1. Gestiones ante la Congregación para la Propagación de la fe 1832-1833
  2. Peticiones para la fundación de una diócesis en Argel en 1837-1838
  3. Viaje a Argelia (del 22 de octubre al 13 de noviembre de 1842)
  4. Los Oblatos de María Inmaculada en Argelia en 1849-1850

El 9 de julio de 1830 llega a Marseille la noticia de la toma de Argel por el ejército francés, que quiere poner fin a la piratería que amenazaba el tráfico marítimo del mediterráneo y al litigio comercial entre el rey de Argel y Francia.

El padre de Mazenod y los Oblatos, de acuerdo con la opinión francesa y, sobre todo, marsellesa, reaccionan favorablemente a este acontecimiento. Ya el 27 de abril de 1830, Eugenio de Mazenod, en nombre de su tío Fortuné, había publicado una carta pastoral, en la cual pedía “oraciones públicas por el éxito de la guerra de África”. Decía, entre otras cosas: “Nos felicitamos de ver a varios de nuestros sacerdotes […] solicitar el favor de ser los primeros en llevar allí el conocimiento de Jesucristo, para formar una cristiandad que ellos desean fervientemente fecundar con su sudor y su sangre.”

El 9 de julio, Mons. Fortuné de Mazenod escribió a los párrocos, pidiéndoles que repicaran las campanas de las iglesias y publica un carta pastoral en que pide un Te Deum de acción de gracias. El 11 de julio, escribe al príncipe de Croy, arzobispo de Rouen y capellán mayor del rey, para decirle que “la feliz noticia de la toma de Argel llevó a los corazones de todos los misioneros de mi diócesis [los Oblatos], el deseo ardiente de ir a regar con su sudor esta tierra inculta”. Escribe al día siguiente, en relación al mismo tema, al príncipe de Polignac, presidente del consejo de ministros.

El padre Eugenio de Mazenod, entonces enfermo, va en camino a Suiza, donde debe descansar. Se entera de la noticia el 13 de julio y, desde Grenoble, escribe al padre Tempier: “Estaba loco de alegría. Admiro la prontitud de las Resoluciones de nuestro muy querido obispo”. Algunos Oblatos, entre ellos, los padres Tempier y Honorat, así como el escolástico Pascal Ricard, escriben al Fundador y desean formar parte “del primer grupo de ultramar”.

Después de algunos días, el Fundador actúa con prudencia y calma el fervor apostólico de esos Oblatos. El 26 de julio dice que “asustado” por el reducido número de personas y, el 2 de agosto, se entera que el rey Charles X fue derrocado por la Revolución del 27-29 de julio. Louis-Philippe, proclamado rey el 7 de agosto, se rodea de un gobierno, en un comienzo, muy anticlerical. El padre de Mazenod deja entonces, por un tiempo, de hablar de Argelia, pero mantiene su interés por enviar misioneros y por el futuro de la Iglesia en este país.

Gestiones ante la Congregación para la Propagación de la fe 1832-1833

La Revolución de julio de 1830 puso fin a las misiones parroquiales. Los Oblatos sufren a causa de ello. En el Capítulo general de 1831, se adopta por unanimidad una moción que formula votos “para que algunos de los nuestros sean enviados a misiones en el extranjero”. El Superior general trata, sin éxito, de enviar Oblatos a los Estados sardos, luego a Roma y, nuevamente, a Argelia, en 1832 y 1833. Escribe a este respecto al cardenal de Rohan, en Roma, a comienzos de1832, hace intervenir al padre Tempier y se reúne con el Prefecto de la Propaganda cuando es nombrado obispo de Icosie y debe hacer dos viajes en Roma, en 1832 y en 1833. Se alaba su celo, pero se le responde, en primer lugar en 1832, que “dos santos sacerdotes acaban de ser enviados allí y ya partieron”; luego, en 1833, sabiendo que Louis-Philippe está descontento con el nombramiento del obispo de Icosie, hecho a espaldas del gobierno, se responde a la Propaganda que se teme que el gobierno no autorice los servicios de una congregación que no está aprobada en Francia. El Papa da entonces preferencia a los Lazaristas.

Peticiones para la fundación de una diócesis en Argel en 1837-1838

De 1834 a 1838, Mons. de Mazenod se interesa permanentemente por Argelia, menos, entonces, por la conversión de los musulmanes que para garantizar una ayuda espiritual a los colonos católicos y a los soldados, dejados prácticamente sin capellanes después de la Revolución de julio. Se sabe que, en 1838, hay en Argelia 60.000 soldados y 25.000 colonos, entre los cuales los Marselleses eran muy numerosos.

En 1837, Mons. de Mazenod habla de Argelia y sus necesidades religiosas, con el general Denys de Damrémont nombrado gobernador general, y con el rey Louis-Philippe, con quien se entrevista en París el 8 de diciembre. Le dice, entre otras cosas, que “si quería conservar la colonia, para hacer prosperar la religión y lograr con su santa influencia todas las ventajas que se deben esperar de ella , el único medio posible es establecer un obispo en Argel y formar allí, en primer lugar una diócesis y, más tarde, otras más a semejanza de las de Francia. El rey (…) apreció mucho mis ideas “, escribe el obispo en su diario ese día. El 25 de agosto de 1838, Mons. A. A. Dupuch, en efecto, fue nombrado obispo de Argel.

