1. Origen
  2. Los Oblatos en Notre-Dame de Bon Secours en 1845-1846
  3. Actividades del P. Dassy, primer superior, 1846-1847
  4. Cincuenta años de prosperidad, 1850-1900
  5. Las grandes pruebas, 1901-1918
  6. De la renovación de 1919 al Concilio Vaticano II. La situación presente

Origen
El acta de fundación de este santuario mariano , situado en la región de Viviers lleva la fecha del 10 de mayo de 1680. Este lugar de peregrinación se debe a la generosidad del señor Julián Gineste, señor Delille y de su esposa María Ana de Paulet, de la parroquia de Lablachère, en gratitud por una gracia recibida y con el objeto de aumentar la devoción de los fieles a María.

El 8 de setiembre de 1682 el abate Rodilly, párroco de Lablachère, bendecía el modesto oratorio y celebraba allí la primera misa. En 1793 fue reemplazada la capilla por una iglesia, y en 1825 por la segunda que, modificada y hermoseada, dura todavía.

Los párrocos de Lablachère se encargaron de la iglesia hasta 1777. Entonces los reemplazó un capellán exclusivamente dedicado al servicio de los peregrinos cada vez más numerosos. Para eso se acababa de construir una casa rectoral al lado de la iglesia.

Los Oblatos en Notre-Dame de Bon Secours en 1845-1846
Cuando en 1842 llegó Mons. Guibert a la diócesis de Viviers, el abate Deschanels, capellán del santuario, pedía socorro. Además, los padres jesuitas de la casa de Lalouvesc no daban abasto para responder a los pedidos de misiones parroquiales. Mons. Guibert, muy apegado a su familia religiosa, decidió confiarle la atención del santuario y la responsabilidad de las misiones en una parte de su diócesis. El consejo general aceptó con complacencia esa obra que respondía tan bien a los fines de la Congregación. Leemos en el acta de la sesión del 14 de enero de 1845: “Es un santuario de María, nuestra santa Madre y Patrona, lo que se trata de realzar y ahí nuestra Congregación está llamada a efectuar el mismo bien que en los otros lugares de peregrinación que se le han confiado […] Por su posición en los límites de las diócesis de Viviers, de Nîmes y de Mende, la casa presentará un amplio campo, digno del celo de aquellos de los nuestros que van a conformar el personal […]”

Fue el P. Henry Tempier quien fue encargado de entenderse con Mons. Guibert para fijar los derechos de propiedad. Hizo varios viajes para ello. El contrato que ha regulado por mucho tiempo la situación material de los Oblatos no se firmó hasta el 15 de enero de 1847. El santuario seguía siendo propiedad de la diócesis, pero los Oblatos tenían la administración. El Obispo les cedía los ingresos, pero ellos renunciaban a un sueldo. El obispo les concedía además un terreno en el que podrían construir.

Actividades del P. Dassy, primer superior, 1846-1847
Los padres Luis Santos Dassy y Juan Francisco Hermitte llegaron a Bon Secours el 11 de febrero de 1846. Hombre muy emprendedor y apóstol incansable, el P. Dassy solo pasó veinte meses en Bon Secours, pero puso cimientos tan sólidos a la obra que ésta vivió de ese impulso por muchos años.

Con la anuencia de Mons. Guibert y del consejo general, puso en pie ya en el mes de agosto dos importantes obras: la demolición de la casa rectoral y la construcción de un convento como también del coro y de la sacristía de la iglesia. Los trabajos se pusieron en marcha con ardor y cuando el P. Dassy salió para fundar el noviciado de Nancy, a mediados de agosto de 1847, sus compañeros se preparaban a ocupar la amplia casa que comprende el subsuelo, la planta baja y dos pisos con unas quince habitaciones cada uno.

El apóstol no se dejó acaparar por los trabajos materiales; supo llevar de frente tres obras: las peregrinaciones, las misiones y un comienzo de juniorado.

El abate Deschanels y sus antecesores siempre habían brindado todos los socorros espirituales posibles a los peregrinos que acudían a la iglesia en número bastante grande, sobre todo en verano; la llegada de una comunidad de religiosos y los trabajos de ampliación atrajeron cada vez a más; fueron cerca de 6.000 el 15 de agosto de 1846 y 8.000 el 8 de setiembre. El P. Dassy organizó incluso un retiro de una semana, en setiembre de 1846, para ayudar a los fieles deseosos de profundizar su fe. En adelante se seguirá ese uso algunas veces al año.

En marzo y abril de 1846 los P. Dassy y Hermitte predicaron dos misiones. Durante el verano el P. Hermitte predicó cuatro retiros a comunidades religiosas de la diócesis, y en el invierno de 1846 a 1847 se dieron cuatro grandes misiones. Mons. Guibert fue a encontrar a sus hermanos en Alissas. Escribió a Mons. de Mazenod el 9 de noviembre de 1846: “Aquí me tiene en plena misión. Ayer lloraba de alegría al llegar y al encontrarme en un ministerio que fue por tanto tiempo la dicha de mi vida”.

