1. La fundación
  2. El noviciado (1847-1849; 1856-1880)
  3. La comunidad de los misioneros y sus trabajos
  4. Los retiros y las misiones
  5. Otros trabajos en la ciudad de Nancy
  6. Algunos acontecimientos importantes

La fundación
En la sesión del consejo general el 12 de marzo de 1845 el P. Henry Tempier expuso las ventajas que habría en realizar una fundación en el norte de Francia o en Bélgica para ensanchar el campo de acción y de reclutamiento de la Congregación y para tener un punto de enlace entre las casas del sur de Francia y las de Inglaterra. Los miembros del consejo reconocieron “lo justo de esas razones”, pero juzgaron que era imposible ocuparse inmediatamente de ese proyecto “en el estado actual de las cosas y dada la necesidad de reforzar las casas ya existentes”.

El proyecto se volvió necesario en 1847. La gira de reclutamiento del P. Leonardo Baveux en los seminarios desde finales de 1846 a comienzos de 1848 tuvo un éxito inesperado. El noviciado de Notre-Dame de l’Osier ya no podía acoger a los numerosos postulantes que se presentaban (73 novicios en 1847). En sus correrías el P. Leonardo había tomado contacto también con las autoridades eclesiásticas de Nancy, Malinas y Brujas, con vistas a fundar un noviciado y una casa de misioneros. En la sesión del consejo general el 10 de junio de 1847 se decidió enviar al P. Tempier para ver “si había algo de sólido en ese proyecto”. Ya el 14 de junio Mons. de Mazenod escribió a su amigo Mons. Alexis-Basile Menjaud, administrador y luego obispo de Nancy de 1837 a 1859, diciéndole: ” Me sentiría feliz si usted pasara a ser el segundo padre de los míos. Me atrevo a asegurarle, y se lo garantizo, que nunca tendrá que arrepentirse de haberlos adoptado. El espíritu que yo les inspiro y que ellos han captado perfectamente es que se miren como los hombres del obispo, que le brinden una adhesión y una sumisión inviolables, que hagan respetar por todos y en todas partes su carácter y su autoridad…” Ante la primera noticia de ese proyecto de fundación Mons. Menjaud había escrito por su parte: “No puede usted encontrar en Francia un obispo… mejor dispuesto que el de Nancy para secundar sus planes por el bien de la religión y la propagación de la fe en países extranjeros. Sus hijos serán los míos, y encontrarán en mi corazón algo de la ternura que hay en el de usted…”

Ya a fines de julio de 1847 va a Nancy el P. Tempier. Recibe en seguida una carta del Fundador que le pide que no vaya a Bélgica: es imposible hacer dos fundaciones al mismo tiempo. El 12 de agosto el P. Tempier compra al Sr. F.J. Thomassin una casa bastante amplia para albergar de 50 a 60 personas y al punto la hace adaptar para su futuro destino. Situada en la parte meridional de la ciudad, calle de Montet, posee una huerta con dependencias. El 17 de agosto Mons. de Mazenod alaba la rapidez con que su primer asistente concluyó el negocio, pero le reprocha haber pagado más del precio convenido (65.000 francos en vez de 45.000) y sin avisarle previamente: “es difícil digerirlo, añade. Ya el P. Fabre [ecónomo general] ha venido a lamentárseme”.

Al comienzo de septiembre toma posesión de la casa el P. Federico Mouchel con el título de ecónomo. A fines de octubre llega el P. Toussaint Dassy, superior; le sigue, unos días después, el P. Jacques Santoni, nombrado maestro de novicios, con una decena de novicios de Notre-Dame de l’Osier.

