AIX-EN-PROVENCE

Tras una larga espera de dos años y medio por las medidas de confinamiento y consecuencias de la pandemia, durante los que se cancelaron cinco sesiones, ¡finalmente hemos reanudado la Experiencia de Mazenod!

La comunidad de la casa de fundación recibió a ocho misioneros provenientes de la región de América Latina y el Caribe, del sector Paraguay de la Provincia CRUZ DEL SUR, de la Provincia de BRASIL, de la Delegación BOLPER y de la Misión de CUBA. El equipo animador estuvo conformado por Edward TERREROS (Bolper), José Manuel CICUÉNDEZ (Venezuela) e Hipólito OLEA (Comunidad Internacional de Aix). La experiencia fue enriquecida con la participación de otros oblatos, como Jean Marie DIAKANOU quien nos ayudó a descubrir la ciudad de Aix, Benoit DOSQUETS con el tema de oblatos hermanos, y Bernard DULIER ayudándonos a profundizar en algunos aspectos de Monseñor De Mazenod, Obispo de Marsella. 

Una parte de la sesión coincidió con el 37º Capítulo General. Nos unimos a toda la congregación en oración por el buen trabajo de nuestros hermanos capitulares. Recibimos las noticias de la elección del Superior General y de los miembros del consejo general con alegría y agradecimiento. 

Tras el retiro de 15 días tuvimos la visita del P. Alberto RUIZ de la Provincia Mediterránea, quien nos compartió sobre la experiencia del capítulo. Hacia el final de la experiencia nos acompañó el Superior General, quien también nos animó desde lo que vivió al final del capítulo y desde su experiencia en la misión del Sahara Occidental. Partiendo del capítulo, también compartió con nosotros su visión de los desafíos de la congregación. En aquellos últimos días también nos acompañó el crucifijo del Fundador. Esto fue una linda oportunidad para que cada uno cerrara personalmente ese tiempo de gracia de una manera muy especial. 

Desde la comunidad oblata de Aix trabajamos para que la Experiencia de Mazenod responda mejor como espacio para que muchos oblatos puedan aprovechar este tiempo de gracia, hacer una pausa para volver a las raíces de nuestra historia. Y así, con el corazón renovado en nuestra tierra santa, aquellos oblatos peregrinos que han vivido la experiencia puedan volver llenos de alegría y de esperanza a vivir la comunión al entregarse nuevamente en sus comunidades locales y en la misión que se les ha confiado.