El Obispo Jacobo Lartigue, Obispo de Montreal de 1820 a 1840 y su sucesor, el Obispo Ignacio Bourget, habían enviado sacerdotes a los territorios que se estaban formando en ambos lados de la frontera entre la provincia de Quebec (Bajo Canadá de 1791 a 1840) y los Estados Unidos. Se conocen como municipios (townships).

Naturaleza de los Municipios
El Codex Historicus de la casa de los Oblatos en Longueil, escrito entre los años de 1844-1845 contiene una buena definición de los municipios: “Aunque el Bajo Canadá estaba habitado por canadienses de origen francés y católicos por consiguiente, las riberas de los ríos Saint Lawrence y Chambly son conocidas como Seigneuries. En ellas la tierra es alquilada por año… En todos lados, o al menos al este, oeste y al sur, están lo que se llaman municipios o tierra que se compra como en Francia, sin ningún crédito otorgado. Esta parte del país tiene menos población que el resto, de origen inglés, escocés, irlandés, aunque principalmente anglo-americana al este, por lo tanto, principalmente protestante. ¿A qué se debe? Se dice que Inglaterra, por medio de un injusto reto a los canadienses franceses que han conservado esta colonia, quiso encerrarlos en un círculo inglés, haciéndolo refugio de los Americanos Lealistas, enviando ahí a su población excedente para colonizarla. Se necesitaría más que el idioma inglés, la religión protestante y el terreno montañoso para alejar a los canadienses, en especial cuando se trata de dejar su gran río, que es su orgullo y alegría; aun así, algunos canadienses accedieron a exiliarse en los municipios. Los disturbios políticos de 1837, junto con los años de hambruna hicieron a muchos ir ahí. Desafortunadamente fue demasiado tarde; los americanos, dándose cuenta de que ahí había dinero rápido, compraron toda la tierra por muy poco o por nada. Algunos años antes habría sido imposible ser propietario independiente, pero ahora lo único que quedaba era hacerse esclavo y permanecer así. Eso fue lo que ocasionó el triste estado de la misión canadiense en los municipios, mientras que la Propagación de la Fe no pudo aportar los medios para lidiar con ello. La gente que llegó al lugar buscando un trozo de pan, no estaba en condiciones de construir y decorar iglesias o de aportar para el sostenimiento de un sacerdote. Sin embargo, gracias a la ayuda recibida de esta admirable sociedad es que ha cambiado el rostro del catolicismo en los municipios del este.”

Los Oblatos en los Municipios
A menos de dos meses de su llegada a Canadá, el Obispo Bourget envió a un Oblato, el Padre Luciano Lagier y a un sacerdote diocesano, el Padre Juan MacFalvey, a dar una misión en los municipios. Llegaron a Granby, pero enfermaron y volvieron a los ocho días. En mayo de 1842 cuatro sacerdotes predicaron una misión en Saint-Georges, una parroquia recién formada, no lejos de Granby. En el verano el Padre Honorat informó al Obispo de Mazenod que el obispo de Montreal deseaba encomendar ese ministerio a los Oblatos. El 2 de octubre de 1843, entre otras cosas, el Padre Honorat escribió: “En cuanto a estos municipios, que en mi opinión debieran ser nuestro trabajo predilecto por ser las almas más abandonadas y las más abundantes después de los pueblos nativos, et oves qui perierunt será necesario hablar ambos idiomas, o mejor ser dos, uno que hable francés y el otro inglés. Nada sería más conveniente para nosotros. ¡Si tan solo tuviera un irlandés que enviarnos de inmediato! La tarea ya está ahí. ¡Cuánto bien podría hacerse!”

El Padre Fleury salió para tomar posesión de las misiones en los municipios en octubre de 1843, junto con dos sacerdotes diocesanos. En el invierno de 1843-1844 trabajó ahí con el Padre Dandurand. Volvió con un sacerdote diocesano, el Padre Hughes, en julio, septiembre y octubre de 1844 y en enero-marzo, junio y septiembre de 1845. Predicaron y administraron los sacramentos en cerca de veinte localidades, con cuatro bases centrales: Granby, Stanstead, Dunham y Stanbridge. El Padre Baudrand fue enviado a Ottawa en 1856 y no parece haber sido reemplazado en forma regular por ningún otro sacerdote en los municipios del este.

Sin embargo, muchos Oblatos después realizaron un ministerio similar en la región de Ottawa (ver: L’Orignal y South Gloucester) y más adelante en los Estados Unidos, alrededor de Burlington y Plattsburgh (ver: Burlington, Plattsburgh). Los Oblatos que trabajaron principalmente en los municipios, fueron los Padres Florencio Baudrand, Luciano Lagier y Dámaso Dandurand en las regiones del este, los Padres Pedro Telmon, Médard Bourassa, Jeremías Ryan, Hércules Clément y Francisco Déléage en el área de Ottawa y los Padres Agustín Gaudet, Eugenio Cauvin, Juan Pedro Bernard y Claudio Claude Sallaz en los estados de Vermont y New York.

De acuerdo a Gastón Carrière, parece que el apostolado de los Oblatos en la zona del este sólo duró dos o tres años y cerca de diez en la diócesis de Ottawa y el este de los Estados Unidos. El Canónigo Felipe Philippe Desranleau escribió acerca del ministerio de los Oblatos: “¿Quién escribirá alguna vez de lo que tuvieron que soportar estos sacerdotes… quienes debían viajar a pie o a caballo por varios días, siguiendo senderos que apenas se veían? Fue una aventura de Saint-Hilaire en el río Richelieu, o de Longueuil en el Saint Lawrence a Sherbrooke en la región del este, a Saint Albans en Vermont, a Plattsburgh en el estado de New York. Cuando llegaban a su destino, se instalaban lo mejor posible en establos o graneros abandonados. Predicaban por cuatro o cinco semanas, ya fuera al aire libre en verano o en cobertizos helados en invierno. Principalmente escuchaban confesiones. No podemos más que sorprendernos ante su resistencia, su tenacidad, el heroísmo de estos hombres de fe…” (La Bannière de Marie Immaculée, 35 (1927), pág. 50.

Yvon Beaudoin, o.m.i.