Viaje a Argelia (del 22 de octubre al 13 de noviembre de 1842)

En 1842, se presenta una ocasión para Mons. de Mazenod de ir a Argelia. Mons. Dupuch lo invita junto a otros obispos al traslado de una reliquia de San Agustín, conservada en Pavía y llevada a Argel. Con gran gusto e interés el obispo de Marseille hace este viaje fuera de Europa y de la cristiandad. Se acompaña del padre Tempier y del canónigo Jeancard. A la vuelta, anota sus recuerdos en su diario en páginas llenas de humor y espontaneidad (véase Écrits Oblats I, t. 21).

Visita Bône, Hipona, Draria, Blida, Boufarik y Argel. De acuerdo a sus reflexiones, se ve que es favorable a la colonización del país, juzga severamente al Islam y cree en la posibilidad de hacer conversiones y devolver a la Iglesia una población antiguamente cristiana. El 22 de julio de 1844, escribe de nuevo al cura de Mascara para animarlo a ocuparse de la conversión de los Árabes “es necesario, en primer lugar, comenzar sólo por los niños. No existe ningún ejemplo, agrega, desde el comienzo del cristianismo, en que el ministerio evangélico haya permanecido mudo frente al error y a las almas que es necesario convertir”.

Los Oblatos de María Inmaculada en Argelia en 1849-1850

En 1848, se ignora en qué circunstancias, Mons. de Mazenod se pone de acuerdo con Mons. L.A. Auguste Pavy, obispo de Argel de 1846 a 1866, para enviar a algunos Oblatos a Argelia. En diciembre, el padre Tempier va a negociar el asunto in situ y, durante el mes de febrero de 1849, parten los padres Dominique Pulicani y J. B. Bellanger, bajo la dirección del padre Jean Viala. El padre J. B. Sabon y el hermano Augustin Chalvesche los alcanzan pronto. En una carta a Mons. Pavy, el 5 de enero de 1849, el Fundador afirma que los Oblatos están “al servicio de los obispos”, puede pues emplearlos como quiera, con la condición de dejarlos “vivir según su regla, en comunidad”, pero añade, “espero que llegue el día en que pueda emplearlos en la conversión de los Árabes. No he creído nunca que la conversión de estos pobres musulmanes fuera más difícil que la de los Chinos. A usted corresponderá dar la señal cuando llegue ese momento”.

Según el acuerdo celebrado entre el padre Tempier y Mons. Pavy, los Oblatos deben vivir en comunidad, encargarse del ministerio parroquial en Blida y del servicio religioso del hospital de la ciudad. A su llegada, no se respeta ninguna de estas condiciones. Deben establecerse en las puertas de la ciudad y ocuparse de los católicos dispersos en siete pueblos desprovistos de iglesia. Esta situación afecta vivamente al padre Viala, que no logra entenderse con el obispo y cae enfermo. Vuelve a Francia al final del verano. El Superior general envía, inmediatamente, de refuerzo al padre Joseph Martin como superior, acompañado del padre Ferdinand Grenier. Se abre entonces un segundo centro misionero, cerca de Philippeville, donde los Oblatos se encargan de los católicos, poco practicantes, de cinco pueblos.

El proyecto de evangelizar a los Árabes sigue vivo en el Fundador. Siempre habla de ello, en cada una de sus cartas. Al final del mes de noviembre de 1849, envía de nuevo, con los padres Martin y Grenier, al padre Tempier y le traza una línea de conducta. “Se trata de saber si podemos contar con Blida, que es verdaderamente el punto que nos conviene, cercano a Argel y fácil de alcanzar desde Atlas, por donde será necesario, en adelante, penetrar para trabajar en la conversión de los Árabes.” Ya, el 25 de septiembre anterior, el padre Tempier había escrito al consejo central de la obra de la Propagación de la fe en Lyon, para pedir importantes subsidios, con el fin de enviar a tres padres para trabajar con los Árabes. Nuevamente escribe sobre el tema, el 23 de octubre de 1849 y el 22 de febrero de 1850, pero no tiene éxito.

Durante este segundo viaje a Argelia, el padre Tempier constata que la vida de comunidad está detenida, porque los padres están dispersos, como simples curas de pequeños pueblos y se da cuenta también que las autoridades civiles se oponen a la evangelización de los Árabes. Ve también que el padre Bellanger, más por falta de carácter que por malicia, dilapidó los fondos de las Congregación en Argelia. Se lo expulsa el 4 de febrero de 1850, pero dejó deudas e hizo muy difícil, si no intolerable, la posición de los Oblatos. El padre Pierre Eymère, elegido para sustituir al padre Bellanger, parte el 10 de febrero y, al llegar a Argelia, es víctima de un accidente que parece, en un primer momento, mortal. Fue entonces cuando, mediante una carta del 27 de marzo, Mons. Barnabò propone confiar a la Congregación una nueva vicaría en Sudáfrica. El Fundador considera esto como una señal de la Providencia y decide llamar a sus misioneros de Argelia para enviarlos a Sudáfrica. El 1º de abril, responde afirmativamente a Mons. Barnabò y, el 20 de junio, llama a Francia a sus Oblatos de Argelia.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.