Carlos Luis Napoleón Bonaparte, tercer hijo de Luis, rey de Holanda, y de la reina Hortensia de Beauharnais, nació en las Tullerías en 1808. Tras una juventud azarosa, intentó sin éxito derribar a Luis Felipe, y luego se refugió en Inglaterra. Los disturbios de 1848-1849 le abrieron el camino al poder. Elegido entonces para la Asamblea y luego para la presidencia de la Segunda República (ver República), dio fin a ésta con el golpe de estado del 2 de diciembre de 1851. El plebiscito del 21 y 22 de noviembre de 1852 le proclamó Emperador de los franceses con el título de Napoleón III (2 de diciembre de 1852).

Durante los diez primeros años de su reinado, las relaciones entre Napoleón y las autoridades religiosas fueron excelentes. Además, sabiendo que eran escasas las simpatías de que gozaba en Marsella, favoreció a la ciudad y trabajó por atraerse la benevolencia de los marselleses y la amistad del obispo,

Mons. de Mazenod se encontró con el emperador más de veinte veces. El 26 y 27 de setiembre de 1852, Luis Napoleón, de paso por Marsella, pone la primera piedra de la futura catedral, anuncia un crédito del Estado de 2,500.000 francos para la construcción y otorga al obispo la insignia de caballero de la Legión de honor. En 1856, con ocasión del nacimiento del príncipe imperial, el 16 de marzo, Mons. de Mazenod envía al Emperador una medalla de oro con la efigie de la Santísima Virgen y de Notre-Dame de la Garde. Luego, el 14 de junio está presente en la ceremonia del bautismo del príncipe, y el 24 es nombrado senador. En adelante, durante sus estadías en París en febrero y marzo de cada año para asistir a las sesiones del senado, Mons. de Mazenod encuentra varias veces al emperador, ya en audiencia privada, ya en público. Asiste casi cada domingo a la misa en las Tullerías. Durante la misa del 20 de marzo de 1859 nota que la emperatriz tiene fuerte tos. Le envía pastillas preparadas por religiosas farmacéuticas de Marsella. Encuentra también al emperador que pasa por Marsella el 11 de mayo de 1859 y luego el 8 y el 9 de setiembre de 1860. En agosto de 1859 Napoleón III propone al Santo Padre a Mons. de Mazenod para el cápelo cardenalicio.

Se conservan unas veinte cartas de Mons. de Mazenod a Napoleón III y algunas respuestas de éste. El 8 de noviembre de 1852 el obispo le escribe con ocasión del restablecimiento del Imperio. Indica su adhesión al emperador e invoca las bendiciones de Dios sobre él. Napoleón responde el 13 de noviembre para darle gracias por la acogida recibida en Marsella y para decir que ve complacido que el clero se una al sentimiento nacional para bendecirle y fortalecerle. En 1853, 1854 y 1860 Mons. de Mazenod pide al emperador que conceda dinero para la construcción de Notre-Dame de la Garde. En 1856 varias cartas conciernen al nacimiento del príncipe imperial y al nombramiento para el senado. El 22 de octubre y el 31 de diciembre de 1859 el obispo de Marsella confía al emperador su preocupación a causa de la guerra de Italia. Le suplica que asuma la defensa del Papa y de los Estados Pontificios. Esta correspondencia con Napoleón III conserva siempre el mismo tono: inspiración únicamente religiosa, franqueza y claridad acerca de lo que los católicos exigen a cambio de su adhesión.

Cuando en 1859 se evidencia la política de Napoleón III a favor de la unidad de Italia y de la disminución de los Estados pontificios, Mons. de Mazenod trata de defender los derechos del Papa y de la Iglesia. Intensifica su celo, incluso cuando el episcopado francés titubea. Con todo, en los límites de lo posible y como la Santa Sede, se esfuerza a la vez por no dejarse influenciar por intereses personales y locales, por no actuar por despecho, por no excitar la opinión pública ni crear una oposición católica que habría tenido una doble consecuencia trágica: la pérdida de los Estados Pontificios y la pérdida de la libertad de los católicos franceses. Esta conducta, como toda actividad de equilibrio, ha dado lugar a apreciaciones opuestas.

Napoleón III murió en Inglaterra en 1873

YVON BEAUDOIN, O.M.I.