“En la Virgen que recibe a Cristo para darlo al mundo del que es única esperanza (Const. 10)
23 de mayo de 2022


Himno:

Un canto con el tema del envío para evangelizar a los pobres.

Introducción:


María, impulsada por la caridad, corrió hacia la montaña para asistir a su pariente Isabel. Ella evoca un sentido de misión, de respuesta a las necesidades urgentes, incluso con la sorpresa de su propia situación. Se olvida de sí misma y echa una mano a los otros.


Lectura de las Sagradas Escrituras:

Del Evangelio de san Lucas (1,39-45)
“En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá»


Meditación

“Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios, comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio, y entra a formar parte de su identidad histórica”. (Evangelii Gaudium, núm. 286)

Momento de silencio

Oraciones e intenciones espontáneas

Oración de conclusión:

María Inmaculada, te damos gracias por tu sonrisa a san Eugenio. Así confirmaste su proyecto misionero como un cuerpo apostólico en la Iglesia que generaría fruto abundante para la misión de Dios y se convertiría en una comunidad de santidad. Venimos hoy ante ti y te pedimos que nos sonrías para bendecir nuestros esfuerzos por las vocaciones. Ayúdanos a crear comunidades apostólicas gozosas, con un espíritu fraternal que atraiga a los jóvenes para que se unan a nosotros. Danos un auténtico espíritu de oración que dé testimonio de la verdad de que Dios lo es todo para nosotros. Al perseverar en la oración por las vocaciones, ayúdanos a tener el valor de invitar a jóvenes a abrazar nuestro estilo de vida. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, tu Hijo, el Señor de la mies. Amén.

Himno de clausura