El 2 de diciembre de 1841 marcó la llegada a Canadá de cuatro sacerdotes: Juan Bautista Honorat, superior, Adrián Telmon, Juan Fleury Baudrand y Luciano Lagier y dos Hermanos: Basilio Fastray y Luis Roux. Todos ellos eran Misioneros Oblatos de María Inmaculada y llegaban después de una larga travesía marítima de cinco semanas que les llevó de Le Havre a New York, seguida de un viaje de 6 días por tierra y barco de New York a Montreal. Se trató de la primera fundación de la Congregación en el Nuevo Mundo como respuesta a un llamado urgente seis meses antes del Obispo Ignacio Bourget de Montreal al Obispo Eugenio de Mazenod de Marsella, Fundador de los Oblatos. Las palabras del Obispo Bourget en su carta al Padre Henri Tempier el 19 de agosto de 1841 fueron: “Espero que esta pequeña comunidad, los primeros Oblatos que sean enviados a América, serán la semilla que se convierta en un gran árbol” (Account of the journey in Europe, 1841, pág. 405).

Los seis misioneros llevaban con ellos todas las esperanzas del Fundador. “Espero que honrarán a nuestra pequeña y humilde Congregación que por vez primera extiende su estandarte más allá de su cuna y que la santidad de su esfuerzo y celo colme de bendiciones del Señor, no solo al trabajo que realicen, sino a toda la Congregación, en cuyo nombre se lanzan a la lucha” (Diary, Agosto 6, 1841). San Eugenio les encomendó la reputación y el futuro de la Congregación. “Son responsables de la implantación (de la fe) en esas vastas  regiones, pues Montreal puede ser la puerta que lleve a nuestra familia a la conquista de las almas en muchos países. Debemos establecernos bien en los lugares adonde seamos llamados” (Carta al Padre Honorat, Octubre 9, 1841, Oblate Writings I, pág. 16).

El 7 de diciembre los Oblatos tomaron residencia en la parroquia Saint-Hilaire-de-Rouville, en el río Richelieu. Poco después ya predicaban misiones parroquiales en el área circunvecina e incluso en los “municipios” “Cantones al este” que se desarrollaban en la parte sur de la diócesis de Montreal, donde algunas comunidades aisladas de personas de habla francesa e inglesa, vivían en medio de la mayoría protestante. Un mes después, en una carta a su compañero Bruno Guigues, quien aún se encontraba en Francia, el Padre  Honorat menciona que su “ministerio con la buena gente de Canadá hacía milagros de gracia para alegría de tanto los misioneros como del obispo de Montreal” (carta a Honorat, Enero 8, 1842, Archivos Generales, Archivo Honorat).

Sin embargo, los Oblatos decidieron poco después acercarse al centro y al obispo de la diócesis. En agosto se mudaron de Saint-Hilaire a Longueuil, de donde expandieron sus misiones en el área del río Ottawa, el río Red, el Saguenay y Saint-Maurice.

Bytown antes de la llegada de los Oblatos
Al Obispo Bourget le preocupaba la parte oeste de su vasta diócesis, que había visitado en octubre de 1840. Cubría la parte norte del río Ottawa. En inglés de esa época se conocía al “Gran” río como río Ottawa. Más adelante se conocería en francés como “Outaouais” en Lower Canadá (que después sería Quebec) la parte sur del río se conocía como Upper Canada (más adelante Ontario). El territorio estaba cubierto por pueblos nativos diseminados hasta  Temiscamingue y James Bay, que se abría a la colonización e industria maderera.

En 1791 una comisión del Gobierno había recomendado establecer un pueblo en la unión de los ríos Ottawa y Rideau, cerca de la desembocadura del río Gatineau. (Ver L. Breault, Ottawa, capitale du Canada de ses origines à nos jours, Ottawa, Éditions de l’Université d’Ottawa, 1942, pp. 56-57). En 1800 un pequeño grupo de silvicultores de los Estados Unidos se estableció junto a la catarata Chaudière, en lo que después sería el pueblo Hull. En 1826 el gobierno solicitó al coronel By construir un canal con exclusas, que conectara el río Ottawa con el Saint Lawrence y buscara algún lugar con miras a construir una nueva ciudad. Nos dicen que  Bytown pronto adquirió una reputación poco envidiable. “El centro del canal, lugar de reunión de los taladores, pronto fue escenario del desorden ocasionado por el odio racial y antagonismo religioso, abuso de bebidas alcohólicas y a menudo lugar donde se usaba la fuerza”. (Ibid. pág. 64).

