Nacimiento en Alleins (Bouches-du-Rhône) el 30 de enero de 1768
Ordenación sacerdotal en Marsella en 1797
Oblación el 1 de noviembre de 1818 (nº 3)
Muerte el 10 de marzo de 1841.

Pedro Nolasco Mie fue el decano de edad de la Congregación de 1815 a 1841. Nació en Alleins, diócesis de Aix, el 30 de enero de 1768, de una familia de labradores. El vicario de su parroquia le enseñó los elementos de latín y luego lo envió al seminario menor de Aix. Pedro estudió después la filosofía y la teología en el seminario mayor de Aix, donde tuvo como profesor al abate Francisco Antonio Arbaud, futuro obispo de Gap que invitará a los Oblatos a establecerse en Nuestra-Señora de Laus. El seminarista había recibido las órdenes menores en el tercer año de teología, cuando estalló la Revolución. Salió del seminario en 1790-1791 para no seguir a los sacerdotes que habían prestado juramento a la Constitución civil del clero y que se habían apoderado de la casa.

Pedro encontró primero trabajo con un dueño de pensión en Marsella, y luego pasó unos años en el pueblo de La Fare-les-Oliviers, donde ayudó a sacerdotes no juramentados que ejercían el ministerio en forma clandestina.

En 1797 la persecución se hizo más violenta contra el clero cada vez más escaso. El seminarista decidió hacerse ordenar para asegurar el servicio espiritual de los fieles. Lo ordenó Mons. de Prunières, obispo de Grasse, en Marsella. El neopresbítero volvió a La Fare donde ejerció en secreto el ministerio, mientras cumplía el oficio de sastre.

Tras el golpe de estado de Napoleón, el 9 de noviembre de 1799, el abate Mie fue puesto visiblemente al frente de la parroquia. Después del concordato de 1801, Mons. de Cicé, arzobispo de Aix, lo nombró párroco de Puyloubier, donde quedó algunos años. Vivió luego seis años con los Padres del Retiro, llamados Hermanos Grises de Aix, sin compromiso ni votos. Fue algún tiempo capellán en el hospital de Aix, después aceptó el título de vicario en Salon-de-Provence mientras predicaba retiros o misiones; así fue como, en la primavera de 1814 dio una misión en Saint-Paul-lès-Durance con el P. Tempier, ordenado sacerdote poco antes.

En el otoño de 1815 el abate de Mazenod lo invitó a unirse a él. El abate Mie consintió de muy buena gana a esa propuesta que respondía al atractivo que el Señor le había dado para el santo ministerio de las misiones. Se agregó a los Misioneros de Provenza en octubre de 1815, pero no entró definitivamente en comunidad hasta el capítulo general y el retiro anual de 1818. Pronunció los votos con sus compañeros el 1 de noviembre de 1818, tras haber sido nombrado cuarto asistente general. En cada capítulo hasta su muerte volvió a ser nombrado asistente.

El P. Mie fue un misionero incansable. Participó en todas las misiones dadas de 1816 a 1819. Después, durante muchos años, pasó la mitad del año evangelizando las parroquias del sudeste de Francia. Su calma habitual y su placidez natural a una mirada poco atenta daban la impresión de apatía. Eso explica por qué en el púlpito no era un tribuno sino un buen catequista. Su palabra era tranquila, sus gestos raros, su rostro poco animado, su voz sin brillo. ” Pero, escribe Mons. Santiago Jeancard, había en él un acento de convicción y a veces de sentimiento que reflejaba la unción que había en su corazón. Oyéndolo, uno se sentía dulcemente penetrado por el Espíritu de Dios… Pocos hombres han tenido en el mismo grado que él el arte de instruir sólidamente en la religión a las clases ignorantes. Exponía la doctrina de la Iglesia, tanto en dogma como en moral, con una sencillez, una claridad, una exactitud de lenguaje y con una ilación y coordinación de ideas tan perfectas, que los espíritus poco inteligentes y más rudos comprendían todo su discurso…”

El P. Mie fue también un buen religioso. Mons. Jeancard habla abundantemente de sus virtudes de pobreza, de humildad, de obediencia y de caridad. Todo en él contribuyó a merecerle la estima y la veneración del Fundador, que le escribió al menos unas quince cartas de las que conservamos extractos. Sólo en octubre de 1826 el P. de Mazenod le reprochó el predicar demasiado sin descansar y sin reservarse siquiera una semana para hacer el retiro anual con la comunidad.

Fue superior de Nuestra-Señora de Laus de 1823 a 1825 y de 1827 a 1829. Desde junio de 1825 hasta marzo de 1827, fundó y dirigió la casa de Nîmes. El 1 de febrero de 1829 Mons. Fortunato de Mazenod lo nombró canónigo de Marsella, título que había quedado vacante por la prematura muerte del P. Mario Suzanne. El P. Mie fue entonces a habitar al seminario mayor, donde fue director, mientras seguía predicando, haciendo ministerio entre los niños y atendiendo a los pobres. El P. Baltasar Paris, profesor del seminario mayor, lo escogió como director y escribió sobre él en 1831: “Respecto a mi interior… la buena mano del P. Mie ha curado más heridas en seis meses que lo que habría podido hacer en cien años el doctor más hábil en medicina espiritual. La experiencia me enseña, y me aprovecharé de ella para otros, que la dulzura y los consejos llenos de candor son medios mil veces más poderosos que las elucubraciones, a menudo ridículas, de todos esos grandes teólogos que nunca han sentido ni experimentado lo que escriben”.

En su humildad y su instinto por todo lo que era sobrenatural, el P. Domingo Albini, entonces profesor de moral en el seminario, debió de recibir fuertemente el ascendiente del P. Mie. El Fundador escribe al P. Tempier sobre ese punto el 16 de julio de 1829: “Creo que usted ha mandado al campo al P. Albini; esto no sólo es útil para su salud sino que también será un medio eficaz de sacarlo de la compañía del P. Mie que lo volvería loco”.

El 10 de marzo de 1841, el P. Mie murió en el seminario de un ataque de apoplejía. Mons. de Mazenod quedó particularmente impresionado por la muerte de aquel a quien llamó entonces “nuestro bueno y santo Padre Mie” (carta al P. Mille, 11-3-1841), tanto más cuanto que con eso él pasaba a ser el decano de edad de la Congregación.

Al tener noticia de esa muerte, el P. José Alfonso Martin escribió al Fundador el 12 de marzo lo que podría considerarse como un elogio fúnebre del P. Mie; “Nuestro virtuoso difunto había colmado la medida de sus méritos y de sus buenas obras y estaba maduro para el cielo. Le he visto constantemente dar ejemplo de la más escrupulosa regularidad y edificar a todos sus hermanos por su espíritu de abnegación y de obediencia. Trataremos de recoger… esa preciosa herencia de edificación que nos ha legado su vida entera y sacaremos provecho, espero, de sus hermosas lecciones”.

El cuerpo del Padre Mie descansa en el panteón de los Oblatos en el cementerio de Aix.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.