El noviciado (1847-1849; 1856-1880)
En febrero de 1848 la Revolución que marca el final de la Monarquía de julio vuelve incierta la suerte de los religiosos y sobre todo agrava la situación financiera de la Congregación. El 24 de mayo de 1848 el consejo general decide cerrar el noviciado de Nancy. Este cierre se retrasa un tanto debido a las protestas del P. Dassy, pero a partir del comienzo de 1849 cesa la recepción de novicios. El P. Santoni, habituado a mucha libertad bajo la dirección del P. Ambrosio Vincens, vuelve a l’Osier en la primavera de 1848; no puede entenderse con el P. Dassy, superior exigente que todo lo controla y, según la expresión del Fundador, siempre “da la impresión de actuar como amo”. Le reemplaza el P. Eugenio Dorey como maestro de novicios en 1848-1849.

En el capítulo general de 1856 se toma la decisión de abrir de nuevo el noviciado de Nancy a fin de acoger vocaciones provenientes de las diócesis del norte de Francia, de Bélgica y de Alemania. El P. Francisco Javier Guinet es nombrado maestro de novicios; lo reemplaza por unos meses el P. Juan Bautista Berne en 1857-1858. Mons. de Mazenod visita la casa en 1849 y después en 1857, 1858 y 1859. Encuentra entonces un noviciado poco nutrido pero fervoroso.

Entre 1847 y 1880 se cuentan 327 tomas de hábito en ese noviciado, cerrado de 1850 a 1855 y luego durante quince meses en 1870-1871, al ser ocupado por los solados prusianos. Solo 170 hacen allí la primera profesión. Se conserva en los archivos generales el registro de las tomas de hábito y todos los informes mensuales de los maestros de novicios sobre cada candidato.

Trece oblatos fueron maestros de novicios durante ese período de 26 años; menos de dos años cada uno, pues los padres Toussaint Rambert, José Zabel y Juan Corne lo fueron por tres años y el P. Gustavo Simonin ejerció el cargo de 1871 a 1877.

Entre los Oblatos que hicieron ahí el noviciado, tres fueron nombrados obispos: los monseñores Luis d’Herbomez, vicario apostólico de Columbia Británica de 1863 a 1890, Carlos Jolivet, vicario apostólico de Natal de 1874 a 1903, y Emilio Legal, coadjutor y luego obispo de San Alberto de 1897 a 1912 y arzobispo de Edmonton de 1912 a 1920. Unos diez fueron provinciales o vicarios de misión: dos de ellos de la provincia del Mediodía de Francia: Eduardo Gandar (1882-1888) y Víctor Burde (1888-1891), y dos del Norte: Alfredo Voirin (1884-1885) y Carlos Brulé (1899-1905).

La comunidad de los misioneros y sus trabajos
Quince padres fueron superiores de la comunidad de Nancy durante los 33 años de su existencia; de ellos siete lo fueron de 1847 a 1861. A más de noviciado, Nancy era una casa de misioneros. Como en Limoges, se esperaba que llegaran algunos buenos predicadores. Ya el 21 de octubre escribe Mons. de Mazenod al Sr. Marguet, vicario general y superior del seminario para ponerle al corriente del espíritu de la Congregación: “Me recomienda usted que le mande misioneros excelentes, indicándome que en Nancy está la gente mimada por los mejores predicadores que acuden sucesivamente a esas comarcas. No le pregunto si esos excelentes predicadores les han convertido a mucha gente. No es la costumbre de los excelentes predicadores…” Luego le copia algunos extractos de las reglas que establecen el método que “nuestros misioneros deben seguir” para evangelizar a los pobres, y añade: “He querido transcribirle ese pasaje para invitarle a mantener siempre a nuestros misioneros en la humildad de su vocación y a no exponerlos a hacer otra cosa que lo que les recomiendan sus Reglas”.

Unos días antes el Fundador encomendaba al P. Dassy que se aconsejara con el Sr. Marguet sobre cómo “comportarse con los párrocos, el clero y los habitantes de Nancy”. Le advertía también que no predicara demasiado en la ciudad: “No tenemos que competir, decía, con los grandes predicadores que la gente está acostumbrada a escuchar. No es esa nuestra vocación”.

