Nacimiento en Marsella el 30 de octubre, 1805.
Toma de hábito en Aix el 8 de marzo, 1825.
Oblación en Marsella el 13 de julio, 1826 (no 22).
Ordenación sacerdotal en Marsella el 31 de mayo, 1828.
Huida a la Trapa en febrero de 1830.
Expulsión de la Congregación el 12 de marzo, 1830.
Segundo noviciado en 1833-1834.
Muerte en N.D. de Bon-Secours el 1l de marzo, 1884.

Juan Santos Francisco Hermitte nació en Marsella en la parroquia de -los Carmelitas el 30 de octubre de 1805, hijo de Juan Hermitte, rico negociante y de Ana Francisca Bouy. Juan Francisco frecuentó el seminario menor del Sagrado Corazón de Marsella, luego empezó estudios de derecho en Aix. Habitó entonces en casa de los Misioneros de Provenza. A los 20 años, el 8 de marzo de 1825, inicia el noviciado y emite la oblación el 13 de julio de 1826, al fin del capítulo general celebrado en Marsella. Sigue luego los cursos de teología con los otros oblatos en el seminario de Aix en 1826-1827, y después en Marsella en 1828. Como diácono participa en la misión de Roquevaire en marzo de 1827. Él es el reglamentario, se levanta a las 6 para el servicio y la oración de la mañana en la iglesia y enseña el catecismo durante la jornada. Es ordenado sacerdote en Marsella por Mons. Fortunato de Mazenod el 31 de mayo de 1828.

Se le envía a Nimes, donde trabaja en 1828 y 1829. Toma parte en las misiones de Portes y de Saint-Michel, entre otras. Tiene correspondencia entonces con el padre de Mazenod y le pide permiso para retirarse a la Trapa, “reconociéndose incapaz de poder trabajar nunca en las misiones”. El Fundador lo llama al Calvario para verlo de más cerca y razonarle. En febrero de 1830 el padre abandona la casa sin avisar, dejando simplemente un billete en su escritorio para anunciar que ha salido para la Trapa de Roquefort, cerca de Aviñón. En el consejo del 4 de marzo de 1830 se toma la decisión de expulsarlo como fugitivo. La dispensa de los votos está firmada el 12 de marzo.

El padre no hace más que pasar en la Trapa. Regresa a su familia, pero mantiene contacto con el padre Albini y pide ser admitido de nuevo en la congregación. Recomienza el noviciado en Notre-Dame du Laus, bajo la dirección del padre Guibert, el 26 de mayo de 1833 y lo termina en 1834. Se queda luego en esa casa hasta 1841. Trabaja en el santuario y predica misiones.

En 1836 el Fundador lo juzga mal ecónomo; ha hecho excesivos gastos en Laus. En 1837 se entera de que Gignoux y Hermitte se perjudican mutuamente, y envía al último a Notre-Dame de Lumiéres al principio del verano. El padre Honorat, superior, emite inmediatamente un juicio más bien negativo sobre ese nuevo colaborador: “El estado del padre Hemitte, escribe, que se resiente siempre un poco de su locura [¿la huida a la Trapa?], exige muchos miramientos. Sería peligroso para su cabeza el contrariarle”. En agosto de 1837 el padre Gignoux es enviado a Notre-Dame de l’Osier y el P. Hermitte recibe la obediencia para Laus, donde, al parecer, sigue nutriendo cierta insatisfacción. El P. Fabre escribe que en Notre-Dame de Laus el P. Hermitte, que a menudo guardaba la casa mientras los otros padres estaban en misión, sufría de inacción. A esa naturaleza ardiente y comunicativa le faltaba el incentivo del campo de batalla. La soledad, a la larga, le resultaba funesta. Fue en esas circunstancias cuando sus aspiraciones se dirigieron por un instante a las misiones de China y de Tonkín. Dios le detuvo en esa pendiente peligrosa. Pero era hora de dar un cauce regular a las erupciones del volcán. Desde esa época el padre Hermitte fue lanzado a las misiones y, durante 50 años, se le vio desplegar el celo infatigable de un verdadero apóstol. Son innumerables las parroquias que evangelizó como o subordinado o como director de misión”.

