El primer oblato angoleño, Paulo Sango PINDALI, hizo recientemente su profesión de votos perpetuos. He aquí ha historia de su vocación contada por él mismo:

Me llamo Paulo Sango Pindali, nací en Lobito / Benguela (Angola) el 1 de noviembre de 1988. Provengo de una familia cristiana. Me he beneficiado enormemente de la educación recibida de mis padres Zeferino Pindali y Dionisia Afetina. Soy, de hecho, el quinto de una familia con 10 hijos, ocho niños y dos niñas. Pero tres de mis hermanos ya no viven ya que fueron víctimas de la guerra en 1999 y 2001.

Desde 2001 hasta 2007, estudié humanidades, interrumpiéndolo para hacer el servicio militar. Estos estudios los hice en dos etapas: primero en el seminario menor de Notre-Dame de La Salette, en Caumbela; y luego, a causa de la guerra, en el Centro Pre-Universitario de Lobito. Después de mis estudios, el instituto me escogió para formarme en primeros auxilios. Déjenme señalar que cuando estaba en el seminario menor siempre había querido ser sacerdote. Pero cuando dejé el seminario, este sueño también desapareció por distintas influencias que encontré en la escuela en la que proseguí mis estudios.

Todo empezó en noviembre de 2007 con las vacaciones de mi medio-hermano, que era un monje trapista. Cuando regresó del monasterio en enero de 2008, me pidió que le acompañara. Como el monasterio estaba a tan sólo 30 km de la casa, acepté de buen grado. Al llegar al monasterio, ya era tarde, así que el Padre Prior, Barnabe Sawango, un amigo de la familia, me dijo: “Paulo, nuestro barrio, en estos días está lleno de bandidos; mejor pasa la noche aquí porque ya es muy tarde. Mañana uno de los hermanos te llevará al trabajo, a la fábrica de bebidas  Saba Catumbela”. No me hacía mucha gracia, pero acepté pasar la noche en el monasterio yo solo, porque mi hermano ya no estaba allí para cuidar de mí. Había regresado al claustro monástico.

A las 18:00 h me invitaron a la oración; cuando oí a los monjes cantar, se me puso la piel de gallina y no quería que acabaran nunca. De regreso a casa pregunté a mis padres si podía hacerme religioso, y la respuesta fue afirmativa. Unas semanas más tarde hablé con el Padre Prior de unirme al monasterio: me dio seis meses de prueba, pero sin dejar mi trabajo. Por la mañana iba al trabajo, de 7:30 a 12:30, contando cajas de cerveza; por la tarde, regresaba al monasterio. Pero durante esa experiencia, sentía que ese no era mi lugar, porque no podía entrar en contacto con nadie.

Una tarde, el Prior me pidió que limpiara la sala de recreación de los monjes; mientras limpiaba, miré con curiosidad algunas de las revistas de la mesa. Y así es como encontré una revista en la que hablaban de varias congregaciones, entre ellas de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada en Brasil. Impresionado por su carisma, evangelizar a los pobres, los pobres en sus múltiples aspectos, inmediatamente empecé a leer sobre esta congregación.

Al día siguiente compartí el fruto de mi lectura con el Prior, pidiéndole también que me ayudara a ponerme en contacto con los Oblatos de María. Sin embargo, él tenía ya listo para mí un plan de formación en España y Francia. Pero descartando su sugerencia, yo quería consagrarme como misionero oblato. Le pedí que buscara la dirección de los Oblatos. Desanimado, e incluso enfadado, me dio el número de un oblato que vivía en Luanda. Después de contactar con él, este oblato me pidió que fuera a verle a Luanda para tener con ellos una experiencia de vida comunitaria.

Así, desde 2008 hasta 2010, hice mi formación como aspirante y prenovicio en comunidades oblatas a la vez que estudiaba francés.

Después de mi noviciado en Ifwanzondo, Congo, hice mis primeros votos como oblato en 2011. Desde 2011 hasta 2014 cursé filosofía en el seminario mayor de S. André Kaggwa, en la archidiócesis de Kinshasa. Desde 2014 hasta 2015: una experiencia canónica (regencia) en la comunidad del Inmaculado Corazón de María de Ifwanzondo. Al final de mi año de regencia, fui enviado al escolasticado de S. Eugenio de Mazenod a realizar los estudios de teología. Y el 16 de septiembre de 2017, hice mis votos perpetuos en Luanda. Hoy, estoy en el tercer año de teología. Esta es una breve historia de mi vocación religiosa.