Los retiros y las misiones
Desde su llegada a Nancy el P. Dassy visita a las veintiuna comunidades religiosas de la ciudad. Los jesuitas y los ‘ligorianos’ son muy solicitados para predicar retiros y dicen que en la región hay más oposición a la palabra misión y a las ceremonias externas que a la realidad misma, pero los párrocos no quieren misiones de más de dos semanas. El Fundador le escribe el 7 de diciembre para “felicitarlo por haber sido el primero de nuestra Congregación que ha anunciado la palabra de Dios a los pueblos helados de esas regiones nórdicas”. Luego lo invita a la paciencia, añadiendo: “Las poblaciones no quieren aprovechar de nuestro ministerio; hay que creer que se acabará venciendo sus repugnancias por estas santas misiones que realizan tantas maravillas de salvación en otras partes”.

De 1847 a 1851 el superior predica solo dos retiros en 1847, siete en 1848, once en 1849 y dieciséis en 1850, ayudado ese año por el P. César Alberto Depetro, a quien el Fundador había mandado a Nancy para que el P. Dassy lo formara en la predicación. Tras la salida de los últimos novicios a fines de 1849, Mons. de Mazenod envía a algunos Padres para establecer allí una verdadera comunidad religiosa y misionera: fueron los Padres Héctor Merlin, superior, Juan Conrard y Luis Soullier, y más tarde los Padres Carlos Baret, Alejandro Audruger, Juan Jeanmaire, José Bonnard, etc. Hasta 1861 la comunidad cuenta siempre algunos hermanos y seis o siete padres que predican cada año entre veinte y treinta retiros o misiones.

Tras la muerte del Fundador, apenas varía el número de oblatos en Nancy: cinco o seis predicadores, algunos hermanos y el maestro de novicios. Casi todos los años la revista Missions OMI publica el informe del superior a la administración general. Habitualmente se predican entre 30 y 50 retiros y misiones cada año en seis o siete diócesis. En su informe de 1866 el P. Zabel menciona hasta 76 obras apostólicas en el curso del año. En 1868 escribe el superior, P. Martignat: “Las poblaciones de Lorena, aunque en apariencia frías en comparación con las del sur, son muy accesibles a la gracia de las misiones”. En 1869 ese Padre registra 71 obras en cinco diócesis.

Otros trabajos en la ciudad de Nancy
En 1853 el obispo pide a los oblatos que sean capellanes de las cárceles de la ciudad. El primer capellán, el P. Eugenio Dorey, contrae en seguida el tifus y muere en marzo del mismo año. Lo reemplaza el P. Juan Jeanmaire y más tarde otros Padres hasta 1880.

En octubre de 1849 se había abierto al público la capilla interior para la misa y las confesiones de los fieles. Una capilla gótica, “joya de arquitectura”, se construye de 1858 a 1860. Mons. Jorge Darboy, obispo de Nancy de 1859 a 1863, la bendice solemnemente el 12 de agosto de 1860 en presencia de 11 misioneros, 30 novicios y 5 hermanos. Tres obras tendrán allí su lugar de encuentros y retiros: la obra de las Sirvientas y de las Obreras, desde 1859, la obra de la Perseverancia, sociedad de socorro mutuo, y la cofradía del Voto nacional al Sagrado Corazón, fundada por el P. Jeanmaire en 1877. Un padre lleva también la dirección de la comunidad de los novicios de la congregación de la Doctrina Cristiana.