De 1827 a 1842 cerca de una docena de sacerdotes pasaron períodos cortos en ese turbulento ambiente. Así, en 1842 y hasta la llegada de los Oblatos, el sacerdote residente fue el Padre Patricio Phelan, futuro coadjutor de Kingston. Además de la parroquia principal, había una docena de misiones diseminadas en toda el área circundante. El éxito del ministerio misionero de los Oblatos en los alrededores de Montreal inspiró al Obispo Bourget a encomendarles la vasta área en desarrollo. Sin embargo, puesto que Bytown se encontraba en el lado de Kingston, pronto comentó su visión al respecto tanto a los Oblatos como al Obispo Phelan.

Escribió al Obispo de Mazenod el 19 de octubre de 1843: “Es cuestión de encontrarles un nuevo lugar en la diócesis de Kingston, llamado Bytown… Este pueblo está en el centro de todas las rutas de comunicación del Gran río, conocido como Ottawa. Es ahí adonde llegan miles de hombres para talar los bosques que crecen a lo largo de este hermoso y maravilloso río. Todos ellos merecen el celo de sus hijos. De ese lugar los hombres habrán de salir para evangelizar a quienes llamamos los “chantiers” (campos madereros)… Además, a cerca de 60 u 80 leguas de ahí se encuentran los campos de cacería de los pueblos nativos… Los misioneros que trabajen para su conversión, requerirán un establecimiento central desde donde viajar para estar con esos infieles y a donde volver para trabajar por la salvación de los blancos… En este momento Bytown ofrece esta maravillosa ventaja.” (Registre des lettres, Vol. 3, pp. 206-208, Archbishop’s House, Montreal).

También escribió al Obispo Phelan para convencerlo: “Somos de la opinión… de que se establezca una residencia de los Misioneros Oblatos en la ciudad para atender a los residentes católicos del lugar y prediquen misiones ya sea en la diócesis de Kingston o en la de Montreal y en especial visiten los aserraderos, cuyas necesidades deben tener su mayor preocupación” (Ibid. pp. 211-212). De hecho, al Obispo Phelan le preocupaban sus sucesores en ese lugar que crecía y en particular deseaba se estableciera una escuela. La posibilidad de que los Oblatos realizaran ese deseo fue un argumento a su favor.

De nuevo, el Obispo Bourget solicitó al Obispo de Mazenod el 15 de diciembre: “Esperaremos su respuesta antes de tomar cualquier decisión definitiva en el plan en el que sus Padres tienen especial interés, pues abriría la puerta a su trabajo con los pueblos nativos y los colocaría al alcance de nuestra gente en los campos de trabajo, que tienen  necesidad de ayuda religiosa. De haber ovejas de la casa de Israel, seguramente son estos pobres cuya fe y conocimiento de su pobreza espiritual es lo único que tienen para compartir”.

Al enterarse del plan, el Padre Honorat, superior de los Oblatos de Canadá le dio todo su apoyo. Explicó sus puntos de vista al Fundador, quien le respondió el 4 de enero de 1844: “Alabo a Dios por lo que me dice. De hecho, estoy de acuerdo y dispuesto a que nuestra Congregación se encargue de la santificación de los campos de trabajo y de la conversión de los nativos… La fundación en Bytown concuerda perfectamente con mi idea…” (Oblate Writings, I, pp. 69-70).

Sin embargo, había ciertas dificultades que retrasaron realizar el plan: el limitado número de Oblatos, que al mismo tiempo eran llamados a hacer una fundación en el área del Saguenay, en la diócesis de Quebec y la falta de sacerdotes que hablaran inglés, para trabajar con los irlandeses de Bytown. Además, el clero en Kingston no estaba a favor de la llegada de extranjeros, mientras otros sacerdotes esperaban colocarse en el promisorio lugar a futuro. Finalmente, la respuesta del Fundador al Obispo Bourget se retrasó y llegó hasta febrero de 1844. “Con perfecta tranquilidad acepto su sugerencia por el bien de la diócesis de Kingston, la santificación de los trabajadores de los campos y la conversión de los pueblos nativos. No puedo expresarle el consuelo recibido con su carta” (Ibid. p. 79).

