El 22 de agosto de 1997, el Papa Juan Pablo II declaró “Beato” a Frédéric Ozanam, fundador de la Sociedad de San Vicente de Paul. Mucho se ha dicho en esa ocasión. Fue recordado como un grande laico, profundamente cristiano, esposo y hombre de familia, profesor de universidad, reformador social y amigo de los pobres. Se hizo hincapié en los inicios de sus “conferencias de caridad”, cuando el 23 de abril de 1883, a la temprana edad de veinte años, reunió a seis compañeros de la universidad en París, y los involucró en un movimiento que en pocos años se difundió a lo largo de Francia, así como también, en Roma, Londres, Múnich, Bruselas y Argel. Dijo una vez: “Mi deseo es poder acoger al mundo en una red de caridad”. Y en aquellos días, cuando el capitalismo estaba ejerciendo sus estragos entre la población pobre del lugar, Ozanam y sus compañeros realizaban en silencio visitas semanales a las familias necesitadas. Siguieron la guía de la hermana Rosalie Rendu, una hija de la caridad y verdadera Madre Teresa del siglo XIX. Distribuyeron gratuitamente alimentos, leña, ropa, etc. La hermana Rosalie aconsejó a esos caballeros jóvenes: “Por encima de todo, aprendan a respetar a mis pobres, a amarlos y, sobre todo, a no juzgarlos”.

Monseñor de Mazenod y las conferencias de Marsella
En 1833, Marsella ya podía contar con muchas instituciones de caridad importantes, como la sociedad de los Petits Savoyards, los Servantes, etc. Sin embargo, el 31 de mayo de 1844, ocho hombres jóvenes, entre ellos dos abogados y un médico, se reunieron en Marsella con el objetivo de fundar la conferencia de San Vicente de Paul. A continuación, una cierta desconfianza comenzó a hacerse sentir en el clero. Los párrocos creyeron que no era oportuno añadir otro proyecto a todos aquellos que ya existían en la ciudad. Temían la dispersión de energía y que se afectará la generosidad de los fieles. Fue difícil entender que esta asociación sería dirigida por un laico y que no se aceptarían sacerdotes como miembros activos de la misma.

Monseñor de Mazenod, que ha sido jefe de la diócesis desde 1837, resultó ser más favorable que los miembros de su clero. Anunció que le complacía aprobar este proyecto y se comprometió a prestar “ayuda, asistencia y consejos”. Por su parte, los oblatos accedieron a abrir la cripta de su misión de calvario a aquellos jóvenes para sus reuniones semanales. Poco tiempo después, ofrecieron incluyo la sala de reunión, que era menos húmeda y más apropiada. El siguiente 8 de diciembre, seis meses después de la fundación, diecisiete nuevos miembros se unieron al grupo original. En ese momento, Monseñor de Mazenod presidía la Asamblea General y recomendaba altamente la conferencia a sus sacerdotes, mientras que disipaba sus dudas. A partir de ese momento, el caso de las conferencias fue juzgado favorablemente por el público de Marsella. En los años 1846-1847 la obra fue compartida por doscientas tres personas y el número de familias que la visitaron creció a doscientos ochenta y cuatro.

En Aix, el Padre Hoppolyte Courtes, OMI, Superior de la Misión, también ofreció su plena colaboración a la conferencia local. Puso “su persona, su casa, y todos los que vivían allí…” a disposición de los miembros. Ha repetido a menudo: “Si un día esos hombres no tienen nada más para ofrecerles a los pobres, cogeré el pan de mi boca y se lo daré a ellos”.

Podemos añadir, para más información, que la primer conferencia de la Sociedad de San Vicente de Paul en Canadá fue establecida en 1846, en Quebec, en la parroquia de Notre Dame, por un médico joven que realizó sus estudios en París, el Dr. Joseph Painchaud. La primera conferencia en Montreal se realizó en la parroquia de Saint Jacques, el 19 de marzo de 1848, y Hubert Paré fue su presidente. Hoy en día, ciento sesenta y siete años después de su fundación por parte de Frederick Ozanam, la Sociedad de San Vicente de Paul se implanta en ciento treinta países y cuenta con más de cuatro mil conferencias.

André DORVAL, OMI