1. Iglesia de San Sulpicio.
  2. La Sociedad de los Sacerdotes de San Sulpicio (p.s.s.)
  3. Seminario de San Sulpicio.
  4. Issy, casa de campo del seminario.

Bajo el nombre de San Sulpicio nos referiremos a cuatro realidades distintas: la iglesia de San Sulpicio de París, la compañía de San Sulpicio, el seminario de San Sulpicio y el de Issy.

Iglesia de San Sulpicio.
Sulpicio nació en el año 570 en Vatan, en Berry, de una familia de origen galorromano. Ordenado sacerdote en 618, se convirtió en obispo de Bourges y en metropolitano de una gran provincia eclesiástica. Se preocupó de los pobres y los enfermos, siendo bien querido por la gente. No es de extrañar, pues, que a su muerte, que tuvo lugar el 17 de enero de 644, la gente comenzara a venerarlo como santo. Se le dedicaron muchas iglesias. Entre otras se halla la de Saint-Sulpice des Champs (San Sulpicio de los Campos). Esta modesta iglesia rural se construye a comienzos del siglo XII, apliándose en los siglos XIV y XVI. En la edad media, este sitio se encontraba fuera de las murallas de París. La actual iglesia de San Sulpicio conserva en su cripta la base de los muros y de los pilares de la primitiva.

D. Jean-Jacques Olier, párroco de San Sulpicio de 1642 a 1652, emprendió en 1646 la construcción de la magnífica iglesia actual. Mide 119 metros de longitud y 57 metros de anchura; es cinco veces mayor que la primitiva y más grande que Notre Dame de Paris. En 1789, la Revolución impidió la conclusión de la torre sur de la fachada aún hoy permanece inacabada.

Durante la Revolución, la iglesia deja de ser un santuario religioso para convertirse en lugar de reuniones públicas. Se celebra el culto a la Razón y, más tarde, de abril a junio de 1794, al Ser Supremo. De 1797 a 1801, el Directorio la cede a los teofilántropos que la transformarán en el templo de la Victoria. Fue en esta gran iglesia desconsagrada donde, el 6 de noviembre de 1799, se celebró la victoria de Napoleón Bonaparte con un banquete que contó con 750 invitados. Tras la firma del Concordato de 1801, se devolvió la iglesia al culto católico. Su párroco, Charles de Pierre (1762-1836) se afanó por devolverle su gloria pasada. Fue en esta iglesia donde recibió al Papa Pío VII cuando vino a Roma para la coronación de Napoleón I. Permaneció como párroco de San Sulpicio treinta y cuatro años, hasta su muerte, acaecida en 1836.

Es en esta iglesia donde el Abate de Mazenod recibe la tonsura de Mons. Claude André, el 17 de diciembre de 1808, las órdenes menores el 27 de mayo de 1809 del Cardenal Fesch, el subdiaconado el 23 de diciembre de 1809 de Mons. Claude André, y el diaconado, el 16 de junio de 1810, del Cardinal Fesch. Como San Sulpicio se encontraba muy cerca del seminario del mismo nombre, el Fundador de los oblatos iría a menudo allí durante su estancia en París, de 1808 a 1812.

Durante el período de 1813 a 2002, la iglesia se vio enriquecida con algunas pinturas y esculturas. En este edificio venerable, heredero de siglos pasados, siempre se mantuvo la tradición de una vida espiritual intensa, sostenida por unas celebraciones litúrgicas de calidad, muy frecuentadas. Aún hoy, siempre hay un sacerdote disponible para confesiones o consultas de la gente.

La Sociedad de los Sacerdotes de San Sulpicio (p.s.s.)
La sociedad de San Sulpicio es una sociedad de sacerdotes diocesanos que tienen como fin estar al servicio de los que están llamados al ministerio sacerdotal. Es una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio. La Compañía no es una congregación religiosa, por cuanto sus miembros no hacen votos religiosos. Como se dice: “Que entre quien pueda, que salga quien quiera”.

Fue fundada en París en 1641 por Jean-Jacques Olier (1608-1657). El Sr. Olier deseba renovar el clero de Francia, muy relajado, siguiendo a San Carlos Borromeo (1538-1584), fundador de los primeros seminarios para la formación de los sacerdotes. El 29 de diciembre de 1641, abrió un seminario en Vaugirard, ahora municipio al suroeste de París. Al año siguiente, en agosto de 1642, se transfiere su seminario a la parroquia de San Sulpicio, de donde había sido nombrado párroco. En esa época dicha parroquia contaba con 150.000 habitantes, de los cuales un gran número eran libertinos, herejes, o incluso ateos. Dependía de la poderosa abadía de Saint Germain-des-Prés, en lugar de la archidiócesis de París.

