1. Presencia Oblata
  2. Entrega de la Misión

En la Provincia Este de Sri Lanka había dos vastas regiones desérticas y abandonadas. Las regiones habitadas se encontraban a lo largo de la costa o no muy distantes del mar. Ahí solo teníamos dos misiones, muy distantes una de otra y de las demás misiones, en Trincomalee y Batticaloa. La gente del área generalmente era tamil. Todos los sermones dominicales eran tanto en inglés como en tamil.

En Batticaloa también había protestantes, no-cristianos y musulmanes. Además de una tribu nómada llamada Veddas en el interior de la provincia, que se movía en una vasta región llamada Bintenne. La caza era generalmente su medio de sustento.

De acuerdo a un mapa geográfico de Sri Lanka, Batticaloa estaba a 370 km de Jaffna y a 168 de Trincomalee.

La definición correcta para Batticaloa es una pequeña isla en medio de un lago salado, conectado al mar a través de un canal de casi 5 km de largo y 300 m de ancho, con hermosos bancos. La circunferencia de la isla es de casi 5 km. Cuando los misioneros Oblatos llegaron por vez primera en 1848, esta era la estación principal de la misión desde donde se atenderían las necesidades pastorales de las áreas circunvecinas. La misión de Batticaloa consistía entonces de siete iglesias con cerca de 1,500 católicos. La antigua misión de Batticaloa no tenía buena reputación entre los primeros misioneros. Algunos de ellos tenían que sacudirse los pies del polvo del lugar y buscar lugares más pacíficos. Las disputas de facciones eran las principales dificultades en la misión. También había algunas otras molestias y problemas: el lugar era remoto y aislado, la comunicación era difícil y la población se encontraba dispersa.

Presencia Oblata
Los primeros misioneros Oblatos, bajo el liderazgo del P. Étienne Semeria llegaron a Sri Lanka, entonces Ceylán, en 1847; y al llegar a Jaffna el 1° de marzo de 1848, el P. Luis María Keating, después de un breve receso para aprender el idioma tamil en Jaffna, fue asignado a la misión de Batticaloa. Al llegar el P. Federico Mouchel, fue enviado a ayudar al P. Keating. En esta época los misioneros eran nuevos en el país y sabían muy poco de sus costumbres e idiosincrasia, por ello no pudieron permanecer mucho tiempo.

El P. Constante Chounavel llegó a Batticaloa el 4 de abril de 1853, siete meses después de su llegada a Sri Lanka. En ese período, por decirlo así, había sido capacitado en forma especial para Batticaloa. Se dice que la gente lo recibió con algo de desdén. “Queríamos un sacerdote, y nos enviaron a un joven”. Pero pronto cambiaron de opinión.

El P. Chounavel dejó un registro de lo que encontró en Batticaloa. En el pueblo de Puliyanthivu mismo, habían dos iglesias: Santa María y San Antonio. A siete u ocho ‘ligas’, había una tercera, con cerca de 50 católicos; dos horas más adelante se encontraba una cuarta iglesia, dedicada a San José, casi en ruinas. Cerca de Batticaloa, en otra dirección, habían tres Iglesias más: Santa Ana con 50 católicos, Nuestra Señora de los Dolores, y otra a la que pertenecían unas pocas familias.

La ignorancia, la indiferencia y el alcoholismo se habían vuelto crónicos y prevalecían grandemente. Las dos iglesias del pueblo de Batticaloa eran evidencia concreta de la falta de unidad cristiana.

Al escribir acerca del P. Chounavel, el obispo Esteban Semeria, menciona que trajo a su ministerio “una paciencia admirable, una rara prudencia y un celo tan activo como iluminado.” Todos los domingos, además de predicar el sermón matutino, daba dos clases de Catecismo en la tarde: una para adultos y otra para niños, con asistencia de 200 personas de forma continua.

Durante su estancia, una joven de Batticaloa escuchó el llamado a la vida religiosa, yendo a la India y tomando el hábito de las Hermanas de San José de Cluny, en Carical.

En mayo de 1854, tal vez por primera vez en Batticaloa, se vio la iglesia repleta para las devociones vespertinas. Las fiestas eran celebradas con gran pompa, en especial la de Corpus Christi, introducida por el P. Constante Chounavel. Varios jóvenes se habituaron a recibir los Sacramentos con frecuencia. Se terminaron muchos escándalos. Se arreglaron viejas rencillas. Se regularizaron cuarenta uniones en desorden. Un número considerable de personas que no se habían acercado a los Sacramentos por años, fueron llevados a cumplir con sus deberes de Cuaresma. Se estableció una escuela católica para que los niños recibieran instrucción religiosa. Varios protestantes y no-cristianos fueron llevados al seno de la Santa Iglesia. Así fue el afecto ganado por el nuevo Misionero, de quienes alguna vez estuvieron inclinados a despreciarlo. Cuando se presentaba alguna riña de facciones, solo con mencionar el Padre Chounavel que se iría de Batticaloa, los rijosos llegaban a un acuerdo. En una ocasión en que amenazó con irse, la gente incluso llegó al punto de enviar una petición al P. Semeria, el superior, rogándole no llevarse al P. Chounavel de Batticaloa.

La tarea de la renovación espiritual iniciada así por el P. Constante Chounavel en 1853, fue consolidada y perfeccionada por la gran misión que los Oblatos predicaron en Batticaloa en julio de 1858, en la que el P. Chounavel mismo fue uno de los predicadores.

