BIELORRUSIA

Información de un oblato de Bielorrusia

En esos días terribles, estuve en la región de Grodno junto a mi familia. Allí fue donde fui a votar. En la tarde del día de las elecciones fui a la ciudad de Grodno y todo lo que vi fue una masa de manifestantes en el centro de la ciudad. En unos doce minutos más o menos, aparecieron los miembros del “OMON” (Unidad Especial de Fuerzas Móviles Militares). Rápidamente formaron un “muro de escudos”. La gente comenzó a marcharse. Yo quedé atrapado, totalmente inconsciente de lo que pasaba y me encontré de repente solo en la plaza. Y el “muro” se iba acercando cada vez más… Yo me fui alejando lentamente y me senté en un banco cercano. De otro modo, ciertamente me hubieran golpeado. Iban buscando a los que tenían una bandera con franjas blanca-roja-blanca (bandera de la independencia de Bielorrusia). Un dron sobrevolaba nuestras cabezas por lo que conocían quién escapaba y a dónde. No estuve allí mucho tiempo. Mientras regresaba a casa, vi cómo autobuses y carros de transporte especial fueron llenados con gente inocente que intentaba escapar ante la amenaza inminente de sus vidas.

No obstante la gente se reorganizó de nuevo y al día siguiente yo no pude resistirme a participar en las protestas. Esta vez los militares bloquearon el acceso al centro de la ciudad. Entonces todos los residentes en la ciudad comenzaron a hacer sonar sus cláxones y hacer señales con las luces como signo de protesta y apoyando a los manifestantes. Literalmente fueron todos… por supuesto yo también.

Al día siguiente, junto con otro compañero, conduje de nuevo el carro a la ciudad. Mi intención era solamente mostrar solidaridad con la masiva manifestación de gente que regresó a las calles a protestar pacíficamente contra las cuestionadas elecciones. Daban vueltas con sus carros haciendo sonar sus cláxones. Gritaban ¡Viva Bielorrusia! Era una atmósfera increíble de la que éramos testigos.

En cierto  momento la gente comenzó a desperdigarse. Yo no vi nada hostil en un primer momento pero automáticamente agarré a mi compañero y corrimos hacia el carro. Nos sentamos en su interior y lo cerramos. Llegaron dos autobuses del OMON. Uno de ellos se detuvo justo detrás de nuestro carro. Los hombres del OMON saltaron fuera del autobús y comenzaron a correr, como perros a los que sueltan de sus cadenas, para cazar alguno. Al principio no se dieron cuenta de nuestra presencia pero luego nos rodearon, eran como 10 hombres. Me di cuenta que tenía que hacer algo. Comenzaron a  golpear el carro por todos lados con sus porras. Gritaron: “Salgan”. En mi lado uno de ellos intentaba romper la luna de la ventana con su puño y su codo y en el otro lado rompieron la ventana con un garrote… y tan pronto como rompieron el cristal los militares agarraron a mi compañero por su pecho. En ese mismo momento arranqué haciendo chirriar los neumáticos. Volví mi rostro y mi compañero  había saltado de alguna manera al asiento de atrás. ¡No sé cómo lo hizo! Con la ayuda de los ángeles fuimos salvados. De otra forma, hubiéramos compartido el mismo destino de muchos que fueron torturados y golpeados.

Ahora regresé a nuestra estación misionera de Shumilino y también aquí he formado parte de las protestas. Cuando llega el momento  tenemos que estar dispuestos a arriesgar nuestra vida por el bien de nuestro pueblo. Permítaseme añadir también que yo me comprometí en estas protestas pacíficas con el permiso y la bendición del obispo. Además organizamos oraciones especiales en nuestras parroquias oblatas. Y apoyamos a los manifestantes con una guía espiritual si vienen a hablarnos de esta situación. De momento todos los oblatos están a salvo y sirviendo en sus lugares, como antes.

Pido a mis hermanos oblatos que recen por Bielorrusia y por nosotros los oblatos que vivimos aquí de una forma particular. Nuestra gente y nuestro país necesitan mucho su apoyo espiritual. ¡Qué podamos comprender la santa voluntad de Dios en medio de toda esta calamidad!