Nació en Aix (Bouches-du-Rhône) el 16 de junio de 1799
Tomó el hábito en N.S. de Laus el 21 de diciembre de 1821
Oblación en N.S. de Laus el 30 de mayo de 1822 (n. 11)
Ordenación sacerdotal en Marsella el 20 de septiembre de 1823
Muerte en San-Justo (Marsella) el 20 de agosto de 1826.

Santiago José Marcou nació en Aix el 16 de junio de 1799. Fue uno de los siete primeros jóvenes que formaron parte de la Congregación de la Juventud fundada por el abate de Mazenod el 25 de abril de 1813. A causa del celo ardiente que lo animó desde la época de su primera comunión, fue nombrado celador, cargo que ocupó hasta 1818. Dio constantemente ejemplo de una fidelidad escrupulosa al reglamento.

Estudió en el seminario menor de Aix, donde fue miembro activo de la pequeña asociación de celo que había introducido Eugenio de Mazenod ya en 1812 durante su retiro anual en esa institución. En 1821 Santiago decide ingresar en el noviciado de los Misioneros de Provenza. Convence a su condiscípulo Santiago Jeancard para que le siga en el camino de la perfección. Toma el hábito en Nuestra-Señora de Laus el 21 de diciembre de 1821 y efectúa su oblación el 30 de mayo de 1822. Antes de sus votos, escribe una carta a su amigo José Hipólito Guibert, al seminario mayor de Aix, y le persuade a que se haga él también misionero. En el otoño de 1822 los novicios y escolásticos dejan Laus para ir a Aix, donde es ecónomo el P. Juan Alejandro Dupuy. Éste escribe al P. de Mazenod el 6 de diciembre de 1822: “El P. Tempier tuvo la conciencia de hacer bajar a nuestros oblatos del todo desnudos, después de haberlos despojado de su dinero. El padre Marcou está sin camisas, sin zapatos, sin calcetines. Estoy totalmente arruinado”.

Santiago Marcou es ordenado sacerdote por Mons. Fortunato de Mazenod el 20 de septiembre de 1823. Toma parte en dos misiones en los primeros meses de 1824. Pasa el verano en Aix, donde estudia bajo la dirección del P. Courtès. En diciembre predica una misión en Allauch con el P. Mario Suzanne. El Fundador los invita a “instruir al pueblo sobre lo que se llama la vida cristiana”. A principios de 1825 está en N.S. de Laus, toma unas semanas de descanso en agosto en una familia de Veynes, y en septiembre es enviado a la nueva casa oblata de Nîmes con los Padres Mie y Guibert. Predican una misión en noviembre y diciembre. “Su trabajo fue verdaderamente excesivo, escribe más tarde Mons. de Mazenod, y la salud del P. Marcou se resintió. Para colmo de males, la inadvertencia de los enfermeros del seminario de Nîmes, adonde había ido para hacerse cuidar, determinó su perdición. Lo envenenaron al administrarle una poción de leche. Este accidente hizo empeorar su mal hasta el punto de volverlo incurable. El P. Marcou tuvo todavía la fuerza de volver a Marsella, donde lo encontré a mi regreso de Roma en un estado totalmente desesperado, su pecho estaba afectado en un grado en que ya no hay esperanza de curación. Tenía la ilusión, con todo, de poder seguir trabajando por la salvación de las almas…”

El P. Courtès escribió una breve nota sobre el P. Marcou. Completa esos pocos detalles sobre la vida y la enfermedad del Padre. “No tenía, escribe, más que recursos ordinarios, pero, lleno de humildad y de abnegación, era capaz de prestar los mayores servicios. Desempeñó, con un espíritu muy edificante de regularidad y de obediencia, las funciones que ya estábamos obligados a cumplir en el hospital general de Aix. Asistió a varias misiones… El P. Marcou no había hecho estudios bastante extensos, pero tenía la elocuencia del corazón. Deseando ser útil a la Iglesia y a nosotros, se agotó en un retiro que dio en Nîmes, y el esputo de sangre que entonces le sobrevino, complicado con una irritación estomacal causada por una especie de envenenamiento involuntario porque alguien le había servido una poción en una escudilla en que había cardenillo, lo condujo a la tumba…”

En todas las cartas que escribió desde Roma, de febrero a junio de 1826, el Fundador habla del enfermo y se preocupa. El P. Marcou tiene fuerza para presentarse al Capítulo del 10 al 13 de julio de 1826, como había participado en el de 1824. Se le traslada luego a la campiña de San Justo, cerca de Marsella. Su estado empeora. El 15 de agosto recibe la extremaunción y expira el 20. El Superior general anuncia en seguida la noticia al P. Honorat, en N.S. de Laus, y añade: “¡Qué santa muerte! Conservó todo el conocimiento hasta el último suspiro, inmediatamente precedido por esta expresión conmovedora: ¡Hermoso cielo! pronunciada con el más dulce acento y con una sonrisa celestial. No me cabe duda que este santo religioso, este querido y muy amado hijo, haya visto en aquel momento el lugar que iba a ocupar allí, al pie del trono de nuestra buena Madre que le asistió de modo sensible en ese paso supremo; pues con qué ternura de devoción llevó a sus labios y acercó a su corazón la imagen que le presenté cinco minutos antes que expirara. Fue milagrosamente librado de toda angustia y de todo temor. Es evidente que tenía asegurado el cielo. Estaba seguro de ir allá por la protección de nuestra Madre y la mediación soberana de nuestro divino Señor”.

Por su diario y por sus cartas, vemos que después Mons. de Mazenod casi cada año conmemora el aniversario de esta muerte. Los restos del P. Marcou descansan en el panteón de los Oblatos en el cementerio de Aix.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.