La Conferencia tendrá su centro en nuestra casa hasta la expulsión de 1903. Ella regresará después de la vuelta de los Oblatos.

Los Oblatos toman parte activa en las múltiples obras de esta Conferencia: ayuda a las familias pobres, reagrupación de los Pequeños Saboyanos, catecismo a los niños pobres, acogida a los militares. Dos Oblatos, especialmente, se destacaron por su dedicación a los pobres, el padre Daniel André y el padre Hipollyte Courtès, superior de la casa durante más de cuarenta años. El padre André tuvo ocasión de demostrar plenamente su caridad cuando sobrevino la epidemia de cólera en 1835. Durante más de un mes, se puso al servicio de los enfermos y moribundos, casi día y noche, con un equipo de laicos que había agrupado en una taberna de la ciudad, donde él mismo pasaba algunas horas de descanso sobre un banco.

La iglesia atendida por los Oblatos, llamada “iglesia de la Misión” por la gente de Aix, se transformó rápidamente en un centro de oración. Durante la misión de Grans, el padre Henri Tempier permaneció en Aix con el fin de animar la oración que se hacía cada noche. Los Oblatos de Aix fueron los apóstoles de la devoción al Sagrado Corazón. El padre de Mazenod creó una congregación del Sagrado Corazón, el 29 de diciembre de 1819 y redactará un folleto, titulado: Exercice à l´honneur du Sacré-Coeur se fair par les agregues tous les premiers vendredis de chaque mois para lo cual obtiene el imprimátur, el 24 de mayo de 1822. Se conserva un ejemplar en la casa de Aix.

Los cristianos de Aix y los alrededores están seguros de encontrar siempre un Oblato a su disposición, para oírlos en confesión. Este ministerio se desarrollará y permanecerá hasta hoy como una de las grandes labores de la comunidad. Lo que dice el padre Rambert en un informe de 1866 es muy cierto: “Nuestra capilla, situada en la mejor ubicación de la ciudad y en todo momento muy frecuentada, exige un servicio diario y continuo…” (Missions O.M.I., 5 (1866), p. 582).

Primera expulsión, 1880

Durante los años que siguieron a la guerra de 1870-1871, sobre todo después del fracaso de Mac-Mahon y la llegada al poder del partido republicano, en 1877, hubo varias manifestaciones anticlericales que los Oblatos debieron sufrir: desórdenes durante las ceremonias, protestas durante los sermones. Ya el 23 de enero de 1873, se había fundado una “asociación católica para el mantenimiento y la defensa de la fe”, lo que manifestaba una voluntad firme de reaccionar. Fue en vano. El gran golpe se da en 1880, cuando los religiosos son expulsados de Francia; para los Oblatos, eso tuvo lugar el 20 de octubre. Sólo se autoriza a los padres Jean Garnier y Èmile Lamblin a cuidar el edificio. Los demás debían dispersarse, con prohibición de agruparse en comunidad. Sólo se encontraban cinco Oblatos presentes, los otros tres estaban en misión. La iglesia fue cerrada y sellada (véase Missions O.M.I., 18 (1880), p. 317-320, acerca de los preparativos para las expulsiones y Missions, 19.(1881), p. 41-49, para el relato de la expulsión).

Para que no todos los Oblatos fueran obligados a dejar la ciudad, Mons. Fourcade, arzobispo de Aix, confía a tres de ellos el servicio de N.-D. de la Seds; residen en Enclos muy cerca de allí. Se llevan el altar, al pie del cual los padres de Mazenod y Tempier habían pronunciado sus votos el 11 de abril de 1816 y la estatua de la Virgen bendita el 15 de agosto de 1822.

Esta prueba no hizo perder valor a los Oblatos. A partir del 15 de julio, se nombra al padre Célestin Augier superior de la comunidad y el padre Jean Françon puede venir a Aix el 15 de septiembre siguiente. Sin ninguna autorización, los padres volvieron progresivamente y no fueron molestados.

