Gaspar Jauffret nació el 13 de diciembre de 1759 en La Roquebrussanne (Var), entonces diócesis de Aix. Después de sus estudios en el seminario mayor de Aix su ordenación sacerdotal, fue a ejercer el ministerio en la diócesis de París. En 1802 el cardenal José Fesch, tío de Napoleón, lo nombró su vicario general en Lyon. En 1806 pasó a ser capellán del emperador que lo nombró para la sede de Metz el 15 de julio del mismo año. A principios de 1811 Mons. Jauffret creyó poder aceptar, sin bula del Papa, el arzobispado de Aix. Contra los compromisos tomados en el concordato de 1801, estando en desacuerdo con el emperador en diversos puntos, el Papa rehusaba dar la institución canónica a los obispos nombrados por el emperador. Mons. Jauffret permaneció en Aix alrededor de dos años y regresó a Metz donde siguió trabajando en la organización de la diócesis, especialmente en las obras de enseñanza y de caridad. Le sorprendió la muerte durante un viaje a París, el 12 de mayo de 1823.

Eugenio de Mazenod menciona a Mons. Jauffret unas diez veces en sus cartas, sobre todo entre 1811 y 1814. El 6 de noviembre de 1811 desde París pide a su madre que haga una visita al nuevo arzobispo que llegará a Aix una vez haya recibido las bulas. El 9 de enero siguiente, el abate de Mazenod escribe al prelado para felicitarle por el año nuevo. Sin institución canónica, Mons. Jauffret administró la Iglesia de Aix por delegación del cabildo. Nombró un vicario general e hizo algunos actos de jurisdicción. A principios de 1814, el señor Guigou, que había sido elegido vicario capitular tras la muerte de Mons. de Cicé en 1810, y otros canónigos protestaron. El cabildo decidió entonces retractar todo lo que se había hecho desde la primera elección del vicario capitular. El 23 de abril de 1814 el abate de Mazenod escribe a Forbin-Janson en Roma: Los canónigos “se han atenido a la primera elección, única legítima y canónica, y se han guardado mucho de hacer nuevos nombramientos. Yo he insistido con fuerza para que fuera así… ” El abate de Mazenod defendió la autoridad del Sr. Guigou hasta el punto que, en carta del 1 de julio de 1814 a Forbin-Janson escribe: “El obispo de Metz, según lo que se dice en París, me mira como a su más temible adversario, no solamente de Aix, lo que podría tener algún fundamento, sino también en París, lo que es absolutamente falso”.

Napoleón abdica en la primavera de 1814, y en Aix se espera el nombramiento de un nuevo arzobispo, esta vez preconizado por el Papa. El abate de Mazenod escribe a Forbin-Janson en París el 21 de noviembre de 1814: “¿Cuándo nos enviáis un arzobispo? Los amigos de Mons. Jauffret (y casi todos los sacerdotes de Aix lo son porque recuerdan que ha sido su condiscípulo, etc. y los ha tratado como a iguales y compañeros hasta la náusea) se jactan de que volverá. Si así sucede, yo no seré su vicario general, porque está persuadido de que soy su mayor antagonista. Confieso que no soy su partidario y nunca seré de aquellos que se aparten de las reglas de la Iglesia y sean tan incapaces como él de hacer el bien […] Mientras tanto, griteríos escandalosos sobre la administración actual, que no es de su gusto. Con todo, el abate Guigou, a quien conoces, es un hombre muy capaz de poner en marcha la máquina y se ha portado perfectamente en todos los asuntos espinosos, se ha mostrado romano en su compromiso y siempre le he visto caminar derecho…”

Antes de pronunciarse contra la administración de Mons. Jauffret en Áix, los canónigos y los abates Guigou y Mazenod parece que habían hecho un estudio bastante sólido sobre la administración capitular y los poderes de los cabildos. El Fundador conservó una copia de ese estudio de 28 páginas.

En su Diario de 1838 y 1839 Mons. de Mazenod recoge estos sucesos y dice que, en 1812, Mons. Jauffret le había ofrecido una posición honrosa en la diócesis, pero él había respondido: “Toda mi ambición es consagrarme al servicio de los pobres y de la infancia” (Écrits oblats, 1,. t. 20, p. 85s).

YVON BEAUDOIN, O.M.I.