Los Oblatos en Bytown
Sin embargo, la salida a Bytown había sucedido antes de la respuesta. El Codex historicus de Longueuil anota que el 28 de enero el Padre Telmon salió hacia Bytown, a solicitud del Obispo Phelan, administrador de la diócesis de Kingston, con la intención de fundar un establecimiento Oblato en el lugar.” Otra anotación el 9 de mayo dice: “El Padre Dandurand salió a Bytown para realizar el mismo ministerio con los irlandeses que el Padre Telmon con los canadienses franceses” (OMI Provincial Archives, Montreal, Codex historicus, pp. 26, 28).

Al Fundador le complacía que sus hijos hubieran llegado a Bytown. El 1° de marzo de  1844 escribe al Padre Honorat: “¡Qué misión puede ser más hermosa! El ministerio en los aserraderos, la misión con los pueblos nativos, el establecimiento en una ciudad con esperanzas en el futuro. Realmente es un sueño maravilloso que se realiza y que ¡pudo haber permitido se esfumara! La sola idea me causa escalofrío. Ármense de valor de nuevo y establézcanse de forma adecuada. Recomiende a cada uno se encargue de su tarea.” (Oblate Writings I, Vol. I, pág. 79). No estando tranquilo con la situación, el Obispo de Mazenod escribió de nuevo al Padre Honorat el 20 de abril 20: “No solo acepté esta misión, sino agradezco mil veces a Dios por habernos elegido para ella. Estoy convencido a tal extremo de que habría de ser nuestra, que creo debemos superar cualquier dificultad. Si alguien se opone a ella, no debemos prestar atención. Si el comienzo es doloroso, no debemos dudar y ofrecer a Dios todas las privaciones y sufrimientos que hallemos en el camino. ¡Lo importante es que nos establezcamos en Bytown!” (Ibid. pág. 81).

El 20 de junio de 1844, el Obispo Phelan erigió canónicamente el establecimiento de los Oblatos en la diócesis de Kingston (ver la carta del Obispo de Mazenod al Obispo Bourget, del 9 de agosto de 1844, en Oblate writings I, pág. 102). Ahora podrían tener una casa para la Congregación y tenían autorización para recibir miembros en la Sociedad, con el consentimiento del Ordinario. Se puede considerar a los Padres Telmon y Dandurand como los pioneros de la presencia de los Oblatos en Bytown. Al año siguiente se les unió un originario irlandés, el Padre Juan Molloy, quien llegó de Francia en septiembre de 1845, destinado para trabajar principalmente con los fieles de habla inglesa y encargarse de un ministerio variado y generoso, tanto en la ciudad como la región, hasta 1890.

Erección de la diócesis de Bytown
En cuanto los Oblatos estuvieron instalados en Bytown, destinado a ser una ciudad grande e importante centro de comunicaciones, el Obispo Bourget comenzó a planear se convirtiera en diócesis, con territorio tomado de las entonces diócesis de Montreal, Kingston, Toronto y del vicariato apostólico del río Red.

De hecho, las circunstancias hacían deseable que Bytown fuera una diócesis autónoma. El comercio de madera en el río Ottawa, floreciente desde su inicio, comenzaba a reducirse. La mitad de los 35,000 hombres empleados se encontraban sin trabajo. Se creía había llegado el momento para establecerlos gradualmente en el área y comenzar la agricultura, de otra forma podrían ir a otro lado. La tierra del área era fértil y la mejor forma de conservar o atraer colonizadores católicos, en especial “canadienses”, era asegurarles el apoyo religioso y la organización parroquial. Los Obispos Bourget y Phelan trabajaron juntos en un plan a principios de 1846 y con el apoyo de los demás obispos canadienses, viajaron a Roma en 1847 para solicitar la autorización pontificia (ver Kowalski, Nicolás, L’érection du diocèse de Bytown selon les documents des Archives de la Propagande”, en Études oblates, 11 (1952) pp. 179-187).

Dicho plan también incluía la propuesta como obispo del Padre Bruno Guigues, quien había llegado al país en 1844, bajo el título de Visitador de los Oblatos en Canadá. Se le consideraba tener gran calidad y buen juicio y su nombramiento aseguraría un compromiso permanente de los Oblatos al desarrollo de la diócesis. Mientras atendían las necesidades de los católicos en Bytown y de la población flotante de varios miles, marineros, mensajeros, madereros, los misioneros también se encargaban de los conversos en los pueblos nativos, evangelizaban para convertir a más personas, trabajaban en la formación del clero local, en establecimientos educativos y obras de caridad.