Además de ser un poderoso predicador, cazador incansable de almas y un buen organizador, también era autor, músico, escultor, pintor, arquitecto y mecánico. Proveía a sus iglesias pobres con estatuas y Viacrucis. Compuso una colección de himnos en tamil, que se cantaron por mucho tiempo. Tradujo una gran parte de la Biblia, la historia de la Iglesia y libros de devoción en tamil, elaborando una gramática para uso de los misioneros. En el espíritu de Julio Verne, incluso había construido una “linterna mágica” y un reloj en la torre. El P. Constante Chounavel contínuó su ministerio hasta que fue transferido a la misión en Manna en 1856.

El P. Augusto María Rouffiac, otro gran misionero Oblato de Batticaloa llegó a la misión en 1857. Llegó a Sri Lanka y Jaffna el 22 de junio de 1853; después de cuatro años de ministerio en Valigamam, llegó a Batticaloa, donde permaneció 10 años. El P. Rouffiac dirigió su atención en particular a los huérfanos. Construyó un orfanatorio donde atendía las necesidades de los niños pobres. Fue el primer lugar de este tipo y su realización fue una gran esperanza. El Obispo Semeria y el P. Bonjean, responsable de la tarea de la Sagrada Infancia en el vicariato de Jaffna le felicitaba constantemente por lo realizado por el bienestar de los niños. Durante su estancia en Batticaloa, el P. Rouffiac también buscó hacer contacto con los Veddas, habitantes aborígenes de Sri Lanka que vivían en el bosque de Bintenne, entre Kandy y Batticaloa. Eran nómadas analfabetas e incivilizados, que se sostenían de la caza en las montañas centrales. Aunque no logró mucho éxito en su primer intento, continuó sus actividades de evangelización entre ellos con esperanza y optimismo. Se considera al P. Rouffiac como uno de los grandes misioneros de Batticaloa. El intenso celo de este sacerdote católico en Batticaloa y su periferia sorprendió a los misioneros de la Sociedad Unida para la Propagación del Evangelio.

Entre los pioneros antes de 1861, además de los Padres Keating, Mouchel, Chounavel y Rouffiac, son dignos de mencionar al P. José Laclau-Pussacq, en 1858-1860, el P. Juan María LeLons en 1860 y el P. Yves LeCam en 1860 y 1863. También estuvieron en la misión por un corto período el P. Adrián Saint-Geneys, el P. Gabriel José Salaün y el P. José María Ghilini.

Construyeron en ese tiempo seis iglesias para las nuevas comunidades que establecieron. También repusieron algunas de las iglesias antiguas, como Santa María en Puliyantivu y la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores en Thandavanveli, un lugar histórico asociado al nombre del Beato P. José Vaz, que se cree fue la cuna del catolicismo en el Distrito de Batticaloa.

Santa María en Puliyantivu fue construida originalmente por Pascal Mudaliyar en una propiedad que donó en 1808. Fue un pequeño pero importante edificio que se incorporó a la actual Santa María como sacristía. En alguna época fue utilizado como colegio de niñas. En 1867 el P. Rouffiac lo añadió a la antigua iglesia. También compró el jardín de Celestina Odear, donde funcionó una escuela temporal y construyó el presbiterio de la iglesia de Santa María. En 1870, el P. Francisco Javier, sacerdote secular hizo algunas reparaciones a la antigua iglesia, y construyó un altar. En 1874 se inició la nueva iglesia de Santa María y el P. Francisco Javier, delegado oficial del Obispo Bonjean, puso la primera piedra el 19 de julio, asistido por el P. Léon Juan Bautista Pélissier. El P. Francisco Javier demolió parte de la antigua iglesia y cambió las campanas a una nueva torre construida cerca del ábside. En esta torre fue donde el P. Chounavel colocó el reloj que hizo. En 1890 el P. Augusto Roux construyó las dos pequeñas bardas de la iglesia actual. La iglesia de San Antonio en Puliyantivu parece haber sido construida antes de 1800. Su arquitectura es también del estilo Danés Antiguo, con gruesas paredes de piedra y arcilla. La iglesia original era un edificio muy sencillo, que embellecieron los Padres Oblatos con verandas y se añadieron una sacristía y una habitación para los mellingy.

El Colegio San Miguel y la Escuela Santa Cecilia en Batticaloa nacieron durante el período de los Oblatos. El primer sacerdote secular de Ceylán, el P. Francisco Javier, originario de Jaffna, era una persona realmente excepcional: integrado por completo a su tierra y muy conocedor del idioma y costumbres de la gente, hombre de gran energía y arrojo, fundó la Escuela San Miguel de Inglés para niños, la Escuela Santa Cecilia de Inglés para niñas y la Escuela Santa María Tamil.

Entrega de la Misión
Los Oblatos hicieron entrega de la misión de Batticaloa a la Congregación de la Sociedad de Jesús con el decreto In hac beati Petri publicado el 25 de Agosto de 1893 por el Papa León XIII, estableciendo dos nuevas diócesis en Sri Lanka, Galle y Trincomalee-Batticaloa; ambas fueron encomendadas a la Sociedad de Jesús.

De acuerdo con el informe que envió el Obispo Semeria a Propaganda Fide el 3 de septiembre de 1861, toda el área de la Provincia Este de Sri Lanka constaba de 8,640 km cuadrados y su población total era de cerca de 300,000 personas en 1860. Había dos misioneros en cinco Iglesias y dos capillas con 1992 católicos en la misión de Batticaloa en 1861. Había una buena escuela de inglés y dos escuelas locales.

Jerónimo Velichor, O.M.I.