Oración propuesta por las vocaciones oblatas
Año de las vocaciones oblatas
(del 8 de diciembre de 2017 al 25 de enero de 2019)

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Padre Santo,
acudimos a ti porque Jesús nos pidió que oráramos
para que envíes trabajadores a tu mies.
Tú amaste tanto el mundo
que enviaste a tu Hijo
para que tengamos vida en plenitud.
Él, a su vez, envió a los Doce y al apóstol Pablo
a anunciar la buena nueva de la salvación.
Tras ellos, de generación en generación,
Tú has seguido enviando obreros a todo el mundo
para que todos puedan conocerte.
Luego escogiste a San Eugenio
y por él creaste una familia de misioneros
que han enseñado apasionadamente “quién es Jesucristo”
en cada rincón del mundo
estableciendo nuevas comunidades cristianas.
Más que nunca el mundo necesita conocer tu amor misericordioso
y necesita a quienes lleven a los hombres y mujeres de nuestro tiempo
a “sentimientos humanos, luego cristianos, y les ayuden finalmente a
hacerse santos.”
Envíanos, Señor, jóvenes llenos de generosidad,
apasionados por Jesús,
dispuestos a hacer de toda su vida una total oblación a ti,
a estar cerca de los más pobres y abandonados,
y a proclamar el Evangelio.
Que ardan en la misma llama que encendió a San Eugenio;
que formen parte de su misma familia
y, con todos los Oblatos, continúen la obra de la Redención.
Jesús nos dijo que cuanto pidiéramos en su nombre,
Tú lo concederías.
Por eso, te presentamos esta oración con fe,
convencidos de que Tú la escucharás.
María Inmaculada,
que ofreciste, la primera de todas, a Jesús al mundo,
acompáñanos en nuestra oración.


Forma breve:


Padre Santo,
acudimos a ti porque Jesús nos pidió que oráramos
para que envíes trabajadores a tu mies.
Envíanos, Señor, jóvenes llenos de generosidad,
apasionados por Jesús,
dispuestos a hacer de toda su vida una total oblación a ti,
a estar cerca de los más pobres y abandonados,
y a proclamar el Evangelio.
Que ardan en la misma llama que encendió a San Eugenio;
que formen parte de su misma familia
y, con todos los Oblatos, continúen la obra de la Redención.
María Inmaculada,
que ofreciste, la primera de todas, a Jesús al mundo,
acompáñanos en nuestra oración.