COLOMBO

Por el P. James Jayasinghe, OMI (Vicario provincial)

A vecesson los acontecimientos sencillos y modestos, más que los “megaeventos”,  los que atraen el interés del público en general. Tocan el corazón y se convierten en un recuerdo inolvidable del pasado, mientras que los actos altamente organizados pasan a ser un simple registro en la Historia.

Cuando las Administraciones Provinciales OMI de Colombo y Jaffna decidieron no seguir adelante con las actividades del 175º aniversario de la presencia oblata en Sri Lanka, con grandes actos organizados en la Basílica de Nuestra Señora de Lanka, en Tewatte, para muchos de nosotros las cosas habían ido demasiado lejos, más allá del punto de no retorno. Los Comités del Jubileo de ambas Provincias OMI han trabajado duro, en colaboración, para dar glamour al evento de la celebración del Jubileo, fijada para el 1 de diciembre de 2022.


Cuando algunos Oblatos expresaron claramente sus opiniones contrarias a la celebración de un acontecimiento grandioso, tampoco fue difícil leer la sensibilidad y la mente de la “mayoría silenciosa”. Al estar con la gente común, ellos también han sentido los efectos adversos de la bancarrota económica del país, de la inestabilidad política y social resultante del creciente nivel de corrupción, y de la ausencia de la ley y del orden que amenaza la vida del pueblo. Y es que el contexto no era en absoluto propicio para seguir adelante con la celebración del jubileo tal y como estaba propuesta, aunque ya se habían gastado cantidades sustanciales de recursos y energía en la organización. Detrás de una celebración tan grandiosa, como bien comprendieron ambas administraciones provinciales OMI, había un contra-testimonio de estar con los pobres y los sencillos, una traición a la integridad religiosa, y una victimización de aquellos que honran la contribución de los Oblatos a la iglesia local y al país.


En lugar de la gran celebración prevista, el 1 de diciembre tuvo lugar una sencilla celebración en la Casa Provincial de Mazenod, Colombo, que se desarrolló muy bien, alcanzando todos los objetivos que se habían fijado para ese acontecimiento previamente planeado. El número de Oblatos, pertenecientes a ambas Provincias oblatas, que se presentaron para participar activamente en esta sencilla ceremonia fue de más de cien. Fue una unidad que sorprendió viendo los tiempos difíciles que vive el país. Todos los presentes fueron testigos del espíritu de familia oblato expresado colectivamente. Hubo gran alegría y se repasó los grandes hitos del pasado buscando inspirarse y renovarse en el presente. Hubo un compartir mutuo de los nuevos desafíos que hoy afronta el ministerio de los oblatos, tratando de hallar orientación y apoyo moral mutuo. Hubo una toma de conciencia de los nuevos rostros de los pobres, de la impotencia de esa mayoría silenciosa que pasa hambre, que ha perdido su trabajo y a cuyos hijos se les niega una educación y una infancia con dignidad. La urgencia de evangelizar a los pobres se vio como un deber sagrado e ineludible. Se hizo también una promesa pública de continuar la arraigada tradición oblata de vivir en el cuidado maternal de la Santísima Madre María.


La Eucaristía fue presidida por nuestro propio hermano oblato Mons. Dr. Norbert M. Andradi OMI, Obispo de la Diócesis de Anuradhapura. También fue celebrada sin mayor pompa y gloria. Junto a él concelebró el Reverendísimo P. Henricus Asodo, OMI, 2º Asistente General, que se unió inesperadamente a nosotros haciendo un hueco en su apretada agenda, los dos Superiores Provinciales, el P. Roshan Silva OMI y el P. Eugene Benedict OMI, y el P. Pius Pohdueng, OMI de la Delegación OMI de Bangladesh. Al final de la celebración, se anunció la clausura del 175º Año Jubilar, y se detalló claramente el trabajo que se ha realizado durante el Año Jubilar a pesar de los obstáculos imprevistos surgidos de las situaciones de covid-19 y de las convulsiones económicas y políticas.


Fue muy apreciada la sencilla comida compartida en el almuerzo, previa a la festividad, como signo de la conciencia misionera oblata, intentando integrar el “corazón oblato” con los pobres. Algunos de nosotros incluso dijeron que lo que demostramos ese día estaba lleno de valor profético y testimonial. Al final del día, uno puede decir: ‘Nuestra opción por la sencillez nos ha aportado todo lo que necesitamos. ¿Qué necesidad hay de una celebración del Jubileo extravagante?