“Nacimos para tiempos como estos”

L.J.C. et M.I.

Queridos Oblatos, y todos nuestros hermanos y hermanas imbuidos del Carisma Oblato,

¡Les deseo una gozosa celebración en honor de San Eugenio de Mazenod!

En muy poco tiempo nuestras vidas han cambiado drásticamente a causa de la pandemia del coronavirus. ¿Ha quedado alguien indemne? Muy rápidamente, la pandemia se apoderó de nuestras vidas. Todo tipo de medio de comunicación ponía ante nuestros ojos las noticias y las fotos: ciudades de millones de habitantes con calles cerradas y vacías; hospitales congestionados con personal sanitario desbordado; morgues sin espacio para más cadáveres de fallecidos; y cifras que aumentan más y más: de contagiados y de los muertos. Máscaras, geles de mano, distancia social, bloqueos, y servicios esenciales son términos que nos asaltan cada día. Hemos visto el dolor insoportable causado por el virus, tanta gente que muere sola, en aislamiento, separada de sus seres queridos, con frecuencia sin el consuelo de los sacramentos. Incertidumbre, miedo, ansiedad y estrés; desempleo, falta de salario, hambre. Los pobres son los que más han acusado el impacto de la pandemia.

Las iglesias, en pleno culmen del año litúrgico, Semana Santa y el Santo Triduo Pascual, estaban cerradas y vacías. Mucha gente expresaba su profundo pesar al ser excluidos de las liturgias especiales, y no poder acceder al sacramento de la Reconciliación y de la Eucaristía. Ni siquiera las celebraciones ofrecidas en directo en streaming por internet han podido llenar ese vacío. ¿Quién no se ha conmovido profundamente al ver al Papa Francisco el pasado 27 de marzo caminar bajo la lluvia en una Pza. de San Pedro vacía para ofrecer la bendición Urbi et Orbi? Expresaba así el dolor del mundo entero y nuestra confianza inquebrantable en que Dios está en medio de nosotros y nos sostiene con ternura cerca de Él.

Hemos perdido en esta pandemia a algunos de nuestros hermanos oblatos y miembros de nuestra familia oblata. En el momento de escribir esta carta, sé de cinco oblatos que han fallecido por el COVID-19. Oramos también por otros seis que han contraído el coronavirus y cuya condición es muy seria.

Los Oblatos y nuestros hermanos y hermanas que viven el carisma oblato han continuado su ministerio de forma creativa para seguir cerca de la gente respetando las distancias sociales y los confinamientos. Especialmente al servicio de los pobres, las personas sin hogar y sintecho, distribuyendo bolsas y cajas con bienes esenciales, comida, medicamentos, máscaras, líquidos de higiene. A pesar de tanta enfermedad y muerte, de la ansiedad y del estrés, hemos podido ver también signos hermosos de solidaridad, generosidad y valentía. El P. Shanil Jayawardena, nuestro Director del Servicio Oblato de Comunicaciones, ha reunido de toda la Congregación, testimonios de Oblatos y laicos que viven el carisma de S. Eugenio en las formas y circunstancias más diversas. Tómense, por favor, el tiempo necesario para echar una mirada a nuestro sitio web, www.omiworld.org, para ver lo que los Oblatos y nuestros colaboradores han estado haciendo.

Hace dos años, uno de nuestros prenovicios expresaba este pensamiento:

“Los Oblatos no somos una congregación del pasado; es del presente y del futuro, e incluso más si consideramos el mundo actual. Nacimos para tiempos como estos.”

¿No hay en estas palabras algo de San Eugenio de Mazenod? Nacimos para tiempos como estos: un periodo de miedo, ansiedad, confusión e incertidumbre, en el que los más abandonados, los más pobres, sufren las mayores dificultades. Y a la vez, un periodo que ofrece nuevas ideas, nuevas posibilidades, nuevos desafíos, invitándonos con rotundidad a despertar y cuidar de nuestra casa común y de sus gentes.

Doy gracias a Dios por todos ustedes, por su creatividad en esta pandemia al servicio de nuestros hermanos y hermanas. A veces arriesgando su propia salud, han ofrecido la necesaria asistencia espiritual y material al pueblo de Dios, especialmente a los olvidados de nuestra sociedad, los que no tienen acceso a los sistemas de salud, los que viven en terribles condiciones, los pobres en sus múltiples aspectos. ¡Gracias!

Comenzamos hoy nuestra Semana Oblata de Oración por las Vocaciones. Son días llenos de gracia, entre la Solemnidad de San Eugenio y la Fiesta del Beato José Gerard. Es una oportunidad para reflexionar sobre nuestro compromiso de hacer que los jóvenes se entreguen a la misión de Dios, la misma misión de la Iglesia y de los Oblatos. Las palabras del prenovicio, “Nacimos para tiempos como estos” pueden ciertamente motivarnos en nuestra pastoral vocacional.

Visitando la Congregación, me ha impresionado ver que, en muchas Unidades existe un claro compromiso  con la pastoral vocacional. Esto es más evidente allí donde el liderazgo ha hecho que sucedan tres cosas. Lo primero, el gobierno de la Unidad opta por dar prioridad a la pastoral vocacional como parte significativa de su ministerio de liderazgo y de la orientación misionera de la Unidad. Segundo, el gobierno de la Unidad expresa este compromiso seleccionando y preparando a un oblato a tiempo completo para la pastoral vocacional de la Unidad, y formando un comité para las vocaciones formado por varios miembros, incluyendo a un laico y otros consagrados que viven el carisma oblato. Tercero, además a estos dos elementos esenciales, el gobierno de la Unidad involucra a toda la Unidad en la creación de un plan general coherente para la pastoral vocacional, organizando distritos para la animación vocacional a nivel local.

La falta de compromiso con la pastoral vocacional queda clara cuando se nombra a un oblato como director de vocaciones y luego se le asigna otro ministerio, por ejemplo en una parroquia o en un colegio. La pastoral vocacional exige un compromiso a tiempo completo, mucho trabajo, un apoyo intencional por parte del liderazgo. Requiere un oblato que arda en el carisma, que crea en nuestra vida y en nuestro futuro, y que sea un testigo de la alegría de la vida oblata.

Sin nuevos miembros no podremos responder a la llamada a la misión. Durante esta semana especial pedimos por las vocaciones para nuestra Congregación y para muchas otras formas de vida, expresión del carisma de S. Eugenio, ¡pero no es suficiente! Nos sentimos invitados también a la acción, ¡a hacer algo! No nos conformemos con resultados mediocres. No repitamos el mantra del deseo de una muerte auto-complacida: hemos hecho nuestra contribución a la misión de Dios y ahora podemos ya desaparecer.

Pido a S. Eugenio para que ardan nuestros corazones, para que seamos creativos y audaces en la pesca de seguidores de Jesús que abracen nuestro carisma. Invito a cada uno de nosotros a estar atentos y apoyar activamente a quienes tienen esta especial responsabilidad de la pastoral vocacional, a expresarles nuestro agradecimiento y a orar por ellos, porque han sido llamados a uno de los ministerios más desafiantes de todos. “¡Nacimos para tiempos como estos!”

Que Nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y Salud de los enfermos, marche siempre junto a nosotros en estos tiempos.

Su hermano oblato en Jesucristo y María Inmaculada,
Padre Louis Lougen, OMI
21 de mayo de 2020