En diciembre de 1846, una fuerte oposición en Canadá a la idea de que el Padre Guigues se convirtiera en obispo hizo dudar al Fundador. La correspondencia entre Montreal y Marsella lo intranquilizó. El superior general y su consejo se inclinaban a tomar una decisión en contra, temiendo que el candidato no pudiera continuar de forma efectiva su tarea como Visitador general de la Congregación en Canadá. Sin embargo, el Obispo Bourget llegó de visita camino a Roma, diciéndole no haber peligro, por lo que el Fundador cambió de parecer y escribió al Padre Guigues. Su mensaje fue que “viendo el beneficio que habría para la Iglesia en América y el resultado a obtener para nuestros misioneros en las diferentes tareas según su vocación; y viendo la posibilidad que tendrá de continuar su tarea como Visitador y la garantía del Obispo de Montreal, doy mi consentimiento” (Oblate writings, I, Vol. 1, pág. 141).

El decreto de la erección de la diócesis fue publicado el 27 de mayo de 1847 y el aviso canónico firmado el siguiente 25 de junio. El Padre Guigues fue nombrado obispo de  Bytown el 9 de julio, siendo ordenado obispo un año después, el 18 de julio de 1848, en la aún inconclusa catedral, por el Obispo Rémi Gaulin de Kingston.

Con todo acierto se ha dicho que el Obispo Bourget y el Obispo de Mazenod son sin duda los “Padres” de la nueva iglesia. “Aunque el primero fue responsable de comenzar la vasta planeación de la renovación del valle de Ottawa, fue la confianza y generosa cooperación de su amigo, lo que aseguró el éxito.” (E. Thivierge, “À la naissance du diocèse d’Ottawa”, en Revue de l’Université d’Ottawa, 7 (1937), pág. 424). Al escribir al obispo Phelan, coadjutor de Kingston, el Obispo de Marsella dijo: “Tengo un vivo interés en su querida misión de Bytown y sigo su progreso con emoción. Las dificultades no me causan temor, pues estoy acostumbrado a ellas en todas las tareas que son por la gloria de Dios y la salvación de las almas” (Carta del Obispo de Mazenod al Obispo Phelan, Junio 8, 1846, en Oblate Writings I, tomo 1, pág. 132).

La diócesis en 1848
Bytown contaba con algunos sitios de culto protestante y una impresionante, pero inconclusa iglesia católica que se construía con la ayuda de la Propagación de la Fe y las contribuciones de los habitantes pobres. El personal para toda la diócesis consistía de seis sacerdotes diocesanos además de los Oblatos y las Monjas Grises, que habían llegado a Montreal en 1845, recibiendo gran ayuda del Padre Telmon para establecerse en el lugar. El Obispo aún no tenía residencia y la única escuela católica era para niñas, dirigida por las Hermanas. La gran mayoría de niños iban a las escuelas protestantes de inglés.

En las afueras de la ciudad había algunas iglesias o capillas. Bytown, compuesta de áreas distantes y subdesarrolladas tomadas de otras diócesis, era pobre. El Obispo enfrentaba la tarea de buscar ayuda para los taladores y los nativos, formar nuevas misiones alrededor de la ciudad, establecer instituciones indispensables. Buscaba sacerdotes y ayuda financiera de Francia e Irlanda.

Una vez que la diócesis había sido establecida y el obispo había colocado a los Oblatos, había que definir su tarea. Además del ministerio parroquial, debían ser capellanes para las Hermanas, servir a las comunidades en las áreas circundantes, la misión a los trabajadores en los aserraderos y los nativos. No tardaron mucho en surgir los problemas entre el obispo y la comunidad religiosa. En palabras del Fundador al escribir al Provincial en Canadá: “puesto que la Congregación cuenta con un pasado en Bytown y supuestamente tendrá un futuro, se debe acordar algo en esta relación de dos partes” (carta del 21 de noviembre de 1848, en Oblate Writings I, tomo 1, pág. 204). La cuestión era en gran parte cómo determinar la propiedad de las cosas.

