Me llamo Paul Vladimyr EUSTACHE, nacido el 2 de septiembre de 1986 en Haití. Soy el mayor de dos hermanos y dos hermanas. Mi itinerario con los Oblatos de María Inmaculada comenzó en 2002. Hice los primeros votos en la Congregación en septiembre de 2007 y los votos perpetuos en febrero de 2014. El 28 de febrero de 2015, fui ordenado sacerdote por Su Excelencia, Reverendísimo Quesnel Alphonse, obispo de la diócesis de Fort Liberté (Haití). Después de casi tres años ejerciendo el ministerio como vicario parroquial en Haití, llegué a Hong Kong para una experiencia misionera ad extra. Les diré con pocas palabras por qué vengo a Hong Kong.

Ciertamente, debo decirles que antes de venir a Hong Kong, nunca pensé, ni siquiera un segundo, en “ser misionero en Asia, especialmente en China”. En general, los oblatos haitianos van en misión a América (Estados Unidos, Canadá, Colombia, Guyana Francesa, Paraguay, Venezuela y Cuba).

En enero de 2016, hablé con mi provincial y le dije que después de la experiencia que tuve en Francia (2010-2013), me gustaría volver a vivir una experiencia internacional. Estudié teología en la Universidad Católica de Lyon (Francia). En Lyon, éramos de cuatro nacionalidades diferentes: haitiana, vietnamita, camerunesa, francesa. Éramos solo siete oblatos (cuatro jóvenes en formación y tres formadores). Nuestra experiencia nos ayudó a darnos cuenta de que la diversidad cultural es una gran riqueza que lleva a una verdadera sabiduría.

En julio de 2017, llegó una solicitud a mi provincial, el P. Loudeger MAZILE para una cooperación internacional misionera. Venía de la Delegación de los Oblatos de China. El provincial vio mi pedido de enero de 2016 y me informó de esa llamada misionera. Después de reflexionar al respecto, pedir consejo a mi consejero espiritual y rezar sobre ello, dije SÍ.

Jóvenes oblatos de Hong Kong: Ellos participaron en el Encuentro Juvenil OMI en Wroclaw, Polonia (2016).

Desde el 29 de diciembre de 2017, estoy aquí en Hong Kong. La pregunta que siempre me hice después de haber dado mi consentimiento y antes de venir a Hong Kong es: “¿Qué voy a hacer allí?” Realmente no sabía cómo responder. Puedo simplemente decir que estoy aquí como Abraham en el Libro del Génesis (Gen 12, 1-9). El Señor me llama a dejar mi país para una nueva misión en una tierra desconocida. Confío en Él y partiré. Como la Santísima Virgen María, respondo diciendo: “Yo soy el siervo del Señor; que sea en mí según tu palabra”. Y como Jesús, confío en el Padre diciendo: “No mi voluntad, Señor, sino que sea la tuya”. Mi motivación es trabajar en la viña del Señor, en la Congregación de Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Soy un sacerdote oblato dispuesto a trabajar en la Iglesia donde sea que surja la necesidad.

“Ven y verás” (Juan 1, 39). No tengas miedo; ve mar adentro (Lc 5, 4-7). Estos son los consejos que me gustaría compartir con cada nuevo misionero. El mayor desafío es superar los miedos y enfrentar lo que a uno le parece incógnito. Para mí, es una forma de responder al llamado del Papa Francisco: “Iglesia en Salida” de su encíclica Evangelii Gaudium. (Boletín de la delegación de China, febrero de 2018)