El 6 de septiembre de 1645, el Sr. Olier firma un contrato notarial de asociación con sus dos primeros cooperadores, por el que formaban “una comunidad para ocuparse de todas las funciones de un seminario”. Enseguida fue aprobada por el superior de la abadía y por letras patentes del rey. Habiendo quedado parcialmente paralizado en septiembre de 1653, el Sr. Olier murió el 22 de abril de 1657. Durante la Revolución, desapareció su cuerpo, pero su corazón y su lengua se conservan aún en el seminario de la Compañía en Issy.

Si el Sr. Olier dio a la sociedad su espíritu y el Sr. de Bretonvilliers, su sucesor de 1657 a 1676, le legó sus inmensos bienes, será el Sr. Louis Tronson, el tercer superior general (1676-1700) quien de a la Compañía su organización y su regla definitiva. Ésta, que antes de la Revolución contaba con 155 miembros, fue suprimida en 1792. Fue el Sr. Jacques-Andre Emery, el noveno superior general quien, de hecho, la restauró en 1801. Será disuelta de nuevo por un decreto de Napoleón de 8 de octubre de 1811. Tras la Restauración, por ordenanza real de 3 de abril de 1816, se constituyó de nuevo en congregación autorizada. A partir de 1864, la Compañía será representada en Roma por un procurador, siendo sus estatutos definitivamente aprobados por la Santa Sede el 8 de julio de 1931.

Durante el período en que el gobierno francés luchó contra las congregaciones religiosas (1901-1914), todo sulpiciano que deseara enseñar tuvo que hacerse secular y no depender más que de su obispo. Pero la Compañía como tal no fue disuelta, dado que había sido aprobada. La dirección y sus miembros pudieron permanecer en sus casas, por ejemplo, en Issy. La Compañía alojará una parte de sus estudiantes en el nº 19 de la calle Notre-Dame-des-Champs. Fue tan sólo en 1908 cuando se construyó la casa de la calle Regard, destinada a los seminaristas de la Compañía. Los sulpicianos, no pudiendo tener ya seminarios, comenzaron a fundar establecimientos ordinarios de enseñanza privada, cosa que gozaba de autorización legal. Durante largo tiempo fueron llamadas: “Escuelas superiores de Teología”.

Tras la guerra de 1914-1918, reinó un ambiente más relajado. En 1921, Francia estableció relaciones diplomáticas con la Santa Sede y los sulpicianos, aprovechándose de este apaciguamiento, reasumieron su papel de directores y profesores de seminarios. En la actualidad hay unos trescientos cincuenta sulpicianos en el mundo, la mayoría de ellos en Francia. El superior general reside en París, en en el nº 6 de la calle Regard. Hasta 1996, todos los superiores generales fueron de nacionalidad francesa. En julio de 1996, Lawrence B. Terrien, estadounidense, fue elegido vigésimo quinto superior general.

Seminario de San Sulpicio.
El primer seminario fue abierto por Jean-Jacques Olier, el 29 de diciembre de 1641, en Vaugirard, municipio al suroeste de París, que quedó absorbido por la capital en 1859. En su labor era ayudado por otros dos sacerdotes: François de Caulet y Jean du Ferrier. En agosto de 1642, este seminario fue transferido a la parroquia de San Sulpicio, de donde el Sr. Olier se había convertido párroco. Para poder acoger a los seminaristas, que procedían de distintas diócesis, el Sr. Olier compró una casa grande ajardinada al Sr. Blaise Méliadu, así como otras dos casas pequeñas, cerca de la iglesia de San Sulpicio. Tras ciertas reformas, en 1642 establece allí su seminario. Pero no era más que una medida provisional. En 1648, el Sr. Olier emprendió la construcción de un gran seminario sobre la actual plaza de San Sulpicio. Fue solemnemente inaugurado el 15 de agosto de 1651 y aprobado por la Santa Sede el 3 de agosto de 1664. Cuando en 1668 la parroquia pasó a la jurisdicción del arzobispo de París, el seminario no se convirtió en diocesano: quedó como sulpiciano al servicio de las diócesis de Francia e incluso de otros países. El Sr. de Bretonvilliers (1620-1676), el segundo superior general, adquirió en Issy, a cinco kilómetros al suroeste de San Sulpicio, una gran propiedad que servirá como casa de campo para los seminaristas de París. Las reglas y los estatutos del seminario fueron aprobados por cartas patentes de Luis XIV en junio de 1713. En 1648, tras el jardín del seminario mayor se levantó otro edificio, de carácter humilde; se destinó a los seminaristas procedentes de familias más modestas. Ya que su pensión era “menor”, le llamaron el seminario menor. Pero la formación intelectual y espiritual era la misma. Finalmente, en 1708 abrieron la casa de Robertins, llamada así por el nombre de uno de sus superiores, donde los aspirantes pobres que deseaban entrar en el seminario de San Sulpicio podían ganar por concurso el premio de la pensión, y proseguir así sus estudios en el seminario.

