P. LouisLougen, OMI

L.J.C. et M.I.

El Papa León XII aprobó formalmente nuestras Constituciones y Reglas el 17 de Febrero de 1826. Hasta el día de hoy, tras ser revisadas y adaptadas en estos 195 años, siguen “indicando a cada Oblato el modo de caminar siguiendo las huellas de Jesucristo” (C. 163). El Prefacio de las CCyRR expresa la visión que ardía en el corazón de Eugenio: inspirado por su amor a Cristo, reunió a otros para que abrazaran una vida de santidad, anunciando a Cristo a los pobres y trabajando para reconstruir la Iglesia. La vida de virtud de estos predicadores fue esencial para que su predicación fuera efectiva.

Este año, el 17 de febrero cae en el miércoles de ceniza, por lo que celebraremos nuestra fiesta el martes, 16 de febrero. En este mundo, marcado por la pandemia, trataremos de reunirnos de la mejor forma posible para dar gracias a Dios por nuestra vocación. El virus COVID-19 ha sido una ocasión en la que ha brillado nuestro carisma oblato, con su gran flexibilidad, centrado en las necesidades urgentes de las personas, siempre a la altura de las circunstancias para responder con celo desmedido. Los oblatos hemos encontrado formas creativas para ejercer nuestro ministerio espiritual, sin dejar de asistir a la gente en sus necesidades materiales.

Con nuestros colaboradores y Asociados, hemos brindado una ayuda financiera necesaria para desempleados, y para necesidades esenciales como el alquiler, comida, agua, medicamentos, limpieza, guantes, máscaras e incluso alojamiento. En colaboración con la Oficina del Tesorero general, la Oficina de la Sostenibilidad de la Misión Oblata y Recaudadores de Fondos Globales Oblatos ha asistido a numerosas Unidades para lograr llegar hasta los sectores más vulnerables de la sociedad en este tiempo. OMIWORLD.ORG ha publicado muchos esfuerzos bien creativos que los Oblatos hemos realizado para atender las necesidades de las personas a las que servimos.

Al igual que los pobres y que toda la humanidad, también nosotros hemos padecido las mismas rutinas y precariedades de la vida: llevar máscaras incluso dentro de nuestras residencias, lavarnos constantemente las manos, restringir nuestros movimientos y mantener la distancia social, adaptarnos a los tiempos de aislamiento y cuarentena; también nosotros hemos contraído la COVID-19, y no pocos hermanos y hermanas nuestros, que comparten nuestro carisma, han fallecido. Tratamos de adaptarnos a una situación que cambia día tras día: hemos dado un paso adelante con el desarrollo de las vacunas; seguido luego de confusión y disponibilidad desigual. Aparecen nuevas cepas del virus; más incertidumbre. Y así más y más. Es una bendición que una dimensión de nuestro carisma sea el de la flexibilidad y la capacidad de adaptación para modificar la manera de realizar nuestra vida y ministerio.

La pandemia nos está ayudando a ver más claramente qué es lo esencial en la vida. El Espíritu, en esta pandemia, nos habla a través de los signos de los tiempos y enriquece nuestras vidas misioneras.

  • Nuestra fe se hace más profunda cuando afirmamos que Dios está justo a nuestro lado en medio de este lío. Sabemos que con Dios, todas las cosas sirven para el bien de los que Le aman. Nada queda al margen de la capacidad creativa de Dios de sacar el bien de esto. Lo creemos y renovamos nuestra oblación de vivir para el Reino de Dios.
  • La pandemia ha aumentado nuestra conciencia sobre nuestra común vulnerabilidad. Ningún sector de la humanidad, ningún estado, ninguna corporación global puede controlar el mundo. Los ejércitos no regulan las fronteras y el virus viaja libremente por todo el mundo. S. Eugenio conocía la sabiduría y el poder de la cruz. Con audacia y humildad, abrazamos nuestra vulnerabilidad y ganamos sabiduría y fortaleza.
  • La pandemia, con su aislamiento y las distancias, ha permitido que estemos más juntos. Tanto en las tradiciones religiosas como en la vida secular, hemos descubierto un nuevo sentido de solidaridad y cuidado de unos por otros. La pandemia nos ha recordado que nuestra vida misionera debe sustentarse en la comunidad apostólica acompañada de la oración y de la vida de votos. Ya en 1816, cuando el P. De Mazenod llamó y reunió al P. Tempier y a sus otros compañeros, estaba convencido de esto.
  • Debemos preguntarnos si también nosotros estamos atrapados en la conversación sobre ‘volver a la normalidad’, o la ‘nueva normalidad’, etc. Es algo que ignora la realidad: y es que la mayoría de la gente en este mundo nunca ha experimentado el concepto de ‘normalidad’ del que se habla. La gente a la que servimos por todo el mundo vive sin agua, sin el mínimo de comida necesario, sin cuidados médicos, etc. La pandemia debe abrir los ojos a este mundo a la gran injusticia, que la mayoría de la población mundial nunca ha disfrutado de la así llamada ‘normalidad’.
  • La pandemia nos ha ayudado a ser más conscientes del consumismo y del materialismo que genera pobreza y que destruye el medio ambiente. Estos ídolos de la sociedad deben ser cambiados por una preocupación por el bien común, expresado en el cuidado del pobre y de nuestra casa común.

En la comunidad local en la que vivo en este momento, seis oblatos residentes fallecieron en adviento. Fue éste un viaje a través del miedo y de la ansiedad, de una profunda tristeza y dolor. Nos dábamos cuenta de que vivíamos lo que el resto de la humanidad estaba padeciendo en esta pandemia. El dolor más grande era el vernos separados de nuestros de nuestros hermanos Oblatos cuando éstos estaban falleciendo. El Superior, el P. John Hanley, se enfundó una bata de hospital, guantes, fundas para los zapatos, máscara y visor. Cruzó la frontera para entrar en el pasillo contaminado por el virus para dar la unción a nuestros hermanos. Fue un misionero dentro de nuestra comunidad, arriesgando su salud para servir a los moribundos.

Muchos Oblatos y colaboradores nuestros han hecho lo mismo en todo el mundo. ¡Nuestra gratitud a todos los que lo habéis intentado todo por el Reino de Dios! ¡Gracias!

Una nota muy práctica: el II Congreso de Asociaciones de Laicos (2 OLAC 21) ha sido reprogramado, de Julio de 2021 a 2022 para garantizar la máxima participación de todos los que comparten el carisma Oblato en todo el mundo. El cambio de fecha permitirá también una mejor preparación y mejorará la experiencia del Congreso así como sus frutos. El Comité les ofrecerá muy pronto la fecha exacta del mismo.

Les pido que, al dar gracias a Dios por la belleza de nuestra vocación, pidan también y trabajen por las vocaciones. ¡No dejen pasar la oportunidad de invitar a otros a vivir el carisma Oblato! Pedimos a Nuestra Señora, María Inmaculada, que aumente en nosotros la capacidad de invitar y acompañar las vocaciones a la vida Oblata y a las distintas formas de vida asociada con el carisma. En este año especial consagrado a San José, pedimos su intercesión como nuestro segundo protector y como patrono de los Oblatos Hermanos, para que interceda por nosotros en el seguimiento de las huellas de Jesucristo.

¡Feliz Fiesta!

P. Louis Lougen, OMI
Superior general

Tewksbury, MA, USA