Al aceptar este santuario, Mons. de Mazenod no había escondido su esperanza de atraer vocaciones del ‘Vivarais’ región todavía bastante cristiana. Ya en marzo de 1846 el P. Dassy propuso al Fundador aceptar a algunos niños de entre 12 y 14 años que harían más solemnes las ceremonias litúrgicas y aprenderían los primeros elementos del latín antes de ir a continuar sus estudios en Notre-Dame de Lumières. Hubo una decena de alumnos desde el otoño de 1846. A comienzos de 1848 se dio fin a esa experiencia así como a la de Notre-Dame de Lumières, a la vista del éxito inesperado de la visita del P. Leonardo Baveux a los seminarios de Francia.

Para llevar a cabo estos diversos ministerios el superior no cesó de pedir colaboradores. La comunidad tendrá pronto seis padres y tres hermanos, efectivos que conservará poco más o menos a lo largo de los años.

Cincuenta años de prosperidad, 1850-1900
El Capítulo general de 1850, importante por varios motivos, marca también el comienzo de una era de prosperidad para la casa de Notre-Dame de Bon Secours, al frente de la cual se ha nombrado a un misionero de la primera generación de oblatos, el P. José Martin, que ocupa ese puesto de 1850 a 1857 y de 1860 a 1867. Durante sus siete primeros años en Bon Secours el P. Martin termina los trabajos del coro y de la iglesia y compra la casa de los hermanos maristas para acoger a los peregrinos. Los cuatro meses de verano se vuelven una misión permanente. El número de peregrinos oscila entre 50.000 y 100.000 al año. Mons. de Mazenod consagró la iglesia el 12 de agosto de 1855 ante una multitud de 20.000 personas. Durante los otros meses, los padres predican misiones y retiros, hasta una veintena por año.

Otros nueve padres son por turno superiores de la comunidad; entre ellos el P. Juan Fayette, de 1889 a 1891,arquitecto a ratos, que hizo importantes reparaciones. El personal oscila entre seis y diez padres y dos o tres hermanos. Los visitadores canónicos alaban habitualmente el buen espíritu y el celo de los padres, pero se quejan de la “incontinencia” en el lenguaje y recuerdan a menudo las exigencias de la caridad fraterna. La necesidad de luchar contra los egoísmos, los pequeños celos y las intemperancias de carácter se hace sentir especialmente durante los meses de verano, estación muerta para las misiones, cuando la comunidad se encuentra al completo, ocupada sobre todo con los peregrinos los sábados y domingos.

Durante los quince primeros años de estadía de los Oblatos, pero también después, sorprende la frecuencia de los cambios en el personal. Solo el padre Juan Francisco Hermitte, fallecido en 1884, y el hermano José Rual, fallecido en 1894, pasan allí la vida. Estos cambios se explican por la necesidad de formar el personal de las nuevas casas de Francia y del extranjero. Notre-Dame de Bon Secours y algunas casas del Mediodía parecen entonces servir como banco de prueba para los jóvenes misioneros o también como vía muerta para aquellos a los que no se sabe exactamente dónde colocar a causa de su carácter difícil, de sus talentos limitados o de una salud delicada.

Las medidas tomadas por el gobierno en 1880 contra los religiosos, afectan muy poco a las obras. Los tres padres que tienen título de propietarios y los hermanos quedan en casa; seis o siete padres son expulsados oficialmente el 5 de noviembre de 1880, pero simplemente van a dormir, durante menos de dos años, a algunas casas cercanas al santuario y siguen trabajando con los peregrinos o en las misiones.

Los fieles acuden siempre numerosos durante el verano, sobre todo los domingos y en las fiestas de la Asunción y de la Natividad de la Virgen. Si el P. Martin habla de 100.000 peregrinos en 1863 y 1864, la media parece más bien ser entre 60.000 y 80.000 por año. Se realizan constantemente trabajos en el santuario; particularmente, se rehace la fachada y el campanario, de 1877 a 1883, con una campana y una gran estatua sobre el campanario. Se mantiene, aunque sin mucho éxito, la obra de los retiros para mujeres en la casa Deschanel y para hombres en el convento de los Padres.

Las misiones y los retiros pasan por períodos de baja y por otros de gran prosperidad, según los acontecimientos políticos o los talentos del personal. Si los padres Martin y Hermitte lograron dar hasta veinte misiones al año, este número baja hasta cuatro o cinco entre 1870 y 1880, para subir otra vez a la veintena por año. La mayor parte de las misiones se dan en parroquias pequeñas por uno o dos padres y duran por lo común solo quince días. En sus informes a los Capítulos generales los provinciales escriben que en Bon Secours se predicaron 150 misiones o retiros entre 1873 y 1879, 97 misiones y 76 retiros de 1887 a 1893, y 77 misiones y 110 retiros de 1893 a 1898.

Hacia el final del siglo XIX y el inicio del XX los misioneros hablan de la disminución de la población y de la fe. No predican más que breves misiones de cuaresma; los párrocos no pueden mantenerlos más tiempo y los fieles no participan apenas fuera de ese tiempo.

