Cuando Pío IX tuvo que dejar Roma para ir a Gaeta a fines de 1848, Mons. de Mazenod se apresuró a invitarle a acudir a refugiarse en Marsella. Tras el retorno del Papa a Roma en 1849, varios obispos franceses fueron a verlo y al pasar de regreso por Marsella dijeron al obispo que el Papa deseaba verlo. Mons. de Mazenod viajó a Roma en enero-abril de 1851 a fin de obtener la aprobación de las modificaciones a la regla que se hicieron en el Capítulo de 1850.

Fue entonces cuando recibió el palio, privilegio reservado a los metropolitanos que, tras su nombramiento, deben pedirlo al Papa. No se han encontrado cartas del Fundador en las que se haga ese pedido. Pero se conserva una del 10 de febrero de 1851, probablemente al cardenal Antonelli, secretario de Estado, en la que escribe: “Si el Santo Padre quiere favorecer a una ciudad que se ha mostrado tan adicta a su sagrada persona ¿no podría, esperando la oportunidad de hacer algo mejor, otorgar a la sede de Marsella el título de arzobispado in partibus? Así el gobierno no tendría que mezclarse en ese asunto. Parece que el cardenal sugirió pedir más bien el palio y Mons. de Mazenod hizo intervenir a Mons. Barnabò, secretario de la Congregación de Propaganda, que le ayudó a obtener ese favor (carta del 25 de mayo de 1851).

Por letras apostólicas, el 1 de abril, concedió el palio al obispo de Marsella. Después de haber hecho una breve historia de la diócesis, añade: “También últimamente, cuando una terrible tempestad conmovió a Italia, y sobre todo a nuestra ciudad de Roma, los eclesiásticos, expulsados y obligados a huir, fueron recibidos por los marselleses con todas las muestras de la más benévola hospitalidad y Nos mismo, si la divina Providencia cuyos designios son impenetrables para la mente humana, no hubiera dispuesto de otro modo, Nos mismo, alejado a la fuerza de nuestra diócesis, habríamos ido con agrado a buscar un asilo en la ciudad de Marsella”.

Según la costumbre, el palio se da algunas veces a obispos para recompensar los méritos de esos prelados o para realzar el brillo de alguna sede episcopal. A este doble título concedió Pío IX el palio a Mons. de Mazenod el 3 de abril de 1851, después de su misa en la capilla privada.

Al regreso de Mons. de Mazenod a Marsella, el cabildo se apresuró a enviar, el 21 de abril, una carta de agradecimiento al Papa “por este insigne y raro favor que habéis otorgado a su Iglesia, concediéndole a perpetuidad el privilegio del sagrado palio […] No ignoramos, añaden, que esta confianza es la consecuencia de la que otorgáis a nuestro obispo”. Entre los méritos de éste mencionan su familia religiosa extendida por varios países de misión.

El 9 de mayo, en una ceremonia solemne en el Ayuntamiento, el obispo dio al alcalde una copia de las letras apostólicas para que las depositara en los archivos municipales. En su discurso subraya que el hecho es “un testimonio honroso para la ciudad” y afirma que el Papa dará “el título, el rango y los derechos de metrópolis a la sede de Marsella el día en que lo quiera el poder secular”, pues eso era competencia del Estado desde el concordato de Napoleón. El alcalde respondió al obispo y el 12 de mayo el consejo municipal envió una carta de gratitud a Pío IX. El obispo publicó luego una breve pastoral al respecto fechada el 24 de mayo.

Desde 1848 a 1861 el Fundador escribió una decena de cartas a las autoridades de Marsella, a los ministros y al emperador para pedir que la sede sea elevada al rango de arzobispado. Marsella no pasó a arzobispado hasta 1948.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.