El domingo 21 de mayo de 2017, fiesta de San Eugenio de Mazenod, el Papa Francisco nos sorprendió al anunciar la creación de cinco nuevos cardenales “atípicos”. Entre ellos estabaMonseñor Louis MariLing Mangkhanekhoun, uno de los tres obispos de Laos. La noticia afecta a los Oblatos y nos llena de profunda alegría.

Cardenal Louis Marie Ling es bien conocido entre los Oblatos. Nacido en Ban Na Louang, el pueblo de la minoría Kmhmu’, un pueblo al que los Oblatos acababan de empezar a evangelizar, fue bautizado y educado por el equipo oblato de Xieng Khouang. Los sacerdotes que conoció de niño eran misioneros oblatos de Francia.

Eminencia, ¿cuál fue su primera reacción cuando oyó que había sido elegido cardenal por el Papa Francisco?

Fue toda una sorpresa para mí. También cuando fui nombrado obispo, me sorprendió, porque estaba decidido a servir como sacerdote de por vida, no como obispo. Sin embargo, no se puede decir no cuando Dios te llama a servir. De ahí que la llamada a ser cardinal fuera más sorprendente si cabe.

Alguien me llamó al teléfono y dijo “Felicidades Monseñor, ¡ha sido elegido como cardenal por el Papa!” Yo respondí, “No le creo”. Creía que me estaba tomando el pelo. Pero a esa llamada, inmediata

mente le siguieron muchas otras llamadas y entonces pensé “quizás sea verdad”. Entonces acudí a internet para ver si realmente era así y ahí encontré mi nombre. Un día más tarde me llamó el nuncio [Mons. Paul Tschang In-Nam, delegado apostólico de Laos] y también recibí la llamada oficial de Propaganda Fide para felicitarme.

¿Por qué cree que el Papa Francisco le ha escogido a usted como cardinal?

Creo que el Papa tiene una manera propia muy interesante de hacer las cosas, ¿verdad? Cuando nos encontramos en la visita Ad Limina en enero, insistió en la dimensión misionera de la Iglesia. También habló de la importancia de poner a los pobres en primer lugar. Dijo: “Quiero ver a la Iglesia en las periferias, una Iglesia de los pobres y una Iglesia que sea misionera”. Por eso creo que es un reconocimiento que hace a la Iglesia de Laos, que es misionera en su carácter y que está compuesta sobre todo por gente pobre.

Usted pertenece al Instituto Voluntas Dei, fundado por un oblato, el P. Louis-Marie PARENT. Más aún, usted ha vivido con los Oblatos toda su vida. ¿Cuál ha sido la contribución de los Oblatos en su vida?

Sabe, siempre he estado con los Oblatos. Desde mi bautismo, siempre ha habido un oblato en mi vida. Algunos de ellos son ahora Beatos. El Beato Wauthier fue mi párroco y hay muchos otros. He sido formado por ellos. La espiritualidad que he heredado y mi espíritu de servicio provienen de ellos. En resumen, He ganado mucho con su presencia en Laos. También, fue un obispo oblato, Mons. Etienne LOOSDREGT quien me envió a Canadá para ingresar en Voluntas Dei. De hecho, yo fui el primero que él envió al Instituto. Antes de mí, hubo otros que fueron enviados a Francia para iniciar una vocación en la Congregación OMI. Guardo buenos recuerdos del obispo. Amaba realmente a los pobres, sobre todo a la gente de etnias. Yo mismo formo parte de un grupo étnico pobre y para él, el hecho de escogerme para enviarme a Canadá, fue algo especial. Soy feliz de haber podido convertirme en la persona que él deseaba que yo fuera.

¿Cuál fue la característica clave que usted vio en los Misioneros Oblatos de antes?

Lo más importante es que esos misioneros amaban a nuestro pueblo. Estaban dispuestos a aprender sus tradiciones, su cultura y sus idiomas. Si alguien no ama a la gente, quizás nunca llegue a hacer eso. Se entregaron totalmente a la gente y la gente lo apreciaba. Realmente.

Recuerdo que nunca era capaza de pagar los gastos escolares. De ahí que los curas de mi parroquia se ocuparan de eso. Los PP. Jean WAUTHIER, Jean SUBRA, Henri DELCROS y AndréHEBTING (que vive todavía en Francia) todos ellos me ayudaron. Creo que el evangelio no sólo se difunde con palabras. Es el testimonio, es tu propia vida. El ser es más importante que el actuar. Estos misioneros son grandes ejemplos de esto que digo. Yo mismo me he preguntado siempre “¿Por qué hicieron todas estas cosas?” y después de un tiempo, yo mismo me decía también “Tú haz lo mismo”. Lo que los misioneros hicieron por mí fue poner en mi cabeza la convicción de que yo debía ponerme al servicio de la gente.

¿Podría compartir alguna de sus inolvidables experiencias como sacerdote u Obispo?

