El jansenismo fue una doctrina religiosa y moral y un partido. La doctrina realizó su aparición en 1640 con el libro Augustinus en el que Jansenio (1585-1638) declaraba que reproducía los verdaderos conceptos de San Agustín, sobre la naturaleza de la gracia, es decir, que tras la caída de Adán, la voluntad del hombre nunca es interiormente libre, sino que está sometida, ya a la gracia eficaz, ya a la concupiscencia. Esta doctrina fue combatida por Molina y los teólogos jesuitas que se esforzaron por conceder más a la libertad humana.

En Francia las tesis agustinianas fueron defendidas por el abate de Saint-Cyran, director espiritual del monasterio de Port-Royal y por su discípulo Arnauld (1612-1694) que expresó las ideas rigoristas de Port-Royal en la obra Comunión frecuente (1643). El jansenismo y Port-Royal tomaron más tarde el aspecto de un partido opuesto al rey cuya dirección pasó al oratoriano Quesnel (1634-1719). Ciento unas proposiciones de la obra Reflexiones Morales de Quesnel fueron condenadas por la Bula Unigenitus (1713) de Clemente XI.

La Iglesia, sobre todo en Francia, se dividió entre los jansenistas y los jesuitas: los primeros reprochaban a los segundos el relajamiento de su moral y su concesión al espíritu del mundo, mientras que los jesuitas reprochaban al jansenismo su pesimismo, mitigado por la resignación, la cual con todo no hacía desaparecer el temor e incluso el terror. Ya en el siglo XIX el lenguaje popular no conservaba del jansenismo más que el recuerdo del rigorismo moral y en ese sentido es como Eugenio de Mazenod habla del jansenismo una veintena de veces en sus escritos.

En 1799 Fortunato de Mazenod envía tres libros a su sobrino que estaba con los Cannizzaro en los Colli: éste acusa recibo diciendo a su tío que no se preocupe que no piensa hacerse jansenista. Al regreso del destierro, se da cuenta de que Roze-Joannis, primo de su madre, “tiene principios religiosos que son a veces demasiado afines con el jansenismo al que no se adhiere por entero; pero tal es la fuerza de la educación y de su apego al Oratorio y a Port-Royal que no puede menos de admirarlos y defenderlos” (Eugenio a su padre, 15 y 16 de julio de 1803). El 26 de diciembre de 1805 Eugenio escribe de nuevo a su padre que ama a Roze-Joannis. “Le he concedido mi amistad, confiesa, a pesar de la extrema diferencia de nuestras opiniones religiosas, porque sabrá usted que mi querido tío es, por desgracia para él, el jansenista más obstinado que existe en la cristiandad. Espero que la vida austera que ha adoptado y las generosidades que tiene con los pobres de todas clases, le valdrán la gracia de volver al redil del que él con sus socios pretende no haber salido nunca…”

En 1806 y 1808 Eugenio realiza un estudio sobre el jansenismo, sin duda para poder discutir con su tío. Conservamos una veintena de páginas manuscritas sobre el tema. Roze-Joannis ha ejercido una influencia negativa sobre su hermana, su madre y su abuela, que comulgan pocas veces. Durante su seminario, Eugenio insiste ante ellas sobre la necesidad de comulgar con frecuencia. Escribe a su abuela el 3 de diciembre de 1810: “Escuchemos, pues, a la Iglesia, sin detenernos ante los inoportunos clamores de los sectarios de los últimos tiempos, por quienes hay que contentarse con rezar”, (Véanse-también las cartas a su hermana del 4 de diciembre de 1808 y a su madre del 14 de diciembre de 1810).

En su Diario de 1837 y 1838 Mons. de Mazenod habla varias veces del jansenismo. En julio de 1837, en la visita a Notre-Dame de Laus se entera de que el abate Lagier, capellán de la prisión de Gap, ha rehusado la comunión a un condenado a muerte bien dispuesto. Va personalmente a la cárcel y lleva la comunión a ese prisionero para reaccionar públicamente contra ese “horrible prejuicio” y “bárbaro abuso” inspirado por el jansenismo (Diario, 14 y 16 de julio de 1837). En octubre del mismo año reprocha al P. Courtês, capellán de la cárcel de Aix, haber rehusado la comunión a un condenado a muerte (Diario y carta al P. Courtàs el ll de octubre de 1837).

En 1837-1840 advierte que las Hermanas Grises de Marsella y los Padres del Retiro cristiano, fundados por el P. Receveur, son jansenistas. “Los principios del Señor Receveur se perpetúan en esa asociación, anota en su Diario el 6 de febrero de 1840. Sus sucesores no lo ocultan; por el terror es como pretenden conducir a las almas” (Diario, 26 de julio de 1837 y 19 de marzo de 1838).

Posteriormente Mons. de Mazenod hace aún varias alusiones al jansenismo: el 29 de abril de 1945, en una carta al Ministro de justicia, para defender a los jesuitas, antaño atacados por “el calvinismo, el jansenismo y el filosofismo”; escribiendo al cardenal Orioli el 15 de agosto de 1850 y al Papa Pío IX el 14 de agosto de 1851, diciendo que el jansenismo había abundado a favor del presbiterianismo como también a favor de los poderes exagerados de los metropolitanos y de los párrocos. El 12 de enero de 1856 escribe una pastoral tras haber reencontrado los restos del cuerpo de Mons. Juan Bautista Gault (1595-1643) al demolerse una parte de la antigua catedral. Ahí dice entre otras cosas: “Las funestas controversias con las que el jansenismo, con ese espíritu de tensión de una herejía igualmente obstinada y subversiva, ha fatigado tanto a la Iglesia de Francia, antes de entregarla al filosofismo del siglo XVIII y después a la Revolución”, que los grandes obispos de Marsella han quedado olvidados”

YVON BEAUDOIN, O.M.I.