Durante la Revolución, el seminario fue confiscado, siendo numerosos seminaristas arrestados e incluso ejecutados. El Sr. Emery, aprovechándose de la calma generalizada que reinó a la llegada al poder de Napoleón, abrió una casa de formación en la calle Saint Jacques bajo el rótulo de la Vaca Negra. Tras la firma del Concordato de 1801, el arzobispo de París, Mons. de Belloy, pidió a Napoleón poder establecer su seminario diocesano en el antiguo seminario de San Sulpicio. Nunca había sido enajenada la propiedad a los sulpicianos, aunque sí se había destinado el edificio a ser refugio para las viudas de los valientes soldados caídos en combate. Pero Napoleón quería resaltar el esplendor de la iglesia de San Sulpicio, por lo que ordenó el 9 de octubre de 1802 la demolición de los edificios del seminario para hacer en su lugar una gran plaza delante de la iglesia. En 1803, tras desahuciar a ciento ochenta y tres mujeres, los edificios fueron completamente destruidos. El Sr. Emery tuvo que resignarse, trasladando temporalmente su seminario a la calle Notre-Dame-des Champs. Finalmente, en 1804 pudo comprar una propiedad que poseían las Hijas de la Instrucción Cristiana en el cruce de las calles Pot-de-Fer y Vaugirard, muy cerca de la iglesia de San Sulpicio. Aquí fue donde se comenzaron las clases el 10 de octubre de 1804. Fue aquí también donde el Abate de Mazenod pasó tres años (1808-1811) como seminarista y un año (1812) como profesor y director. El seminario podía acoger al menos a un centenar de seminaristas. El Sr. Emery, considerado con razón como segundo fundador del seminario, pudo, no sin dificultades, devolverle algo de su antiguo esplendor.

Durante la estancia del Abate de Mazenod, la dirección del seminario era asegurada por siete sulpicianos: el Sr. Emery, superior; el Sr. Duclaux, director espiritual; el Sr. Boyer, profesor de Dogma; el Sr. Montaigne, profesor de Teología Moral; el Sr. Garnier, profesor de Sagrada Escritura; el Sr. Legris, Maestro de Ceremonias; y el Sr. Giraud, ecónomo. Todos ellos eran sacerdotes piadosos, bien dotados para todas las obligaciones de la formación espiritual e intelectual de los futuros sacerdotes. Seguían fielmente las tradiciones de la Compañía, adaptándolas a las circunstancias que requería la época posrevolucionaria. Si bien la formación moral y espiritual eran excelentes, no podemos decir lo mismo de la formación intelectual. En realidad, los estudios no duraban más de dos o tres años, dado que había una gran urgencia por cubrir el vacío dejado por la Revolución.

El Sr. Emery, intrépido defensor del Papa contra las usurpaciones del Emperador, marcó esta pauta en el seminario. Napoleón, furioso, le ordenó abandonar el seminario en junio de 1810, decretando, simple y llanamente, la disolución de la Compañía de San Sulpicio el 8 de octubre de 1811. Los directores fueron obligados a dejar el seminario antes del fin de 1811. El seminario se convirtió así en el seminario diocesano de París.