En 1975, los misioneros extranjeros fueron obligados a abandonar el país. Por entonces yo llevaba tan sólo 3 años de sacerdocio. Cuando me enteré fue como si me sintiera solo. El P. Subra, mi párroco, me dijo “No, no estás solo. El obispo está contigo”. Sin embargo, la realidad es que tuve que permanecer solo en las montañas. Intenté volver a Vientián pero el obispo me pidió que esperara, que era demasiado peligroso. ¡Esperé 11 años (risas)!

También he oído hablar de un acontecimiento dramático del que pudo sobrevivir mientras otros que estaban con usted fueron asesinados.

Creo que he perdido una excelente oportunidad para ser yo también mártir (risas). Fue justo después de la Pascua de 1970. Si recuerdo bien, todavía era diácono y mi superior me pidió que predicara un retiro en cierto pueblo que se había convertido hacía menos de un año. Otros dos catequistas, Luc Sy y Maisam Phô Inpèng vinieron conmigo. Así, los tres fuimos juntos a realizar nuestra misión. Pasamos una noche allí y al día siguiente, sobre las 10:00 a.m. quisimos volver a Vang Vieng. No había transporte así que subimos a un camión militar. No estábamos lejos del poblado, a sólo dos kilómetros de distancia, cuando caímos en una emboscada. Éramos unos catorce y siete u ocho cayeron muertos. Luc Sy y Maisam fallecieron en el lugar. Los dos son ahora Beatos.

Me escapé como pude hacia el pueblo y sólo después volví para buscar a mis amigos. Fueron enterrados al lado de la carretera sin ni siquiera un ataúd, siguiendo las instrucciones de los militares, aun cuando nosotros queríamos enterrarles en el poblado. Entonces viví otro gran desafío – la de contar estas tristes noticias a sus familiares. Fue realmente un trago difícil. Nunca olvidaré ese incidente.

Y con todas esas terribles experiencias, usted decidió, con plena conciencia, ser sacerdote.

Verá, no es que sea una persona sin miedo. Tenía mis dudas, para serle sincero. Terminé mi primer año de experiencia pastoral y no estaba satisfecho conmigo mismo. Así que pedí más años y me los concedieron. Oré al menos durante 7 años hasta estar seguro de lo que quería ser en la vida.

De hecho fue aquel incidente que acabo de contar en el que dos de mis amigos fueron asesinados el que me cambió. En aquel momento, cuando estaba solo, escondiéndome, rodeado de hombres armados, algo hizo “click” en mi corazón. ¿Por qué había sobrevivido yo? Empecé a reflexionar. Dios hizo que me diera cuenta de que Él me quería para servir a su pueblo de una manera especial. Me dije a mí mismo “desde ahora en adelante, seré sacerdote”. Esta fue la primera y última decisión que hice para hacerme sacerdote. Tan seguro estaba de que Dios me llamaba para ser sacerdote. Curiosamente, aquella decisión fue el resultado del momento más aterrador de mi vida.

¿Cuál es su experiencia personal con el Fundador del I.V.D, el P. Louis-Marie Parent?

Él me conocía cuando estaba en el seminario menor en Paksán, Laos, porque había visitado mi pueblo muchas veces. Ante todo, yo era entonces el único que hablaba francés bien. Así que eso me ayudó a tener una relación mejor con el P. Parent. Creo que él me tenía por un chicho especial; muy vivo y dinámico y todo eso. Siempre me llamaba “Ti LOUIS” en francés, lo que significa “Pequeño Louis”. Sólo cuando fui consagrado obispo dijo “¡Oh, no, ahora tengo que cambiar!”. Pero entonces yo

dije “No, no hay problema, siempre seré tu ‘pequeño Louis’”.

 

Usted ha sido el Vicario Apostólico de Paksé desde octubre de 2000. En febrero de este año el Papa Francisco le ha nombrado Administrador Apostólico de Vientián. Ahora que también es cardenal, ¿tiene algún plan especial para la Iglesia local de Laos?

No, creo que continuaré de la misma manera que hasta ahora. Sin embargo, estoy determinado a aumentar el número de vocaciones. Sobre todo en Vientián, debemos empezar de cero. También pienso en preparar a alguien para que me suceda. Son las dos cosas en las que quiero centrarme ahora mismo.

Como buen amigo de los Oblatos, ¿cuál es su mensaje para la Congregación de los Oblatos?

Lo primero, un oblato tiene que ser un oblato. Quiero decir que tiene que ser un oblato en el auténtico sentido de la palabra. En una enciclopedia francesa de finales del siglo XIX los Oblatos eran definidos como “Jésuites des campagnes” o los “jesuitas de campo”. Van a las periferias. Creo que ésta es su característica. Por ejemplo, Vi en Tailandia hasta qué punto los Oblatos salen hacia los pobres; los pobres que otros descuidan. Esa es su identidad. Por esto decía que un oblato debería ser un oblato.

Entrevistado por el P. Shanil Jayawardena OMI