“La Correspondence de Rome” era una publicación trimestral que apareció en Roma hacia 1850 bajo la dirección del abate Chaillot y otros jóvenes sacerdotes franceses que residían en esta ciudad. Esta publicación era útil para dar a conocer en Francia las decisiones de los dicasterios romanos; sin embargo en sus comentarios se daban aires de ser portavoces oficiales de la autoridad de la Iglesia. Además, recogían y publicaban informaciones de sacerdotes franceses contra sus obispos sin revisar su veracidad, lo que provocó una irritación del episcopado contra dicha publicación.
El 14 de julio de 1851, en un artículo de ” La Correspondence de Rome”, la administración de Mons. de Mazenod fue denunciada como no conforme a derecho. No figuraba el nombre del obispo, pero las siete cuestiones planteadas sobre la legitimidad de sus actos episcopales no dejaban lugar a dudas sobre la identidad del prelado. Se planteaba entre otras cosas si se podía permitir, sin autorización apostólica, juntar en un mismo edificio el seminario diocesano y los estudiantes de una congregación religiosa, utilizar las donaciones piadosas hechas al seminario para sostén de la Congregación, adscribir vicarios adicionales a parroquias que ostensiblemente no necesitaban de ello, formar una caja común de los derechos de estola de las parroquias de la ciudad para distribuírla equitativamente entre los sacerdotes, etc.
Los párrocos y rectores de Marsella escribieron al Papa el 12 de agosto para denunciar las calumnias levantadas contra el obispo así como al clero, pues el artículo lo mostraba como contrario a su obispo. Mons. de Mazenod escribió igualmente el 14 de agosto contra este panfleto que “hiere profundamente la dignidad de los obispos a los que dirige con insolencia”.
Un año más tarde, Mons. de Mazenod aún debe intervenir a propósito de un escrito anónimo titulado: “El periodismo en la Iglesia. Memoria dirigida al episcopado”. Este escrito denuncia el folletín romano como un nuevo tribunal de la Iglesia donde los obispos no son ya juzgados por el metropolitano o el Papa, sino por un periodista o sus suscriptores. Como la memoria reproducía el artículo de ” La Correspondence de Roma” sobre la diócesis de Marsella, se extendió el rumor de que este escrito, que expresaba la opinión de todo el episcopado, había sido, al menos, inspirado por el obispo de Marsella. Este quedó verdaderamente contrariado, pues por un lado se había abstenido de todo recurso contra la publicación y por otra el escrito anónimo dio aún más publicidad al artículo de ” La Correspondence de Rome”. Por tanto, se vió obligado a informar a los obispos de que él no tenía nada que ver con el escrito, que no conocía al autor y que en lo que en lo que a él concernía se había dirigido con su clero directamente al Papa.
Los malos ánimos de los obispos hacia ” La Correspondence de Rome” llegaron a tanto que el embajador se vio obligado a ser su portavoz ante el Papa. Este, tras afirmar haberse abstenido siempre de leer este periódico, se mostró favorable a su supresión, que Pío IX ordenó en junio. Todo parecía terminado, pero el cardenal Gousse, arzobispo de Reims, en contraposición a Mons. Dupanloup, escribió a todos los obispos de Francia el 30 de junio de 1852 para apoyar a ” La Corresponden de Rome” y “L’Univers” y para acusar gratuitamente de ideas antirromanas a los contrarios de estas dos publicaciones (ver el artículo: “L’Univers”). Envía su carta a todos los obispos, salvo a Mons. de Mazenod y a su discípulo, Mons. Guibert. Para el obispo de Marsella, ser tenido como antirromano era una afrenta y contradecía lo que había sido toda su vida. El 21 de julio de 1852, escribe al cardenal una larga y entristecida carta, le exponía, junto con el disgusto de tener que hablar de sí mismo, lo que había hecho durante toda su vida por el Papa, la Santa Sede y Roma. El cardenal no respondió y el 20 de septiembre no pudiendo agunatar por más tiempo las suspicacias que se levantaban contra él de alimentar tendencias antirromanas, Mons. de Mazenod se creyó en la obligación de poner en conocimiento de los obispos de Francia, ante quienes había sido acusado, de su carta al cardenal Gousset. Sin embargo, pedía a sus colegas no darlo a conocer a la prensa, siendo respetado su deseo. La polémica suscitada por ” La Correspondence de Rome” llegó a su fin y el periódico jamás retomó su publicación.

Yvon Beaudoin o.m.i.