La salida de los directores conlleva el nombramiento de sus sustitutos. El Sr. Jalabert, Vicario General de París, asume la dirección del seminario. Se escoge a los seminaristas más celosos para sustituir a los otros directores. Así al Sr. Tharin, sacerdote, se le confía la tarea de enseñar Teología Moral; el Sr. Gosselin, aún subdiácono, tuvo que enseñar Dogma; el Sr. Teyssère, sacerdote, enseñó Sagrada Escritura, y el Abate de Mazenod se convirtió en Maestro de Ceremonias. Se confiaron los asuntos económicos al Sr. Lacombe, sacerdote. Para poder ejercer plenamente su cargo de profesor y director, el Abate de Mazenod va a Amiens para recibir la ordenación sacerdotal el 21 de diciembre de 1811 de manos de Mons. Demandolx. Pero tales funciones las desempeñó tan sólo diez meses, de enero a octubre de 1812. A comienzos de noviembre, regresó a Aix para comenzar su apostolado en favor de los pobres y las almas más abandonadas.

Tras la caída de Napoleón en 1814, se devolverá el seminario de San Sulpicio a la Compañía, siendo ésta reconocida legalmente por una ordenanza real del 3 de abril de 1816. En 1820, se procederá a la construcción de un nuevo seminario, capaz de acoger al menos a doscientos seminaristas; tan sólo será terminado en 1838. Tras la conclusión del nuevo seminario, se demolió el edificio de la Instrucción Cristiana para ampliar el jardín del nuevo seminario. La ley de 1905 que establecía la separación Iglesia-Estado supone la confiscación del seminario. El decreto del 27 de noviembre de 1920 otorga el edificio al Ministerio de Finanzas. En 1931, se puso en la fachada la inscripción que se puede leer aún hoy día: “República Francesa, Palacio de Finanzas”.

Issy, casa de campo del seminario.
En tiempos del Abate de Mazenod, Issy servía como casa de campo del seminario de San Sulpicio en París, apenas a cinco kilómetros. Esta propiedad fue comprada en 1626 por el Sr. Bretonvilliers, segundo superior general de San Sulpicio, quien más tarde la donó a la Compañía. La propiedad comprendía un palacete y un gran jardín. Se convirtió así en casa de descanso del seminario y acogió también el “Solitude”, el noviciado de los Sulpicianos.

La Revolución confiscó la propiedad, la dividió en cuatro partes y la vendió a cuatro personas distintas. Con la llegada al poder de Napoleón en 1799, y especialmente tras la firma del Concordato de 1801, se hizo posible su recuperación. El Sr. Emery comenzó así a readquirir progresivamente, de 1804 a 1811, la propiedad que les había sido enajenada. Dado que la Compañía no estaba aún aprobada, lo que suponía que no podían ser propietarios de nada, el Sr. Emery en su testamento cedió esta propiedad al Sr. Antoine Garnier. Fue tan sólo en 1865 cuando la Compañía de San Sulpicio pudo ser de nuevo propietaria de Issy.

Durante su estancia en el seminario de San Sulpicio, el Abate de Mazenod solía caminar hasta Issy, y allí pasó sus vacaciones de 1809, 1811 y 1812. En 1804, el Sr. Emery construyó la capilla de Nuestra Señora de Todas las Gracias, en recuerdo de aquella de Nuestra Señora de Loreto, construida en 1683. Esta fue readquirida por el Sr. Emery tan solo el 9 de marzo de 1811, cincuenta días antes de su muerte. El Abate de Mazenod solía detenerse ante estas capillas para rezar. En una ocasión, cuando el Sr. Emery paseaba con los seminaristas, refiriéndose a unos árboles que había plantado, les dijo: “Hijos míos, vosotros veréis crecer estos árboles; no parece que yo vaya a ver alguna vez su sombra, pero también veré el cielo antes que vosotros” (Eugenio a su madre, 2 mayo de 1811).

En Issy, el 1 de diciembre de 1811, el Abate de Mazenod comenzó su retiro de preparación a la ordenación sacerdotal. Continuó su retiro en el seminario de Amiens, para ser ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1811.

El 6 de julio de 1823, Mons. Carlos Fortunato de Mazenod fue consagrado obispo en la capilla de Nuestra Señora de Loreto de Issy. El P. de Mazenod se quedó entre los fieles para captar mejor esta “escena tan conmovedora para él” (REY I, p. 309)

A finales del siglo XIX, se comienza la construcción de un nuevo seminario para acoger a los seminaristas de París. Se concluyó todo en 1901. En 1930 fue de nuevo ampliado. Hoy aparece como una construcción realmente imponente. El 1 de junio de 1980, el seminario tuvo el honor de recibir al Papa Juan Pablo II. Como recuerdo de tal visita, el parque, que se había abierto a la ciudad de Issy-les Moulineaux, lleva ahora el nombre de Parque Juan Pablo II.

Josef Pielorz, o.m.i.