Nació en Fontjoncouse, Aude, el 29 de junio de 1804
Tomó el hábito en Aix el 10 de enero de 1827
Hizo la oblación perpetua en Aix el 4 de junio de 1834 (nº 58)
Murió en Aix el 21 de noviembre de 1870.

Juan Bernardo Ferrand, el primer hermano que profesó en la Congregación, naació en Fontjoncouse, Aude, el 29 de junio de 1804 de una familia honrada de labradores. Más tarde, sus padres establecieron su domicilio en Roquefort-des-Corbières. De ahí vino Juan a Aix, con veintidós años y medio, para empezar el noviciado el 10 de enero de 1827. Emitió los primeros votos el 4 de junio de 1828 e hizo la oblación perpetua el 4 de junio de 1834.

Pasó los primeros años de vida religiosa en Aix, bajo la dirección del padre Hipólito Courtès, superior exigente y puntilloso que, sin embargo, formó a buenos religiosos. En todas las casas donde estuvo, el hermano Ferrand fue ya cocinero, ya portero o bien hortelano.

Formó parte de la primera comunidad de Córcega en la primavera de 1835. El padre Hipólito Guibert decía que sin él no habría podido abrir el seminario de Ajaccio (cf. Mazenod a Guigues, 27-5-1835).

En agosto de 1836 el hermano Ferrand fue a Vico con el padre Domingo Albini, que apreciaba su flexibilidad y su regularidad. Durante el invierno, con todo, el hermano pasó por una crisis de vocación. Deseaba entrar con los Capuchinos. En esa ocasión el padre Albini escribió al Fundador, el 18 de diciembre de 1836: “Hago votos muy ardientes por que Dios purifique a nuestro Instituto del fermento que echa a perder la buena harina que me agrada reconocer en nuestra santa Congregación y le aseguro, por mi cuenta, que preferiría mil veces estar aquí solo a tener por compañeros a hombres que solo están ligados al Instituto por unos débiles lazos exteriores”. El hermano quedó por dos años en Vico, luego volvió al seminario mayor de 1838 a 1841. Cuando se enfermó el padre Albini, durante el invierno de 1839, el hermano Ferrand le envió un pastel, lo que motiva la última carta de ese venerable padre, escrita el 4 de marzo de 1839. El hermano volvió a trabajar en Aix de 1841 a 1847.

A pesar de su buen espíritu religioso, el hermano Ferrand tenía una imaginación viva y ardiente. Exageraba fácilmente las dificultades que encontraba en su camino. En 1846 ya no alcanzaba a ocuparse de la cocina y de la huerta, y sobre todo ya no soportaba al padre Courtès, que tan pronto le aprobaba como le reprochaba acerca del mismo tema (cf. J.A. Martin a de Mazenod, 14-7-1846). El hermano pasó de nuevo un período de crisis. Pidió cambiar de casa e incluso hacerse trapense. El Fundador que lo conocía bien y lo apreciaba, logró calmarlo. Le pidió que diera preferencia al “ministerio interior de la casa”. Es decir, que “sacrificara la labor del campo a la cocina que es esencialmente competencia de nuestros hermanos” (Mazenod a Ferrand y JM, 29-9-1846).

En el otoño de 1847 el hermano Ferrand acompaña al padre Courtès a Limoges para la fundación de una nueva casa. El padre Courtès no hizo más que pasar. El hermano Ferrand trabajó allí, al parecer, hasta 1853 bajo la dirección del padre Melchor Burfin que no lo quería. Además, tenía por compañero al hermano Luis Roux con quien no se entendía. Pasó también allí un período difícil, sostenido por el Fundador que le alentaba a “continuar ejercitando la santa paciencia y la tolerancia del prójimo” (Mazenod a Ch. Baret, 17-1-1851).

Según sus períodos de calma o de exaltación, el hermano fue juzgado de muy diversos modos por sus
Superiores. Hemos visto que el padre Albini emitió sobre él juicios contradictorios. En una misma carta el Fundador lo calificaba de “santo varón” que, no obstante, le había “causado un mal horroroso” escribiéndole una carta en la que exageraba el mal estado de salud del padre Courtès (Mazenod a Courtès, 26-2-1848). El padre José Alfonso Martin dirá que el hermano Ferrand es “el único servidor que tiene un poco de inteligencia” y es buen cocinero, mostrando “siempre una dedicación plena por las obras” de la Congregación (J.-Martin a Mazenod, 14 de julio y 7 de octubre de 1846). Dos años después el padre Burfin escribía, al contrario, que el hermano “no tiene cabeza” y es “mal cocinero” (Burfin a Mazenod, 12-7-1849 y 20-4-1850).

El hermano se vuelve a encontrar en el Calvario, Marsella, en 1853-1854, y luego en Motolivet después de 1854. Al cierre de esta casa en 1863-1864, regresa a Aix.

Sufrió durante muchos años de un reumatismo articular que pasó al estado crónico. Ese mal lo llevó el 21 de noviembre de 1870. Fue sepultado en el mausoleo de los Oblatos en el cementerio de Aix. El padre Celestino Augier, que escribió su nota necrológica, alabó mucho su obediencia religiosa, su espíritu de oración y su apego al hábito religioso de los hermanos, del cual asumió la defensa en la ocasión del capítulo general de 1856

YVON BEAUDOIN, O.M.I.