El Padre Henry Tempier llegó a Canadá en visita canónica en 1851. El Fundador le escribió el 9 de julio de 1851: “Deberá investigar si es apropiado establecer ahí un lugar que sea estable y nos pertenezca. Siempre sería mejor para nosotros contar con algunas comunidades bien provistas desde las que los miembros puedan ir a las misiones, en vez de lugares dispersos aquí y allá, que deben ser para los sacerdotes seculares, puesto que es inútil pensar que la Congregación podría algún día tener la responsabilidad de la diócesis de Bytown por completo.” (carta del 19 de julio de 1851, Oblate Writings I, Vol. 2, pág. 20).

El 21 de septiembre de 1851 se realizó un primer acuerdo entre el Padre Tempier y el Obispo Guigues en relación a la propiedad y administración de los recursos financieros provenientes del ministerio, de la Propagación de la Fe, la Congregación Oblata y los fieles.

Se comenzó a buscar obtener una residencia oficial y permanente para los Oblatos, asegurándoles una mayor independencia. El Obispo Guigues comenzó negociaciones difíciles con el Padre Santoni, Provincial de Canadá y consultó con el Obispo Bourget antes de enviar sus planes al Fundador en octubre de 1854. Los dos problemas principales eran el considerable préstamo obtenido por los Oblatos para la construcción de la catedral y en especial un arreglo pastoral apropiado para el ministerio a los dos grupos de idiomas en la ciudad: los “canadienses”, es decir la gente de habla francesa, y los “irlandeses”, gente de habla inglesa.

Además del obispo y la autoridad provincial de los Oblatos, la administración general se integró como tercer participante en la discusión. Los negociadores de los años anteriores habían logrado una buena solución en 1856. El Fundador seguía intentando contraatacar los argumentos de algunos Oblatos en contra del Obispo, a quien consideraban no estar haciendo lo suficiente para proteger los intereses de la Congregación. Se consultaron a dos obispos más con el provincial, y el 8 de abril de 1856, el consejo general aceptó el plan en su totalidad, encomendando a los Oblatos el colegio, el seminario, la iglesia Saint Joseph, y el servicio de la catedral. Este acuerdo, conocido como la convención Guigues-Mazenod, se firmó en Marsella el 17 de agosto de 1856, poco después del capítulo General (ver el texto en Études oblates, 15 (1956), pp. 360-364).

En 1860 el nombre de la diócesis de Bytown cambió al de Ottawa, nuevo nombre de la ciudad que sería la capital de Canadá Unida y en 1867, del Dominio de Canadá.

Obras de los Oblatos en la diócesis de Ottawa en 1861

  1. Servicio en la catedral hasta 1874
    Al tomar posesión el Obispo Guigues de su diócesis de Bytown, la población era de 7,760 personas, de las cuales 4,798 eran católicos, divididos más o menos por igual entre “canadienses” e “irlandeses”. Estaban concentrados principalmente en “Lower-Town”, siendo por ello feligreses de la catedral que los Oblatos tenían a su cargo pastoral, a través del Padre Dámaso Dandurand y su asistente, el Padre Miguel Molloy. A la muerte del Obispo Guigues en 1874, la posición fue que los sacerdotes diocesanos se hicieran cargo de la catedral. Los Oblatos se instalaron en la recién construida residencia del obispo en 1850. Además del Obispo y los párrocos, estaban los misioneros que permanecían en el lugar entre sus viajes de trabajo en los pueblos circundantes, los aserraderos y los pueblos nativos. También se alojaba ahí el capellán de las Monjas Grises, al igual que otros Oblatos asignados al colegio, hasta ir a Côte-de-Sable en 1856. Otras residencias Oblatas anexadas a la casa en Bytown fueron South Gloucester (1848-1855), L’Orignal (1848-1855) y las de Temiscamingue y Desert River (Maniwaki), por lo que era una casa de importancia.

La mayor preocupación de los párrocos, el Padre Telmon hasta 1848 y después del Padre Dandurand, fue sin duda la construcción de la iglesia que se convertiría en la catedral de la nueva diócesis. La antigua iglesia que encontraron al llegar en 1844, había sido inaugurada en 1832, pero era muy pequeña y no había recibido buen mantenimiento. Se dio inicio a la construcción de la nueva iglesia en 1841, con la colocación de la primera piedra por el Obispo Carlos de Forbin-Janson, el 25 de octubre de ese año. La construcción tuvo que detenerse por falta de fondos y retomada a la llegada de los Oblatos, abierta para culto el 15 de agosto de 1846, dedicada a la Asunción de la Santísima Virgen. Sin embargo, el trabajo se terminó 20 años después, consagrándose el 4 de septiembre de 1853, bajo el nuevo título de Santísima e Inmaculada Virgen, dogma que pronto definiría el Papa Pío IX.

