Carlos de Forbin-Janson nació en París el 3 de noviembre de 1785 de una ilustre familia de Provenza. Vuelto a París tras la emigración, empieza el estudio de la teología en el seminario de San Sulpicio y es ordenado sacerdote en Chambéry en diciembre de 1811. Queda un tiempo en Chambéry como vicario general y luego, vuelto a París, se asocia con el abate de Rauzan, fundador de la sociedad de los Misioneros de Francia.

Nombrado para la sede episcopal de Nancy el 21 de noviembre de 1823, es ordenado obispo el 6 de junio de 1824. Apóstol y misionero más que administrador, se halla implicado en inextricables dificultades cuando la Revolución de julio de 1830 y se ve obligado a dejar la diócesis. Deja la administración primero a los vicarios generales, y después a dos coadjutores, Mons. Donnet en 1835-1837 y Mons. Menjaud en 1837-1844. Retoma entonces sus predicaciones en Francia y luego en Canadá y Estados Unidos en 1839-1841. En 1843 funda la Obra de la Santa Infancia y va a morir en el castillo de La Guilhermy, cerca de Marsella, el 11 de julio de 1844.

Eugenio de Mazenod y Carlos de Forbin-Janson se conocen ya en 1806 y Eugenio se compromete entonces a ser por toda la vida “su leal y fiel amigo”. La amistad entre ambos se intensifica en el seminario de San Sulpicio en París. Ambos fueron miembros de la Aa, de un grupo misionero y del catecismo de perseverancia (LEFLON, I, 356-358 y 420-423; Diario, 8-5-39). En agosto de 1809 hacen un viaje a Ruán. El 26 de diciembre de 1811 Eugenio precisa que celebra la misa, entre otros fines, 2 su “buen amigo Carlos de Forbin-Janson” ( Ecrits Oblats, I, t. 14, p. 272 [EE, t. 14, p. 218] ).

Vuelto a Aix en 1812, el abate de Mazenod considera a Carlos como su único amigo. De 1813 a 1817 le escibre 15 cartas. Sobre todo por estas cartas y luego por las escritas al abate Tempier, conocemos los proyectos y la actividad de Eugenio en los años 1813-1817. Carlos le invita entonces a unirse a él en la sociedad de los Misioneros de Francia, pero al abate de Mazenod decide más bien fundar los Misioneros de Provenza. Pone a su amigo al corriente de la oposición de los párrocos de Aix y de las dificultades que encuentra para formar un primer grupo de misioneros.

De 1817 a 1835 las relaciones entre los dos amigos son menos frecuentes, pero traabajan juntos en la misión de Marsella y en la Aix en 1820. En 1821-1823 los amigos de Forbin-Janson hicieron presión en París para hacerle nombrar obispo de Marsella, mientras que Eugenio estaba hacía tiempo procurando el nombramiento de Fortunato (Diario, 19-3-38). En 1835 Mons. de Mazenod, que había tenido que alejarse de Marsella cuando el asunto de Icosia y comprende mejor la situación de Forbin-Janson, desterrado de su diócesis desde 1830, le escribe el 16 de julio, reprochándole el no dar nunca noticias suyas y apenas responder a las cartas. Añade: “Otro cualquiera ¿no concluiría que se ha engañado por más de 30 años al creerle su amigo?. Con todo, yo lo sigo siendo de veras de usted y nada de lo que le interesa me será jamás indiferente”. El 11 de diciembre de ese año le invita a no desalentarse; ambos son “los hombres de la Iglesia” y la salvación de las almas es su “vocación especial” (Ecrits Oblats, I, t. 15, p. 261 y 265 [EE, 15, p. 186 y 189] ).

A pesar de su amistad con Forbin-Janson, Mons. de Mazenod le juzgó siempre objetivamente, le hizo reproches y le dio consejos que aquél “nunca siguió” (Diario, 11-5-37). El 19 de julio de 1814 ya le había dicho que se había acostumbrado a “a la inconcebible inestabilidad de proyectos” de su amigo. Durante su estadía en París en 1837, tras el nombramiento para el obispado de Marsella, Mons. de Mazenod inicia gestiones para reconciliar a Forbin-Janson con el ministro de cultos. Anota en su diario el 8 de abril de 1838: “Este santo prelado tiene siempre la amenaza en los labios. Con eso no es fácil entenderse con aquellos que tienen en su mano el poder y la fuerza”. En 1842 y 1843 Mons. Forbin-Janson se detiene algunas veces en Marsella. Predica para la obra de la Propagación de la Fe y trabaja en la fundación de la Santa Infancia, que Mons. de Mazenod rehusó siempre introducir en la diócesis para no perjudicar a la obra de la Propagación de la Fe (Cartas a la Propagación de la fe de 29-10-50 y 1-6-60).

El 13 de junio de 1844 Mons. Forbin-Janson llega a Marsella “en el más lastimosom estado de salud. Se me encogió el corazón al verlo tan enfermo” confía Mons. de Mazenod ese día. El 23 va a visitarlo a la casa de campo del señor de Janson en las Aygalades, y el 28, Mons. Forbin-Janson acude a verlo al obispado. El obispo de Nancy se hace ilusiones sobre su estado de salud, que el obispo de Marsella en cambio encuentra seriamente comprometido. El 9 de julio va todavía a verlo y le dice “francamente la verdad”: Forbin-Janson debe cuanto antes prepararse a la muerte y hacer su testamento, si no su inmensa fortuna caerá en manos de su único hermano. El 11 de julio vienen a anunciar a Mons. de Mazenod que el obispo de Nancy ha muerto. Antes de morir dictó a su secretario estas pocas palabras destinadas al obispo de Marsella: “Mi mejor y antiguo amigo, le abrazo de todo mi corazón, en el que se han concentrado las pocas fuerzas que me quedan. El antiguo amigo, Carlos, obispo de Nancy” (Diario, 23 y 28 de junio y 9, 11-13 de julio de 1844)

YVON BEAUDOIN, O.M.I.