Durante ese período la casa acoge entre 20 y 35 júniores de los primeros años de latín de 1877 a 1882. Esa escuela llamada la maestría debe cerrar sus puertas poco después de los decretos escolares de Julio Ferry en marzo de 1882. A partir de 1890 una decena de escolásticos enfermos vienen a continuar ahí sus estudios mientras cuidan su salud.

Las grandes pruebas, 1901-1918
Las expulsiones de 1903 y la guerra de 1914-1918 golpearon duramente a la comunidad y sus obras.

La ley sobre las asociaciones del 2 de julio de 1901 y la negativa de autorización de los Oblatos y otras congregaciones, el 25 de marzo de 1903, los condenaban a la disolución legal. Los padres fueron expulsados manu militari, y la capilla y el convento cerrados. En 1907 la capilla siguió la suerte de los bienes de la Iglesia y pasó a ser propiedad del municipio. El convento y las propiedades oblatas, evaluadas en 200.000 francos, fueron vendidos entonces por 12.000 francos.

El Obispo logró abrir la capilla en 1907 y la confió al cuidado de algunos oblatos, considerados oficialmente como sacerdotes seculares. Pronto fueron cinco o seis; habitaban de dos en dos en diversas casas del pueblo. Lograron incluso predicar más de cien misiones y otros tantos retiros entre 1909 y 1914. Pero la guerra de 1914-1918 los dispersó de nuevo, salvo dos padres más ancianos que quedaron al servicio del santuario.

De la renovación de 1919 al Concilio Vaticano II. La situación presente
En 1919 se reanudaron las actividades. Con todo, solo a partir de 1924-1925 retoman la vida de comunidad los padres y hermanos en la casa llamada de San Antonio, comprada y acondicionada con ese fin. Habrá siempre entre seis y diez padres y hermanos, incluso durante la guerra de 1940-1944. Todos trabajan mucho, de suerte que los ecónomos hacen buenos negocios; así pueden dar bastante dinero a la provincia y realizan sin cesar trabajos ya en la iglesia, ya para ensanchar la plaza o explanada y reparar el convento, rescatado en 1923-1924.

El número de peregrinos no igualará nunca a los de fines del siglo XIX, pero quedará siempre en torno a los 50.000 al año. Las fiestas del 15 de agosto y del 8 de setiembre ven siempre entre unos 5.000 y 10.000. El 8 de setiembre de 1930 la iglesia es erigida como basílica menor; ese acontecimiento atrae a 40.000 personas. Aunque siempre tenga un cuidado especial del santuario y de la devoción a María, la comunidad es fiel también a su misión de evangelizar a los pobres. Los cuatro o cinco predicadores no paran durante ocho o diez meses por año. De 1920 a 1925 predican 300 misiones y retiros, y un centenar al año hasta el comienzo del decenio de 1960. Una nota de Notre Midi de 1966 dice que Bon Secours es el único de los santuarios oblatos de Francia que tiene todavía un equipo de misioneros; pero otra nota de 1968 anuncia que ya solo se ocupan del santuario.

Desde el comienzo del siglo, los novicios de la provincia del Mediodía habían hecho el noviciado en Italia, en Aosta o en San Giorgio. En 1926 Bon Secours pasó a ser la sede del noviciado y lo fue hasta 1950. El convento, deshabitado por más de veinte años, rescatado en 1923, fue reparado y abierto para acoger entre diez y veinte novicios cada año. 313 escolásticos y 48 hermanos hicieron ahí el noviciado en 24 años.

Luego el convento fue alquilado por el obispo de Viviers como casa familiar de formación agrícola para los jóvenes de la región. Esa orientación no duró apenas. Tras un tiempo de búsqueda, el convento y la casa de San Antonio fueron alquilados al departamento para convertirlo en casa de retiro para personas ancianas. Unas 75 personas habitan allí. La dirección es civil, pero un padre es capellán .

Desde 1966 los cuatro o cinco padres que forman la comunidad ocupan algunos cuartos del antiguo convento. Acogen siempre y animan la oración de los escasos centenares de peregrinos que, aislados o en pequeños grupos, pasan cada semana. Las fiestas del 15 de agosto y 8 de setiembre siguen atrayendo cada vez a unas dos mil o tres mil personas. La pastoral de los padres rebasa, sin embargo, el cuadro de la peregrinación. Uno de ellos es responsable de varios pueblos de los alrededores; otro colabora con los párrocos del sector de Joyeuse; todos dan ocasionalmente retiros, etc.

Esa peregrinación es local y sin celebridad; comenzó sin apariciones ni mensaje al contrario de lo ocurrido en Lourdes o La Salette; no arrastra más que a los fieles del sur del departamento de Ardèche y del norte del de Gard, comarcas poco pobladas donde la práctica religiosa ha disminuido mucho, a pesar de los constantes y serios esfuerzos del clero para mantener la fe. Su porvenir depende del porvenir de la fe y de la práctica religiosa de la región. Los Oblatos le estaban apegados. Lo dejaron a fines de agosto de 1994 al no poder mantener esa herencia de los Mazenod, los Guibert, los Dassy, los Martin, etc.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.