En 1859 se construyeron los dos capiteles y el ábside. entre 1862 y 1865. En 1859 se colocó una magnífica estatua de madera dorada de la Virgen y el Niño en lo alto de la fachada, nombrándola Nuestra Señora de los Viajeros, pagada por los leñadores, quienes invocaban  su ayuda en los muchos peligros que tenían en su trabajo en invierno y al bajar por los ríos en barcazas en la primavera (ver Missions OMI, 2 (1863), pp. 16-17). La estatua de la Inmaculada Concepción también fue un importante recordatorio  de la contribución de los Oblatos a la fundación y organización de la diócesis de Ottawa.

Se había acordado que los Oblatos dejarían la casa del obispo en Ottawa y la atención pastoral en la catedral a la partida del Obispo Guigues, quien como compensación había arreglado que tuvieran un sitio más permanente en Hull, al otro lado del río Ottawa, donde desde el principio habían trabajado también. En 1870 estableció la parroquia Our Lady of Graces y se las encomendó a los Oblatos. Los nombres de los primeros párrocos fueron grabados en signo de gratitud y afecto en el recuerdo de varias generaciones de fieles: Padres Luis Reboul, Jacinto Charpenay, Eugenio Cauvin.

El 8 de junio de 1886 el Papa León XIII constituyó una nueva Provincia eclesiástica, con  Ottawa como sede metropolitana. Se tomaron territorios de la diócesis original de Ottawa, para formar, en parte o por completo, las diócesis de Pembroke (1898), Sault-Sainte-Marie (1904), Mont-Laurier (1913), Hearst y Moosonee (1938) y Gatineau-Hull (1963).

En ocasión del 50 aniversario de la erección de la diócesis, se colocó una estatua de bronce del Obispo Guigues, encargada al escultor A. Verrebout, en el atrio de la catedral.

  1. Otras misiones en la diócesis
    Difícilmente hay alguna parroquia en la diócesis, al menos en las más antiguas, que no haya recibido la devoción de los Oblatos. Saliendo de la “misión madre” en Bytown, los Oblatos visitaban regularmente las comunidades situadas a 40 o 50 kilómetros del centro, tanto en invierno como en verano. Viajaban a través del agua o hielo, o incluso a través de densos bosques sin senderos. Así fue como sirvieron a las comunidades de Hull, Point Gatineau y otras que comenzaban al sur de Ottawa y en los valles de los ríos Gatineau y Hare, al sur del río Ottawa. Muy a menudo construyeron capillas o iglesias, celebraban la Misa dominical según permitieran las circunstancias, visitaban a la gente y llevaban los sacramentos a los enfermos. Los registros guardan el recuerdo de los Oblatos que sucedieron unos a otros como trabajadores apostólicos en la aún joven diócesis. Junto a los nombres de los Padres Telmon, Dandurand y Molloy. encontramos los de los Padres Pedro Aubert, Luis Babel, Médard Bourassa, Augusto Brunet, Tomás Hércules Clément, Francisco Coopman, Guillermo Corbett, Regino Déléage, Ricardo Moloney, Antonio Paillier, Luis Reboul y Claudio Saillaz.
  2. Campos madereros (1845-1861)
    La llegada de los Oblatos a Bytown abriría por completo un nuevo campo de apostolado entre los cientos de jóvenes vigorosos que trabajaban talando árboles por cinco o seis meses del año en los inmensos bosques de los alrededores o algún otro lugar de Lower Canada. El Obispo Bourget conmovió el corazón del Fundador al comentarle las necesidades de evangelización de estas “ovejas dispersas”. Los misioneros itinerantes dejaron leyendas duraderas: los Padres José Andrieux, Médard Bourassa, Augusto Brunet, Eugenio Cauvin, Jacinto Charpeney, Eusebio Durocher, Antonio Paillier y Luis Reboul. El pueblo de Hull, al otro lado del río Ottawa, era el centro para las visitas a los campos, donde se construyó una capilla para el ministerio pastoral con los trabajadores. “La chapelle des chantiers” fue la antecesora de la parroquia Notre-Dame, establecida en 1870.
  3. El Colegio de Bytown
    Al llegar a Bytown, el Obispo Guigues notó la necesidad de la enseñanza secundaria. La educación primaria había comenzado escasamente y habría superado los medios de los padres, generalmente pobres, de enviar a sus hijos a estudiar a algún otro lugar. El Obispo también consideró la necesidad de eventualmente formar al clero local. Por tanto, su sueño como pastor fue establecer una institución de educación bilingüe para cubrir las necesidades de los niños de ambas nacionalidades. Deseaba “inaugurar su episcopado al hacer algo que todos apreciaran realmente” (L. Breault, op. cit. p. 251), por lo que en septiembre de 1848 dio el primer paso. En un humilde edificio de madera cercano a la catedral, abrió un pequeño colegio que encomendó a los Oblatos. Poco a poco la casa se hizo más grande, hasta que en 1856 el colegio tuvo que mudarse de Lower City a Cote-de-Sable, donde aún se encuentra. El 2 de abril de 1903 fue víctima de un incendio fatal, pero el edificio principal pronto fue restaurado, añadiendo nuevos edificios según fue necesario.

