Nacimiento en Aix el 18 [7?] de mayo, 1799.
Toma de hábito en Aix el 21 de octubre, 1818.
Oblación en Aix el 30 de mayo, 1919 (no 8).
Ordenación sacerdotal en Aix el 22 de diciembre, 1821.
Muerte eh N.-D. dê 1’0sier el 23 de diciembre, 1862.

Juan Bautista Honorat (bautizado con los nombres Juan Bautista Andrés Pascual), sacerdote, Oblato de María Inmaculada, misionero, nacido en Aix-en-Provence (Francia) el 18 de mayo de 1799, hijo de Santiago Cristóbal Honorat, fabricante de velas, y de María Teresa Bremond, muerto el 23 de diciembre de 1862 en Notre-Dame de l’Osier, Isère, Francia.

Juan Bautista Honorat pertenecía a una familia católica que se mantuvo fiel a la religión a pesar de la Revolución de 1789. A los 18 años, pese al deseo de su padre de asociarlo a la empresa familiar, entró en los Oblatos y fue ordenado sacerdote en 1821. Durante los 20 primeros años de su sacerdocio vivió en la intimidad del Fundador, Mons. Eugenio de Mazenod, y se mostró misionero sumiso y de un celo casi desmedido. Esto le valió ser llamado, a pesar de su poco gusto por la administración, a importantes funciones, Así fue cuarto asistente general y superior de las casas de N.D. de Laus (Altos Alpes, 1825-1827), Nimes (1827-1830), Marsella (1830-1837) y Notre-Dame de Lumiêres (Vaucluse) de la que fue fundador (1837-1841). El 13 de agosto de 1841, respondiendo a la invitación de Mons. Ignacio Bourget, Mazenod le confió la responsabilidad de fundar el primer establecimiento oblato en Canadá.

El 2 de diciembre el P. Honorat llegó a Montreal en compañía de los padres Pedro Antonio Andrés Telmon, Juan Fleury Baudfand y Luciano Antonio Lagier, y de los hermanos coadjutores Basilio Fastray y Pedro Juan Luis Francisco Roux. Dos días después Mons. Bouget le encargó del curato de Saint-Hilaire (Monte San Hilario) que fue el primer puerto de amarre de los Oblatos en Canadá. En el verano siguiente (agosto de 1842) la comunidad, que quería acercarse al obispo de Montreal, se trasladó a Longueuil. Como primer superior de los Oblatos en Canadá, Honorat participó activamente en la fundación de las misiones oblatas en la región de Montreal, los Cantones del Este, el Outaouais, el Mauricio, el Saguenay y en el Río Rojo. Sin embargo, en 1844 Mazenod quiso confiar a un gestor más hábil y a un conductor más flexible la dirección de la joven comunidad en plena expansión. El padre Honorat se plegó de buena gana a esa decisión. Cedió su puesto a su hermano y amigo el padre José Bruno Guigues y aceptó en cambio la dirección de la nueva misión saguenayana de San Alejo de la Bahía Grande.

El 15 de octubre de 1844 el nuevo superior desembarcaba en el Saguenay con los padres Agustín Medardo Bourassa, Pedro Finet y Flaviano Durocher. Los Oblatos tenían la responsabilidad de echar las bases de una iglesia organizada en esa región forestal abierta a la población apenas seis años antes. Mientras sus misioneros ejercían su ministerio con los amerindios en aquel vasto territorio, Honorat trató de organizar la vida religiosa de los nuevos colonos erigiendo parroquias y construyendo iglesias y escuelas.

La sociedad agroforestal que tomaba forma en el Saguenay impresionó fuertemente a Honorat. El monopolio de la explotación forestal aseguraba a la compañía Price el control sobre la regió., Muy pobre y todavía poco numerosa, la población estaba sometida a Meter McLeod, el socio de William Price y jefe de las operaciones en la región. McLeod, propagandista encarnizado del protestantismo, representaba a los ojos de Honorat una grave amenaza para los católicos de la región. Más todavía, representaba, según él, la dictadura económica, pues la compañía no solo se permitía pagar a sus empleados con bonos reembolsables en mercaderías en sus almacenes, sino que también recurría a la intimidación para avasallar a la población. El ministerio del superior de los Oblatos en el Saguenay tomó pronto el talante de un compromiso social, de una lucha contra la explotación y la pobreza. Su oposición a McLeod fue tan violenta que los dos hombres estuvieron a punto de irse a las manos. Honorat resolvió llevar la lucha a otro terreno. Creyendo que la colonización agrícola era el medio de sustraer la población al monopolio del comercio de madera y una solución a la indigencia, echó en 1846 los cimientos de una parroquia agrícola; la del Gran Quemado (Laterriàre). Invirtió los escasos recursos de que disponía en esa empresa de ‘liberación’, como le gustaba llamarla.

Laterriàre fue un verdadero pozo sin fondo financiero para la pequeña comunidad y una causa de grave irritación dentro del clero diocesano. Varios sacerdotes que lamentaban el excesivo lugar que ocupaban en el Saguenay los oblatos, no perdonaron al francés Honorat el haber comprometido en un conflicto abierto las relaciones de la Iglesia con los dueños de la región. El arzobispado de Québec tomó pretexto de su gestión considerada peligrosa para pedir su retiro del lugar. El P. Guigues terminó por ceder a las repetidas presiones de Québec. En agosto de 1849 el P. Honorat abandonaba el Saguenay dejando tras de sí una casa oblata en serias dificultades. Careciendo de medios financieros, cada vez más aislada, tuvo que cerrar sus puertas algún tiempo después, con gran alivio de los mantenedores del conflicto clérico-capitalista en el Saguenay.

Vuelto ‘a Montreal, el P. Honorat se consagró a la predicación y a los ejercicios espirituales, El 26 de julio de 1850 fundó en Montreal la congregación de las Damas de Santa Ana. Antes de su salida para Francia, el P. Honorat fue miembro del consejo provincial, ecónomo y, tras un corto intermedio en la dirección de la casa de Plattsburgh a fines de 1856 y principios de 1857, pasó a Ottawa como superior del obispado, residencia de Mons. Guigues. El 27 de octubre de 1838 fue llamado a Francia, donde murió, cuatro años después, a la edad de 63, a consecuencia de una crisis de apoplejía.

Juan Bautista Honorat, uno de los artífices de la expansión oblata en Canadá, es una de las figuras relevantes del XIX en Saguenay. Un misionero, un misionero auténtico, más preocupado de los hombres que de las cosas, eso es lo que fue toda su vida.

NORMAND SÉGUIN