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Escrito por Robert Ellsberg, del reportaje “Benditos entre nosotros” en el número de noviembre de 2022 de Give Us This Day www.giveusthisday.org (Collegeville, MN: Liturgical Press, 2022).  Utilizado con su consentimiento.


Pierre Yves Kéralum, OMI

(NOTA DEL EDITOR: Este mes de noviembre se cumplen 150 años de la desaparición y muerte del P. Pierre (Pedrito) Kéralum OMI en los densos matorrales del Bajo Valle del Río Grande de Texas. Fue un pionero misionero católico, arquitecto de iglesias en el Valle del Bajo Río Grande)

Pierre Yves Kéralum, nació en la Bretaña francesa, se formó como carpintero antes de responder a la llamada al sacerdocio a la edad de treinta años. Tras decidir ingresar en los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, fue ordenado en 1852, y fue enviado inmediatamente a la misión de la congregación en Texas.

Su primera misión fue en Galveston, donde ayudó a abrir un seminario menor católico. Kéralum era experto no sólo en carpintería, sino también en albañilería y diseño, y desempeñó un papel clave en la construcción de iglesias por todo Texas, incluidas las catedrales de estilo gótico de Brownsville y Laredo. También se unió a otros oblatos como misioneros itinerantes, atendiendo a los católicos en ranchos y pueblos lejanos. Los sacerdotes, que viajaban a caballo, eran conocidos como la “Caballería de Cristo”.

La cruz oblata dañada del P. Kéralum, ayudó a identificar su cuerpo.

El P. Kéralum era querido en particular por su amabilidad, su generosidad con los pobres, y su fe ardiente. Mons. Jean Odin, el primer Obispo de Texas, dijo al superior oblato: “La primera vez que conocí a su P. Kéralum, le tomé cariño: es tan bueno, tan cándido y, sobre todo, tan respetuoso, que uno no puede evitar quererle con un afecto singular”. Esa estimación era ampliamente compartida. El pueblo mexicano le llamaba “el Santo Padre Pedrito.”

Cuando se hizo mayor, la salud y la vista del P. Kéralum se deterioraron. El 12 de noviembre de 1872 salió de un rancho. Su montura regresó sin jinete y a él no se le volvió a ver. Diez años después sus restos fueron encontrados en el desierto.

“Hay que llevar a los hombres a sentimientos humanos, luego cristianos, y ayudarles finalmente a hacerse santos.” – San Eugenio de Mazenod, en el manuscrito de 1825 de las Regla de los Oblatos de María Inmaculada.