En 1848 el colegio fue incorporado bajo el nombre de Colegio Saint Joseph de Bytown. Al cambiar el nombre de la ciudad a Ottawa, se hizo lo mismo al del colegio. El 15 de agosto de 1866, la legislatura de Upper Canada otorgó una cédula universitaria con poder para otorgar títulos a ser reconocidos en todo el país. El 5 de febrero de 1889, el Papa León XIII la elevó al rango de Universidad Católica, con todos los privilegios implicados por el título.

Si consideramos al Obispo Guigues como fundador del Colegio de Bytown, el Padre Enrique Tabaret fue el alma de la institución. Al llegar a Bytown en 1853 y ser asignado al Colegio, continuó su desarrollo hasta su fallecimiento en 1866. Los lineamientos que él estableció siguen rigiendo a la Universidad de Ottawa. Su recuerdo se conserva en un   monumento hecho por A. Verrehout, develado al inaugurar la Universidad Católica de Ottawa el 9 de octubre de 1889, cercano al edificio principal de la institución.

Desde su fundación, el campus también incluía al seminario mayor diocesano y el escolasticado Oblato hasta la inauguración del Escolasticado Saint Joseph en 1885 y el juniorado Oblato Sacred Heart, de 1876 a 1888.

En los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, el progreso en la Universidad requirió cambios importantes. El 1° de julio de 1965, después de difíciles negociaciones con el gobierno de Ontario, el instituto que había sido conocido anteriormente como la Universidad de Ottawa, modificó su nombre a “Universidad Saint Paul”, conservando las dos cédulas, civil y eclesiástica, que ya tenía y el gobierno creó una nueva institución con el nombre de “Universidad de Ottawa”. Ambas universidades se convirtieron en una unidad federada la cual, por consentimiento mutuo, compartía las facultades. Los Oblatos tienen la responsabilidad de la Universidad Saint Paul, ofreciendo ciencias eclesiásticas y pastorales.

  1. Parroquia Saint Joseph
    En 1856, la población del área de Côte-de-Sable era lo suficientemente grande para erigir una nueva parroquia. El acuerdo Guigues-Mazenod la encomendaba a perpetuidad a los Oblatos que recientemente habían adquirido el Colegio en ese lugar. El pastor vivía con la comunidad del Colegio, donde encontraba ayuda cuando era necesaria. El Obispo Guigues bendijo la iglesia el 19 de marzo de 1857, dedicándola a Saint Joseph. Esta primera iglesia fue reemplazada por una más espaciosa en 1892, aunque fue destruida por un incendio en 1930. La iglesia actual data de 1932. Mientras tanto, se erigió una parroquia dedicada a Sacred Heart en 1889, en territorio de la parroquia Saint Joseph, para católicos de habla francesa. El 25 de enero de 1929, Saint Joseph, que hasta entonces había dependido de la Universidad Ottawa, fue erigida canónicamente como casa Oblata independiente, con el Padre Dennis Finnegan como superior.