La predicación de las misiones parroquiales se reanudó y parece que la situación difícil estimula el celo de los Oblatos y multiplica las solicitudes de las parroquias. En el capítulo de 1887, el informe sobre Aix dice: “Se abrió, cada vez más, ante su celo el extenso campo de las misiones y retiros.”

La iglesia permanece sellada, pero la gente entra por el convento, sin embargo el servicio litúrgico y la vida de la comunidad reanudan su curso normal, aunque en la clandestinidad, incluidas las obras en favor de los pobres, de las que se habló más arriba. Varias veces los informes del superior o del provincial repiten la palabra de Pablo: “Verbum Dei non est alligatum” (la palabra de Dios no está encadenada, 2 Tim 2, 9). Se devuelve a la capilla interior el altar de los votos y el padre Joseph Fabre, superior general, hace elaborar un zócalo de mármol para la estatua del Virgen que, también, se colocará en la capilla interior. (Este zócalo se encuentra actualmente en el jardín de la casa general como apoyo de la estatua de la Inmaculada). Como lo observa Daniel-Rops en Un combat pour Dieu (p. 162), después de haber evocado la expulsión de los religiosos en 1880, “era evidente que los republicanos, divididos, no pretendían llevar hasta el final su ofensiva y que a los religiosos expulsados, incluso los Jesuitas, no se les impediría, de una manera encarnizada, permanecer clandestinamente en Francia.”

Segunda expulsión, 1903

La aplicación de la ley de expulsión es, esta vez, más dura, ya que el anticlericalismo se volvió más virulento y conduciría a la ley de separación de la Iglesia y del Estado, votada en julio de 1905 bajo la presión del ministro Combes. El comisario principal se presenta el 9 de abril de 1903 para hacer el inventario. Viene a las 5.15 de la mañana, para evitar las manifestaciones populares en favor de los Oblatos. Sólo el 7 de mayo la expulsión se hace efectiva. Se tuvo tiempo de enviar a Roma el altar de los votos y la estatua del Virgen, con su zócalo. Se vacía la casa y se vende todo en subastas.

De acuerdo con las directivas dadas por Mons. Augustin Dontenwill, superior general y confirmadas mediante el Capítulo general de 1908, los Oblatos de Aix, dispersos, permanecen vinculados los unos a los otros. Se tiene prueba de ello en el cuaderno de misas comenzado en 1907, que se guarda en los archivos de la comunidad y que pone de manifiesto que los padres daban cuenta regularmente al superior. En 1909, se envía al padre Théophile Odoul, a la calle Cardenal Nº 30, a algunos centenares de metros de nuestro convento, donde se establece como simple particular con el hermano Joseph Ohl. Ejerce las funciones de sacerdote asistente, en la cercana parroquia de Saint-Jean de Malte, asegurando así la presencia oblata en la ciudad de Aix.

Predica también, en las parroquias, retiros de seis días o sermones de circunstancia.

El regreso

Cuando se declaró la guerra en 1914, todos los Oblatos en edad de llevar las armas, fueron movilizados, como todos los franceses y responden al llamado, ya sea que se encontraran dispersos en Francia o como inmigrantes en otros países. Después de la guerra, todos los religiosos deciden permanecer en Francia y se niegan a someterse a las leyes de expulsión.