Al salir los Oblatos de Notre-Dame de Laus en 1841, el padre Hermitte recibe la obediencia para Notre-Dame de l’Osier, donde sigue hasta comienzos de 1846. En febrero de 1846 el padre Toussaint Dassy es nombrado superior y fundador de la casa oblata de Notre-Dame de Bonsecours en la diócesis de Viviers. El P. Hennitte le acompaña y formará parte de esa comunidad hasta su muerte en 1884. Predicará sin cesar en las Cévennes y prestará también su cooperación en otras casas oblatas. En particular, en 1864-1865 predica el retiro de los Oblatos en N.D. de l’Osier, en el Calvario en Marsella y en el escolasticado de Autun (Missions O.M.I., 1864, p, 602-605; 1865; 629-637).

De talla poco alta, disimulando bajo una apariencia bastante frágil una constitución vigorosa, el padre Hermitte viajaba habitualmente a pie “la verdadera potencia de su apostolado, escribe el P. Fabre, fue indiscutiblemente la austeridad de su Vida, regular y perfecta en medio de las tareas de la predicación”.

En el púlpito la palabra del padre era clara, insinuante, doctrinal, marcada con el sello de la más sana teología. Parece que había escrito muchos sermones, pero un día los quemó “para predicar mejor al estilo apostólico” (Notices nécrologiques, t. V, p. 379-380). Esto parece confirmado en una carta del Fundador al P. Dassy, el 14 de agosto de 1847: “No permita que se sostenga la perniciosa máxima de que hay que predicar de la abundancia, permitida a un hombre de talento y de la experiencia del buen padre Hermitte”.

El padre Martin escribe de él: “Si el padre Hermitte ha brillado fuera con un resplandor muy apostólico, no ha irradiado menos dentro la luz de sus buenos ejemplos. Supo hacer que se plegara, bajo el yugo suavemente austero de la regla, su carácter original y móvil. Sus gustos y apreciaciones, sabía someterlos al juicio de sus superiores. Esa perfecta docilidad estaba lejos de serle natural. La había adquirido a fuerza de los esfuerzos y los combates más enérgicos y más constantes. Durante los quince años que me fue dado contarlo entre mis súbditos, puedo decir que su sumisión a mis mandatos y a mis mejores deseos nunca se desmintió. Ha sido constantemente para mí un motivo de alegría y de consuelo, un inmenso alivio en medio de los fastidios y las preocupaciones que lleva consigo el cargo de superior. Estaba tan desprendido de las cosas de este mundo, que a la pobreza exterior unía un profundo desinterés por su fortuna, que con todo era considerable. Que yo sepa, nunca conoci6 siquiera el estado real de sus rentas […] El padre Hermitte, dejando de lado algunas originalidades de carácter, ha sido siempre a mis ojos uh buen sacerdote, un santo religioso, un hermano amable. y ejemplar, un perfecto oblato, un misionero cabal” (Notices nécrologiques, t. V, p. 384-385).

El P. Hermitte cayó en la brecha, se puede decir. Durante la primera semana de marzo de 1884 predicó un triduo en Chassagnes e iba a predicar un retiro pascual en Prunet a mediados de marzo. El Domingo 9 de marzo se quejó de un dolor bastante vivo en el pecho. Recibió la unción de los enfermos y el martes 1l muri6 a las 8 de la mañana, sucumbiendo bajo el golpe de una angina de pecho. El jueves siguiente 32 sacerdotes y una gran muchedumbre de peregrinos participaron en sus exequias. Fue enterrado en el cementerio de los Oblatos en Notre-Dame de Bon-Secours.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.