Miguel FRITZ, ex Consejero general para América Latina, habla de su experiencia reciente marchando con los pobres.

“Salir a las periferias”, como nos pide Papa Francisco, no es nada extraño para nosotros Oblatos. Que eso puede significar, pasarse horas y días en la calle, lo experimentamos los 2 Oblatos de la Parroquia San Eugenio en Teniente Irala Fernández, Chaco Paraguayo.

Recién estaba de vuelta de la anual asamblea de todos los religiosos, donde habíamos realizado una manifestación contra el sistema injusto a Poder Judicial, marchando 7 veces alrededor del palacio de (In)Justicia, ahora nos tocó otra manifestación en el Chaco.

La Cooperativa de los Mennonitas había colocado 2 estaciones de peaje en los caminos, contra la voluntad del pueblo; e incluso sin la autorización de las autoridades competentes. En un principio, el pago de 25.000 Guaraníes  (4,5 U$) por vehículo hubiera sumado hasta 1 millón de Gs. al mes, medio sueldo mínimo. Los pobladores paraguayos e indígenas se organizaron y, después de haber agotado todas las posibilidades de diálogo, decidieron el cierre de la Ruta Transchaco, único camino asfaltado que cruza todo el Chaco.

Sabiéndonos apoyados por el obispo, Mons. Lucio Alfert OMI, el P. Cristóbal Acosta OMI, párroco, y yo, P. Miguel Fritz OMI, nos colocamos al lado de la gente. Casi 15 días de manifestación nos trajeron reuniones con diversas autoridades, incluso en la misma casa del Presidente de la República, enfrentamientos con policías especializadas, y órdenes de detención. Pero al final esta solidaridad fue coronada con el éxito soñado: la orden del gobierno nacional de levantar los puestos.

En aquellos días “en la calle”, realmente nos sentimos “en la periferia”: muy cerca de la gente.