Descurbe lo que eres a los ojos de Dios

Entervista con Mons. Mark Edwards OMI
Obispo Auxiliar de Melbourne

Mark Stuart Edwards nació en Balikpapan (Indonesia) el 14 de Junio de 1959. El 17 de Febrero de 1984 hizo su profesión religiosa perpetua. Fue ordenado sacerdote el 16 de Agosto de 1986 en Melbourne. Ha ejercido como maestro y como director de escuelas secundarias durante 15 años, y también como formador y profesor de Filosofía por otros 12. También ha sido consejero de la Provincia de Australia de los Oblatos de María Inmaculada, desde 2001 hasta 2012. El 17 de Diciembre de 2014 el P. Edwards fue consagrado obispo auxiliar de Melbourne.

  • ¿Cómo fueron los comienzos de su historia con los Oblatos?

Fui a una escuela de los oblatos, el Colegio Mazenod, en Melbourne. Era la escuela superior católica local y mi madre, que era una devota católica, fue el instrumento del que Dios se valió para ponerme ahí. Fue allí donde conocí por primera vez a los Oblatos. El tiempo que pasé en la escuela fue particularmente providencial. Cuando era estudiante, la Provincia oblata de Australia acababa de tomar la decisión de abrir una misión en Indonesia. Algunos de los oblatos que enseñaban en la escuela fueron enviados a la misión y oía muchas historias muy interesantes sobre ellos. Creo que una de las cosas que más acaparaban mi imaginación era la idea de ser misionero.

  • ¿Podrías nombrar a algunos de aquellos oblatos que influyeron en usted en la escuela?

El P. John WOTHERSPOON es uno de los que primero me vienen a la mente. Mantenía una relación muy buena con la clase, era muy cercano. Incluso visitaba las casas de los estudiantes y recuerdo que un día vino a mi casa. Al final, el P. John fue a China como misionero. Está trabajando en Hong Kong con los presos. Su cercanía con la gente y con los estudiantes ciertamente me sedujo. El P. John SHERMAN puso en mí la semilla de la vocación cuando aún seguía en la escuela. El P. Kevin DAVINE fue también otro oblato que dio su vida por los estudiantes, muy amable y positivo.

  • ¿Qué elementos influyeron en usted para que ingresara al final en la Congregación de los Oblatos?

Uno fue el hecho de que los Oblatos fueran misioneros. Segundo, tuve la suerte de asociarme en el colegio con muy bueno oblatos, que fueron muy amables con nosotros. Seis de ellos vivían y trabajaban en la escuela. Pude ver el valor del testimonio de su vida de comunidad, y también yo deseaba vivir una vida comunitaria como la de ellos. Estos fueron los tres elementos principales que me llevaron a escoger a los Oblatos.

  • La historia de su ingreso en el Seminario es muy interesante.

Sí, tomé la decisión de ingresar en los Oblatos cuando estaba en grado 12, quizás había cumplido ya los 17. Cuando expresé mi deseo, los Oblatos me

sugirieron otra cosa. Durante ese período, la Provincia había iniciado un nuevo programa en el que los candidatos vivían con oblatos durante una parte del año mientras seguían trabajando o estudiando. Por tanto, me propusieron que siguiera con mi primer año de universidad mientras pasaba parte del curso con los oblatos. Ahí estudié física y matemáticas aplicadas. Un año después, cuando volví a solicitar el ingreso en los Oblatos, dijeron, “lo estás haciendo tan bien en la universidad,… ¿por qué no terminas tus estudios y luego te unes a nosotros?” Me enfadé mucho en aquel momento. Ahora, desde la distancia, creo que todavía era muy inmaduro, y ellos querían darme algo de tiempo para que reflexionara. Así, tras completar mis estudios universitarios, por fin entré en los Oblatos.

  • ¿Te resultó difícil tomar esa decisión en un contexto tan secular como el de Australia?

Cuando uno decide ser sacerdote en Australia, encuentra obstáculos de índole social. El sacerdocio y la vida religiosa no figuran entre los ideales de nuestro pueblo. Ciertamente, no te ayudan a ascender en la escala social. Tenía miedo de lo que pudieran pensar los demás, de ahí que no les dijera nada. Sin embargo, y para mi sorpresa, descubrí que cuando se supo mi decisión, mi familia y mis amigos me apoyaron y se alegraron conmigo.

  • Dice que el aspecto de la vida misionera de la Congregación le atrajo cuando aún estaba en la escuela. ¿Ha sido también así en su vida como sacerdote oblato?

Lo que me atraía era ser misionero en el extranjero. Recuerdo al principio de todo que hice un “pacto” con Dios. Le dije “Haré cualquier cosa por ti, Señor – ser misionero en el extranjero, vivir en comunidad, trabajar en parroquias, como capellán de hospital, cualquier cosa – pero por favor, no me envíes a un colegio.” ¡Mi primer nombramiento fue para trabajar en escuelas! Nunca he sido misionero en el extranjero, pero supongo que en cierto modo, qué cultura es más “extranjera” que la cultura de los jóvenes de Australia. Así, gradualmente empecé a verme a mí mismo como un misionero en esa cultura.