Algunos acontecimientos importantes
En 1859 Mons. Menjaud propone a los Oblatos ir a establecerse en Notre-Dame de Sion, el lugar de peregrinación más antiguo y más célebre de toda Lorena. El P. Dassy escribe en seguida a Marsella y propone vender la casa de Nancy para establecer la comunidad cerca del santuario en un local deshabitado. El P. Tempier responde: “En un asunto así, no tiene usted que considerar su gusto y sus ideas particulares, sino consultar el gusto y el modo de ver de los otros. Pues bien, nadie comparte su admiración y su entusiasmo por la montaña de Sion… , inhabitable al menos por seis meses del año, expuesta a todos los vientos, sin sombra delante, vasto edificio donde solo hay cuatro habitaciones y unos dormitorios…” Ofendido por esa respuesta, el P. Dassy copia ese texto en su carta al Fundador el 2 de marzo y añade: “¡Qué lenguaje, cuántas cosas graves en esas pocas líneas…! No me siento con ánimo para responderle directamente…” Mons. de Mazenod le responde el 10 de marzo, con unas palabras de consuelo, pero sin modificar la decisión del P. Tempier: “Comprendo, muy querido Padre Dassy, cuánta pena ha podido causarle la última carta que recibió del reverendo P. Tempier, pero no puedo menos de rechazar las inducciones que usted saca. Tenga la persuasión de que prestamos entera justicia a sus excelentes sentimientos, de que estamos más que convencidos del celo que le anima para el bien y para el honor de la Congregación, y de que, si en esta ocasión hemos coincidido en un parecer distinto del de usted, ha sido únicamente porque hemos juzgado que en la situación en que estamos, esa adquisición no nos convenía… Parta del principio que no queremos fundar establecimientos fuera de las ciudades y sobre todo en el campo alejado; ya tenemos bastantes y demasiados de esa clase. Saque, pues, el mejor partido de su residencia en Nancy…”

En 1850 el P. Dassy acepta la atención de Notre-Dame de Sion, donde los Padres Conrard y Soullier se suceden por turno. Tienen que contrarrestar la acción de los hermanos Baillard, que estaban afincados en el lugar, en rebeldía contra su obispo, y habían adoptado los errores del visionario Vintras, fundador de una secta. Mons. de Mazenod no obliga al superior a llamar al orden a esos padres, pero escribe el 29 de octubre: “Es una tarea grande, querido amigo, la que ha emprendido, y no son unos pobres misioneros los que van a poder combatir frente a frente y de continuo a sectarios de la edad de esos hermanos Baillard. ¡Qué inconveniente es enviar a nuestros jóvenes completamente solos a ese terreno candente! En lugar de usted, yo habría declinado un cargo tan delicado; tenía usted a mano una excelente razón que dar, es que nuestros misioneros deben siempre ir de dos en dos y que su comunidad no es bastante numerosa para poder sacar a dos miembros. Yo lo veo a usted desde aquí. Excitaron su celo con el relato del mal que están haciendo esos apostatas, y como su primer movimiento es siempre abrazar lo que el celo inspira, no se tomó el tiempo de considerar las dificultades que presenta esa misión delicada…” En 1853-1854 se abrirá una residencia en Notre-Dame de Sion bajo la dirección del P. Conrard.

En 1876 el superior, P. Bourde, compra por 34.000 francos una propiedad contigua a la casa de Nancy a fin de ensanchar la huerta y de dar más espacio a los novicios. No preveía la persecución del gobierno contra los religiosos. En efecto, el 4 de noviembre de 1880 los gendarmes precintan la capilla y expulsan por la fuerza a los padres y hermanos de la comunidad.

Cuando esas expulsiones de 1880, los religiosos seguían siendo propietarios de sus establecimientos. Casi en todas partes volvieron poco a poco y discretamente a sus casas sin ser molestados. En Nancy los Oblatos pusieron inmediatamente en venta su propiedad e hicieron diligencias en ese sentido ante el obispo Mons. J.A. Foulon. Sin duda preferían, como anteriormente el P. Dassy, agruparse junto a la Virgen en Notre-Dame de Sion. El Sr. Frouillet, párroco de Saint-Epvre, compró la propiedad en mayo de 1882 por 225.000 francos. Además se comprometía a pagar la deuda de los oblatos que montaba 50.000 francos. En 1895 la casa fue comprada por las Hermanas de San Carlos que siguen allí hasta hoy.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.