Nacimiento…
Toma de hábito en San Justo el 17 de mayo, 1829
Oblación en Marsella el 17 de mayo, 1830 (no 42)
Ordenación en Marsella el 14 de marzo, 1835
Dispensa de votos en 1840.

Calixto Kotterer inició el noviciado en San Justo el 17 de mayo de 1829. En el registro de las tomas de hábito se indica siempre el lugar y la fecha del nacimiento de los novicios. Esto se omite en el caso de Kotterer. ¿Olvido del P. Guigues, entonces maestro de novicios, o ignorancia de parte del novicio del lugar de su nacimiento? Mons. de Mazenod escribe en su diario el 23 de abril de 1837 que el P. de Calixto era militar, que “en su tiempo” Calixto había sido “excardinado de la diócesis de San Juan de Maurienne para incorporarse a la de Marsella” y que en 1837 la señora Kotterer vivía en Pontcharre (Isêre). El novicio profesó en Marsella el 17 de mayo de 1830, Estudió la teología en Billens, Suiza, de 1830 a 1832 y en Marsella de 1833 a 1835. Durante su escolasticado, el P. C. Aubert, director de los oblatos en el Calvario, escribió el 20 de abril de 1834: “Al hermano Kotterer es a quien entre todos más le falta por hacer respecto a su carácter. Con todo, para ser justos, hay que decir que ha hecho esfuerzos por progresar y que ha mejorado en muchas cosas. Así juzgo que está, sobre todo en los últimos tiempos, bastante de vuelta de todas sus vanas pretensiones; ha puesto empeño en formarse en las prácticas de la vida religiosa, ama bastante el silencio y el retiro porque ama el trabajo, pero esto en él no se funda en algo sobrenatural, es propenso a la disipación, a la crítica y está aún muy poco formado en la verdadera piedad”.

A comienzos de marzo de 1835, a causa de la epidemia de cólera en Marsella, el Fundador envía al escolástico a hacer el retiro para la ordenación en Aix, donde estaba entonces el noviciado, El 10 de marzo pide al P. Aubert que inculque al ejercitante “los grandes principios de la vida religiosa, sobre todo la indiferencia, la muerte a sí mismo, la obediencia alegre, la dedicación total a la Iglesia y a la Familia, la tolerancia con los hermanos etc.”. Mons. de Mazenod lo ordena sacerdote en Marsella el 14 de marzo de 1835 y le da en seguida la obediencia para N.-D. de 1’Osier. El 9 de junio lo presenta al P. Guigues con estas palabras: El P. Kotterer “va a colocarse bajo su obediencia. Le aseguro que no ha tenido que hacer gran esfuerzo para someterse a ese destino, pues era muy de su gusto. Parte con las mejores disposiciones, y tengo motivos para creer que las mismas no se desmentirán. El P. Kotterer está lleno de estima y afecto para con usted, hace mucho caso de sus otros hermanos y espero que se conduzca de modo que se granjee la amistad de usted y la de los otros padres de la casa. Sigo pensando que es el individuo más adecuado para su casa. Le recomiendo a usted que lo cuide bien. Con ciertos defectos de carácter, es capaz de buenos modos. Tiene buen corazón, y uno se halla bien razonando con él. Encuentro que ha mejorado en su carácter. Tengo que decirle que no había dado plena satisfacción a sus maestros en la clase de teología, no porque no pudiera desempeñar bien su tarea, sino porque se había hecho un sistema que no es, pese a lo que él diga, el propio de un buen escolar. Concluyo que hace falta que se le sostenga para que estudie todavía la teología. Él se inclinaría más a otras ciencias… ”