  • ¿Cómo ha visto el plan de Dios haciéndose realidad en tu vida a pesar de esos momentos en los que sus planes no se cumplían?

Tengo que decir que Dios siempre ha tenido razón. Al principio me sentía muy infeliz trabajando en las escuelas pero después empecé a disfrutar, y ahora creo que he llegado a ser muy bueno en este ministerio. Y entonces, me llevé una gran sorpresa cuando el Provincial me pidió que fuera al seminario como formador. Aunque la vida en el seminario era diferente de la vida en la escuela, algunas de las habilidades que aprendí como profesor luego me fueron muy útiles como formador. Y cuando luego volví al colegio como director, mi experiencia como formador y como superior de una comunidad oblata me ayudaron a dirigir mejor el colegio. De hecho, un director es un formador. Es también un líder de una comunidad de profesores y de una comunidad de estudiantes. Al echar una mirada atrás en mi vida, veo que en cada etapa he aprendido algo que luego, en la siguiente, me fue muy útil. Dios siempre me ha preparado para la siguiente misión. Ahora que soy obispo, confío en que Dios me ha estado preparando también para esto. Tal vez, en todo esto, la obra más importante de Dios es la de prepararme a mí para Él.

  • Siendo oblato, ¿cuáles son los retos que afronta ahora como Obispo?

Un gran reto para mí es el vivir fuera de una comunidad oblata. En mi vida, todo lo que quería era contribuir al proyecto oblato, viviendo en comunidades oblatas. Quizás sea porque amaba la congregación desde mi infancia. Siempre he vivido en comunidades y la más pequeña en la que viví estaba formada por tres oblatos. El apoyo que encontraba para rezar, la amistad y los ánimos que recibía para vivir el ideal oblato eran maravillosos. Ahora que estoy por mi cuenta, siento la falta de una vida de comunidad como esa. De hecho, he expresado esta preocupación al arzobispo de Melbourne. Así que me ha puesto en un presbiterio con un párroco. Rezamos juntos vísperas, comemos juntos y ciertamente lo agradezco. Sin embargo, sigue siendo para mí un reto vivir fuera de una comunidad oblata.

Fue en Camberra donde el Nuncio me comunicó la noticia de mi nombramiento como obispo auxiliar de Melbourne. Después me condujo de regreso al aeropuerto. Allí, me sobrevino un sentimiento de tristeza porque me di cuenta de que eso haría que tuviera que vivir fuera de una comunidad oblata y dejar de contribuir a la misión oblata.

Otros retos son los mismos que afronta cualquier otro oblato. El reto de ser santo es el desafío básico nuestro de cada día. No hay manera de ser misionero si no estás enamorado de Jesucristo, y esto es igual también para un obispo. Me sigo sintiendo interpelado a crecer en mi relación con Jesucristo.

 

  • La Congregación se está preparando para la celebración del 200 aniversario de su vida y misión. ¿Hay algún mensaje específico que quiera compartir con sus hermanos oblatos?

Normalmente se me da mejor animar que corregir (risas). De ahí que prefiera animar a mis hermanos en dos áreas.

Una es la formación permanente. Tenemos que profundizar en nuestra conversión, tal y como el último Capítulo nos sugería de manera tan acertada para estar más cerca de Jesús. Debemos alimentar los distintos aspectos de nuestra vida: intelectual, espiritual, físico y emocional. En general, como oblatos, nuestro trabajo nos acapara y somos gente muy ocupada. A veces, estos trabajos nos impiden prestar la apropiada atención a aspectos importantes de nuestra vida: la vida de oración, leer, cultivar los vínculos familiares y las amistades.

También animo a los oblatos a no tener miedo de ser auténticos líderes de comunidad. Escuchando honestamente a lo que dice la comunidad, fomentando un diálogo auténtico, alcanzando una decisión sabia, y entonces, ayudando a la comunidad para que se mantenga firme en la decisión adoptada y a que den cuentas de la misma. Estos son los retos a los que un buen líder debe hacer frente. La valentía y la sabiduría de un liderazgo así sólo pueden venir del Espíritu Santo. Es posible que uno no pueda ser cristiano sin ser líder.

Pienso que cuando los PP. Eugenio, Tempier y los otros, se juntaron por primera vez creían que su vida juntos les acercaría a Dios. Reflexionar sobre este punto puede ayudarnos a volver a ser lo que realmente somos. Eso es lo que le sucedió a Eugenio de Mazenod. Cuanto más descubría el amor de Jesús por él, más correspondía desde su corazón. Como hijos suyos, ¿de qué manera podemos acercarnos más a Jesús? Pasando tiempo en la oración, reflexionando sobre cuánto nos ama Jesús. Una vez que haces esto, no hay otra opción más que amarle como respuesta.

“Descubre lo que eres a los ojos de Dios” – la famosa expresión de nuestro Fundador – es mi divisa como obispo. La escogí como divisa porque eso es lo que yo también quería decir a la gente de Australia.

Shanil Jayawardena OMI