Nacimiento en Marsella, el 11 de abril de 1805.
Toma de hábito en Aix, el 23 de septiembre de 1825.
Oblación en Aix, el 10 de marzo de 1826 (nº 21).
Ordenación sacerdotal en Marsella, el 14 de octubre de 1827.
Dispensa de sus votos, el 13 de junio de 1831.

Léon Gustave Reynier nace en Marsella el 11 de abril de 1805. Toma el hábito en Aix el 23 de septiembre de 1825 y hace su oblación el 10 de marzo de 1826. Cae seriamente enfermo en julio-agosto de 1827. El Fundador habla de una inflamación y añade que el padre iba a morir de dolor, cuando fue curado al invocar al beato Alfonso de Ligorio.

Fue ordenado sacerdote por Mons. Fortuné de Mazenod el 14 de octubre de 1827. Al parecer, permaneció siempre en el Calvario de Marsella, donde fue maestro de novicios en la primavera de 1828. En julio de 1829, el padre de Mazenod escribe al padre Tempier, que hacía la visita canónica al Calvario, diciéndole que obligue a Reynier a reducir sus sesiones en la sacristía y en el locutorio, donde su madre le hacía perder mucho tiempo. Que estudie más y se santifique en su vocación.

El 13 de junio de 1831, es dispensado de sus votos. El registro de expulsiones y de dispensas enumera una larga serie de faltas poco graves, pero que dado el cúmulo de ellas se las juzgaba suficientes para su expulsión. “Falta habitualmente en la exactitud a la hora de aplicarse a los ejercicios de la comunidad”; desconoce “la ley del silencio”, apenas solicita permisos, no tiene vida de comunidad ni de espíritu interior ni de amor al trabajo, se hace esperar siempre en los diversos servicios de la iglesia del Calvario; además “ha tenido diversas reincidencias en declaraciones verdaderamente escandalosas en temas de índole político”. El Superior General ha buscado “siempre, aunque en vano, llamarle al deber”.

El 1 de agosto de 1831, Mons. Fortuné de Mazenod nombra al abate Reynier cura de la filial de Saint-Lous en Marsella. En 1837-1838, solicita varias veces regresar a la Congregación. Mons. De Mazenod se entrevistó con él y concluyó que antes de someter su caso al Consejo General, primero debían morir su padre y su madre y que, en cualquier caso, estaba poco hecho para la vida religiosa.

Yvon Beaudoin, o.m.i.