VATICANO

Por Paolo Ondarza
Publicación original de vaticannews.va

El Papa recibe en el Vaticano a treinta Cooperadoras Oblatas Misioneras de la Inmaculada con ocasión de un doble aniversario: el 70 aniversario del nacimiento de su Instituto y del 20 aniversario de su aprobación pontificia.

En el encuentro con las Cooperadoras Oblatas Misioneras de la Inmaculada el sábado por la mañana, el Papa Francisco las animó de forma simbólica a ser como la levadura: pequeñas, escondidas, pero llenas de fe, y “Cuanto más grande sea la masa a leudar, les dijo el Santo Padre, más rica debe ser la calidad de la levadura”.

Advirtió que ser consagrada como miembro de un instituto secular “es vivir el espíritu de la Encarnación en el tiempo y en el lugar en que Dios nos ha puesto.”

Como Jesús, estando presente en medio de todos

“No significa refugiarse en una “tierra media”, añadió el Papa, “sino compartir plenamente, como Jesús, la condición de la gente común, la cotidianidad del trabajo, de la casa, de las relaciones de vecindad, todo ello animado por la luz de la fe, por el calor de la caridad, por el horizonte de la esperanza.”

Dando testimonio con valentía en la sociedad

La vocación de las Cooperadores Oblatas es la de santificar las actividades seculares para recapitular todo en Cristo. Vivir como los demás, en medio de los demás, en las mismas profesiones, en los mismos oficios, en las mismas dificultades; pero con una unión tal con Dios que santifique los proyectos y las acciones.

El Papa Francisco les ofreció como modelo a seguir la vida escondida de Jesús, cuyas acciones ordinarias tenían un valor divino aun cuando las realizó en lo escondido.

Les invitó a vivir su actividad misionera en el mundo secular con valentía, y observó: “la profecía de la consagración secular es incompatible con el temor a los lugares y situaciones de riesgo. Por el contrario, son precisamente estas situaciones las que propician dicha consagración, allí donde las personas sufren la exclusión, la marginación y su dignidad es violada.”

Santos en el nombre de Dios

El fundador de los Oblatos de María Inmaculada (OMI), San Eugenio de Mazenod les exhortaba: “En nombre de Dios, sean santos”. El Papa Francisco enumeró tres actitudes para vivir esta llamada a la santidad.

La oración como el oxígeno

El Papa les recomendó primero a estar preparadas, viviendo plenamente en el presente, rehuyendo los aplausos y el éxito, entregándose completamente a Dios y en relación constante con Él. Les dijo: “La oración oxigena la vida: al igual que no se puede vivir sin respirar, no se puede ser cristiano, y mucho menos consagrado, sin rezar.”

Entrega total de sí mismas

Segundo, explicó que “ser oblatas” significa entregarse “totalmente” a Cristo sin reservas, como el mismo Jesús hizo “muriendo en la cruz”,  explicándonos bien que “la vida es amor que pide amor.”

Admitió que este camino no es fácil ni cómodo, “pero es el camino de la paz y la alegría.”

Confiar en Dios siguiendo el ejemplo de María

Finalmente, la tercera actitud que el Santo Padre sugirió es confiar en Dios como María: imitándola en la escucha y acogida de la voluntad de Dios, “para que su Palabra se haga carne también en nosotros”.