El primer párroco de Saint Joseph fue el Padre Alejandro Trudeau, de 1858 a 1859. Sus sucesores fueron los Padres: Guillermo Corbett (1859-1860), Franciscos Coopman (1860-1862), J.-M. Guillard (1862-1868), Antonio Paillier (1868-1894), Enrique A. Constantineau (1894-1898), Miguel Fallon (1898-1901), Guillermo Murphy (1901-1915), Edmundo Cornell (1915-1929), Dennis Finnegan (1929-1935), Patricio Phelan (1935-1941), José Birch (1941-1946), Pablo Monahan (1946-1952), Luis Keighley (1952-1964), Lorenzo Conlon (1964-1970), Geraldo Cousineau (1970-1971), Juan Davis (1971-1975), Lorne J. MacDonald (1975-1978 y 2000-2002), José MacNeil (1978-1980), Federico Magee (1982-1989), Geraldo Morris (1989-1994), Brian Primeau (1994-1996), Roberto Smith (1996-2000), Ricardo Kelly (2002- ).

  1. Misiones amerindias
    Bytown también era la puerta a las misiones Amerindias. A partir de 1844 el Obispo Bourget dio jurisdicción al joven Padre Nicolás Laverlochère para las misiones con los amerindios diseminados por el territorio desde Bytown a Témiscamingue y Abitibi. Cada año y en ocho ocasiones, hasta 1851, acompañados por turnos por los Padres Andrés María Garin, Tomás Clément, Carlos Arnaud, y Antonio Paillier, atacados por los mosquitos y con el cielo como único techo, realizaban el peligroso viaje al norte del río Ottawa, hacia las estaciones de comercio al norte, donde se reunían los amerindios y blancos realizando su misión de oraciones, bautismos, invitación a la templanza. A partir de 1847, el Padre Laverlochère se aventuró hasta Moose Factory y James Bay, desde donde se dirigió a Fort Albany en 1848. “Eso era suficiente para poner a prueba el valor de un misionero verdadero” escribió el Fundador en 1845 (carta al Padre Bermond, Abril 20, 1845 en Oblate Writings 1, pág. 123).

Algunos de los misioneros sucesores del Padre Laverlochère continuaron las visitas anuales a las misiones en Temiscamingue y James Bay: los Padres Andrés Mariía Garin (1852-1857), Regino Déléage (1855-1860), Juan María Pian (1859-1866) y Juan María Nédélec (1867-1892). Ese fue el inicio de la presencia de los Oblatos en lugares donde no eran posibles los establecimientos permanentes sino hasta más adelante: Temiscamingue en 1863 y James Bay en 1892.

Mientras tanto, los Padres Eusebio Durocher y Augusto Brunet se hicieron cargo de visitar los campos madereros preparando el establecimiento de misiones a lo largo del río Gatineau. La visita del Obispo Guigues en 1849 al punto donde se une al río Desert, conocido actualmente como Maniwaki (que significa “Maryland”), a 120 kilómetros de Bytown, fue el punto de partida para una fundación al año siguiente. El Padre Tomás Clément y el Hermano Santiago Brady establecieron una misión permanente de los Oblatos dedicada a Assumption. Las crónicas de esos primeros años también mencionan a los Padres Andrieux, Paillier, Reboul, Laverlochère y los Hermanos Sweeney y Bowes. Además de ayudar a los hombres en los campos a convertirse en colonizadores establecidos en los nuevos territorios, trabajaron con los amerindios Algonquin, quienes tenían una reservación en esa área. Debemos mencionar que un aserradero y un molino harinero construidos por los Hermanos Oblatos tuvieron un papel importante en el comienzo de dichos asentamientos.

Conclusión
“Un lugar con futuro” “en perfecta armonía con mi gusto” fueron las descripciones utilizadas por San Eugenio al considerar la fundación de Bytown. La presencia de los Oblatos continuaría floreciendo después de su muerte. La diócesis de Ottawa y en especial la ciudad episcopal vieron el desarrollo de una multiplicidad de obras de la Congregación a lo largo del siguiente siglo: los escolasticados Saint Joseph y Holy Rosary, el juniorado Sacred Heart, el seminario mayor diocesano, la Universidad Saint Paul, el seminario de la universidad, el Colegio Saint Patrick, las parroquias Saint Joseph, Sacred Heart, Holy Family, Canadian Martyrs, el periódico Le Droit y en Hull: las parroquias Notre Dame y Sacred Heart, la casa para retiros cerrados. Algunas de estas obras siguen prosperando; otras se han fusionado o cerrado. El hecho es que Ottawa sigue siendo uno de los centros Oblatos de mayor actividad, cumpliendo las proféticas palabras del Fundador hace 150 años.

Alejandro Taché, o.m.i.