Los Oblatos de Aix se agrupan en el nº 30 de la calle Cardenal, el 8 de agosto de 1921 y preparan su vuelta definitiva a la primera comunidad. El 14 de septiembre de 1921, después de algunos trabajos de reparación, se sirven su primer almuerzo en la casa y celebran la misa el día siguiente en la capilla interior. La iglesia de la Misión, sellada desde 1880, es devuelta al culto público el 11 de julio de 1922, en una ceremonia solemne presidida por el arzobispo de Aix.
La situación legal de la comunidad se regularizó algunos años más tarde, gracias a la intervención de una familia cristiana. He aquí cómo se logró: pudo clasificarse la casa de los Oblatos, no como bien religioso, sino como propiedad particular de la familia de Boisgelin, recibida en herencia de Mons. de Mazenod. Para eso, se presentó el título de propiedad de Mons. de Mazenod. Un cristiano de Marsella, el señor Léon Bergasse, la compró en varios lotes en 1905 y 1908. Las escrituras de venta se registraron en París y el tribunal civil del Sena reconoció su validez. El señor Bergasse compró también la iglesia, en virtud de un acta de remates elaborada por el subprefecto de Aix, el 28 de mayo de 1912, y transcrita el 12 de junio siguiente (vol. 1829, nº 105). Por testamento, el señor Léon Bergasse instituía a su hermano Paul su heredero universal. Éste establece, el 2 de mayo de 1931, una sociedad anónima para administrar los bienes de los Oblatos y aportó al capital de la sociedad, lo que había recibido de su hermano, es decir, el convento de los Oblatos y la iglesia de la Misión. Por ello legalmente los Oblatos recuperaron sus bienes (véase el estudio del maestro Lombard, notario en Aix, BA 24021 y el depósito 1233 en la Oficina de hipotecas de Aix).

Vida de la comunidad

La comunidad reanuda su marcha normal. Cuenta entonces con diez Oblatos, entre los que hay tres hermanos y tres padres retirados. Estos últimos garantizan el servicio de misas y oraciones en la iglesia de la Misión y en el ministerio de las confesiones, que es siempre muy abundante como lo demuestra la reflexión del cardenal Rodrigue Villeneuve, o.m.i., de paso en Aix, 21 de junio de 1939, que “tuvo la impresión de una misión permanente. Lo que es muy cierto, al menos, para las confesiones que son incesantes” (Codex).

El ministerio más importante siguió siendo el de las misiones parroquiales. Las actas del Codex de la casa mencionan los nuevos problemas que los misioneros deben enfrentar: la Acción francesa y sobre todo “el mundo obrero ganaría mucho con ser considerado, educado y seguido más de cerca”. Se puede vincular a esta preocupación la adquisición de los informes de las Semanas sociales de Francia hecha por la comunidad y las reuniones de grupos de Acción católica celebradas en la casa. Con la adaptación a los problemas nuevos, los ministerios de la Comunidad son los mismos en los que estaba comprometida antes de las expulsiones.

En 1939 la comunidad adquiere, por algunos años, una casa de campo en el Tubet, en los suburbios de Aix, donde reside el padre Benjamín Salel, con algunos hermanos que mantienen el huerto para el sustento de la comunidad. Esta residencia verá nacer la congregación de las Hermanitas de Jesús, de las que el padre Salel será, por algún tiempo, capellán.

La prueba de la guerra 1939-1945

Varios Oblatos fueron movilizados. A pesar de la partida de los más vigorosos, los que permanecen siguen con la predicación. No se habla ya de misiones sino de retiros, retiros parroquiales, retiros en las casas religiosas y sermones de circunstancia. El servicio de la iglesia sigue también. Se organizan oraciones por la paz, ceremonias especiales para distintos grupos de soldados. La casa de Aix es un centro de concentración para los Oblatos movilizados que vienen con permiso, como también para otros sacerdotes; incluso, alberga a un judío que intenta escapar de la persecución.

Como las otras comunidades, la de Aix sufre las restricciones de alimentos, “el hambre está a nuestras puertas si la guerra se prolonga” (Codex). Debido a la partida de muchos sacerdotes para la guerra, los Oblatos comienzan a dedicarse al ministerio parroquial en la diócesis de Aix.

El 20 de agosto de 1944, los ejércitos se enfrentan en las calles de la ciudad. Un obús hiere al hermano Jean Baptiste Becker, que morirá cinco días más tarde. El 27 de agosto, la ciudad de Aix hace una peregrinación a N-.D. de la Seds para realizar una ceremonia de acción de gracias por el final de las hostilidades. La estatua de N.-D. de Bolonia, que recorre Francia después de la liberación, pasó por distintas iglesias de la ciudad. El padre Luis Devineau o.m.i. animaba este movimiento de piedad hacia Nuestra Señora.