Toma parte en algunas misiones y se ocupa de los peregrinos que llegan al santuario, pero en 1837 muere su padre. Pide entonces se le deje ayudar a su madre aceptando un puesto de párroco en la diócesis de Grenoble, pero desea seguir siendo oblato. Esta propuesta indigna al Fundador que escribe al P. Guigues el 29 de marzo: “Kotterer me informa de que ha muerto su padre y me teje un largo razonamiento para probarme que su madre no puede prescindir de su ayuda. ¿Es para exponerme sus necesidades y pedirme que provea? No, es simplemente para concluir que el único medio que cabe tomar es el autorizarle a solicitar una parroquia al Sr. Obispo de Grenoble, de la que se beneficiaría mientras su madre viviera, y cuando Dios dispusiera de ella, volvería a nuestras casas. Es como decir que, tras haber sido educado, alimentado, mantenido, etc. durante diez años a expensas de la Congregación, hoy cuando podría prestarle algunos servicios cumpliendo el ministerio del que ella está encargada, saldría de ella para pasar su juventud en la inacción de una parroquia al calor de la falda de su madre que puede aún vivir 25 años. Después de eso, cuando ya no valga para nada, honrará a la Congregación volviendo para hacerse cuidar por ella para morir en paz en su regazo. Justamente en el momento en que le constan nuestras muchas dificultades, tiene el descaro de hacerme semejante propuesta que revela su poca delicadeza, su ingratitud y la falta total de afecto a su estado. Si me hubiera expuesto la situación de su madre y la pena que le debe causar, para que yo pensase en el modo de aliviarla, habría encontrado la cosa muy natural e inmediatamente le habría respondido que consentía con gusto en acudir en ayuda de su madre dejándole los estipendios de las misas y algo más… ”

El P. Guigues piensa también que la Congregación debe ayudar a la madre del padre Kotterer, pero que éste debe seguir en l’Osier. -Pide, no obstante, al Fundador “que no apague la mecha que aún humea y que tenga consideración con la poca virtud” del joven padre. Este no desiste de su decisión, va a Marsella sin permiso e insiste en vivir fuera de una comunidad. Esto se le rehúsa y en mayo pide la dispensa de sus votos. “¡Qué indigno sujeto!” escribe el Fundador en su diario el 20 de mayo de 1837. “¡Ah, si le contestara como me inspira mi indignación; qué duras verdades le diría!”

Con todo, en el mes de agosto el padre Kotterer es autorizado a ir a su casa “sin ruido”. El padre Guigues, en efecto, propuso esa solución para evitar los “qué se dirá” en la diócesis. El obispo de Grenoble no quiere emplear al padre en su diócesis. Mons. de Mazenod lo recomienda entonces a Mons. Saucin, obispo de Blois: “Puedo afirmar, escribe, que sus costumbres han sido siempre limpias y que no está desprovisto de talento. Los documentos de que es portador muestran que ha ejercido el ministerio de la palabra con éxito. No dudo, pues, de que usted podrá utilizarlo en su diócesis, donde el conocimiento que de él tiene el señor superior del seminario mayor le da esperanzas de ser acogido con benevolencia”.

El hombre propone y Dios dispone. La Sra. Kbtterer muere en setiembre de 1837. Al año siguiente el padre pide volver a la comunidad. El padre Luis Santos Dassy intercede por él ante el Fundador, quien se alegra de ese retorno. Escribe al P. Dassy el 9 de agosto de 1838: “Si Kotterer está de verdad arrepentido de su falta, si comprende la necesidad de repararla…, su regreso y su rehabilitación serán fáciles. Como nunca se ha pronunciado sentencia propiamente dicha contra él, aunque el demonio le había impulsado a solicitarla como un favor que se había hecho a otros, no tendrá que reiniciar su noviciado ni habrá perdido su rango. Pero ha perdido la gracia y se trata de recuperarla. Le daré para eso todas las facultades llamándolo junto mí. Vendrá a hacer un retiro de 10, 12, oo15 días, según me parezca oportuno; ahí él se sumergirá en las lágrimas de la penitencia y en los fuegos de la caridad y, tras haberse renovado en el espíritu de su vocación, saldrá lleno de fervor y se convertirá en el ejemplo y el modelo de todos sus hermanos…”

Se sabe que en setiembre de 1839 el padre Kotterer está todavía en l’Osier, pero salió después. Su nombre no aparece más en los escritos del Fundador y de los Oblatos. En el registro de las expulsiones y de las dispensas, se hallan simplemente estas pocas palabras, sin fecha: “Kotterer Calixto, expulsado”,

YVON BEAUDOIN, O.M I.