Vuelta a la vida normal

A principios del año 1945, hay trece padres presentes y tres hermanos. Cuatro padres encargados de parroquias dependen de la comunidad, un padre está aún prisionero y el provincial reside en Aix. Las misiones se reanudan, sólo que más breves, duran de diez a quince días. Progresivamente, el aspecto de la comunidad se transforma. Está formada, en su mayoría, por padres de edad avanzada, sin embargo algunos de ellos se unen a Oblatos de otras comunidades, para la predicación de las misiones. A su vez, para la misión general de Aix, en noviembre de 1959, los predicadores Oblatos vienen de otras comunidades.

El tener padres de una edad promedio avanzada, no significa la inacción. La casa sigue acogiendo las Conferencias de San Vicente de Paul, a distintos grupos de Acción católica y a grupos de estudiantes. El padre Robert Huot crea un equipo misionero. En la iglesia, el servicio está asegurado regularmente para las misas, la predicación, los ejercicios de piedad: mes de María, mes del Rosario, adoración del Santísimo Sacramento. El ministerio de confesiones es siempre intenso. Algunos padres son capellanes en comunidades religiosas y dan conferencias espirituales a las hermanas, así como retiros. Los padres prestan un importante servicio a algunas parroquias en la ciudad. La comunidad sigue siendo misionera y luminosa en la medida de sus medios.

Entre los acontecimientos destacados de este período, se puede indicar lo siguiente. El 16 de marzo de 1949, “el padre Edmond Servel, tesorero general, saca una piedra de la iglesia para llevarla a Roma, será la primera piedra del monumento de la casa general que se construirá” (Codex). En 1961, del 30 de abril al 14 de mayo hubo manifestaciones en honor a nuestro Fundador para celebrar el centenario de su muerte; en 1975, del 7 al 12 de octubre, para la preparación de la beatificación; en 1982, del 9 al 16 de mayo, para el bicentenario de su nacimiento. Para cada una de estas celebraciones, hubo eucaristías solemnes y ceremonias de oración en la iglesia de la Misión y en otras iglesias de la ciudad, conferencias sobre la actividad de Mons. de Mazenod dictadas por profesores de las universidades de Aix y París. El Superior general estaba presente: el padre Léo Deschâtelets, en 1961, y el padre Fernand Jetté, las dos veces siguientes. Varios obispos misioneros y un buen número de Oblatos participaron en estas fiestas y algunos de ellos eran acompañados por numerosos grupos de peregrinos.

De 1983 a 1985, se emprendieron trabajos de reparación de la iglesia y adaptación del coro bajo la dirección del arquitecto Philippe Kaeppelin. Una estatua del bienaventurado Eugenio de Mazenod, en madera de roble, obra del escultor Dominique Kaeppelin, fue bendecida el 20 de mayo de 1984 y colocada sobre su pedestal el día siguiente.

Hacia el futuro

Porque su casa se sitúa en la mejor posición de la ciudad, como lo decía el padre Rambert, citado más arriba, la comunidad oblata de Aix se sabe destinada por Dios a abrirse a las expectativas de la ciudad tal como es hoy, una ciudad universitaria, con más de treinta mil estudiantes, muchos jóvenes en los liceos y colegios y una ciudad en expansión. La comunidad de Aix tiene otra responsabilidad, la de acoger a los Oblatos que desean rezar y reponer fuerzas en el lugar donde nuestra familia religiosa tuvo su principio. Fue, justamente, para hacer posible que la casa recibiera a asistentes a sesiones de estudio y de oración, que se emprendieron algunos trabajos de acondicionamiento. Es en este doble servicio oblato, local e internacional, que la comunidad de Aix espera expandirse y mantener así la vitalidad que le inspiró nuestro bienaventurado Fundador.

Rene Motte, o.m.i.