José Signay nació en Quebec el 8 de noviembre de 1778 y estudió en el seminario de ese lugar. Fue ordenado sacerdote en Longueuil el 28 de marzo de 1802, trabajó como asistente o pastor en varias parroquias. El 27 de mayo de 1827 fue ordenado obispo coadjutor del Arzobispo  Bernardo Claudio Panet de Quebec, a quien sucedió en  1833. En 1834 el Obispo Pedro Flavián Turgeon (1787-1867) se convirtió en su coadjutor. El Arzobispo Signay construyó parroquias, colegios y conventos, instituyó los retiros pastorales y parroquiales y promovió el establecimiento de Congregaciones religiosas en su diócesis. Entre otros, llevó a Quebec a los Hermanos de las Escuelas Cristianas y los Jesuitas.

Poco después de la llegada de los Oblatos a Canadá, el Obispo de Mazenod y el Padre Honorat deseaban una fundación en la diócesis de Quebec, pletórica de vocaciones. El 10 de agosto de 1843, con motivo del fallecimiento de un joven de Quebec en Marsella, el Fundador escribió al Arzobispo Signay para informarle de la “muerte cristiana” del joven y también comentándole del éxito de los Oblatos en Montreal, diciendo que “su deseo era que el bien que hacían pudiera extenderse a todo Canadá, donde su mensaje era tan bien recibido”. La carta fue enviada al Padre Adrián Telmon, que pidió leerla al Obispo Ignacio Bourget, quien solicitó no enviársela al Arzobispo Signay. La solicitud del Obispo Bourget puede comprenderse mejor por una carta del Padre Honorat, fechada el 28 de octubre de 1842: “Quebec podrá venir después, debido a los celos existentes de que Montreal está adelante de ellos en todo. No querrían ser vistos imitándonos.”

Sin embargo, menos de un año después, el 25 de abril de 1844, el Arzobispo Signay escribió al Padre Honorat, diciendo que “había escuchado del Obispo Provencher, Vicario Apostólico de Hudson Bay y James Bay, que los Oblatos estaban listos para realizar en  Quebec lo hecho en Montreal”. Solicitó recibir dos Padres en el verano, para que cada uno pudiera acompañar a un sacerdote diocesano durante sus visitas a los amerindios en el río Saint-Maurice y la ribera norte del Saint-Lawrence, al este de Quebec. El Padre Honorat accedió en una carta del 28 de abril. Encantado con lo sucedido, escribió al Fundador el 10 de mayo, diciendo: “Quebec vino a nosotros.”

A principios de mayo, el Padre Telmon acompañó al Padre Pedro Fisette a Quebec, quien estaba por salir con el Padre Francisco Boucher del clero diocesano, en una expedición de tres meses para visitar a los Montagnais de Saguenay y la Ribera Norte. Los dos sacerdotes fueron recibidos “con bondad paterna” por el Obispo Turgeon, en ausencia del Arzobispo. El 8 de junio, el Obispo de Mazenod escribió al Arzobispo Signay, diciendo que le complacería enviarle algunos misioneros “que se dedicarían a la instrucción de los pueblos nativos (pauvres sauvages) en la diócesis de Quebec. Hizo notar que los Oblatos eran  “esencialmente hombres del obispo y puede contar con su dedicación y celo, que siempre pondrán a disposición de su solicitud pastoral en todo lo que desee encomendarles.”

Cerca del 20 de mayo el Padre Honorat fue a Quebec, siendo bien recibido por el Arzobispo Signay y el Obispo Turgeon, acordando hacer una fundación en Saguenay en el otoño, a cerca de 85 leguas de la ciudad de Quebec, para facilitar el ministerio entre los colonizadores y los leñadores, pero en especial para la evangelización de los Montagnais. Durante su visita a Quebec el 13 de agosto, los Padres Guigues y Honorat hicieron los arreglos finales para el establecimiento de los Oblatos en Saint-Alexis, en Great Bay.

El Arzobispo continuó manteniendo contacto con el Padre Honorat y los misioneros. Cuando aproximadamente en 1846 un incendio destruyó parte del pueblo de Saint-Alexis y de otros pueblos, se recibió ayuda de inmediato del Gobernador General, consistente en un bote lleno de provisiones. Sin embargo, pronto la osada actividad del Padre Honorat a nombre de los colonizadores preocupó al Arzobispo, así como la deuda en la que incurrió para construir capillas; su lucha contra el monopolio del Sr. McLeod y el Sr. Price, que había afectado la situación de los colonizadores y esclavizado a los leñadores. El Arzobispo prefería una mayor moderación y en especial una mejor relación con los poderosos del área, quienes a pesar de sus injusticias flagrantes, eran generosos en su ayuda para la construcción de iglesias y escuelas (Ver: Saint Alexis).

En 1849, el Arzobispo Signay y su coadjutor decidieron alejar al Padre Honorat de Saguenay, solicitando al Obispo Guigues llamarlo a Montreal, “pues ya no hacía bien en  Saguenay”. En una carta del 25 de septiembre de 1849, el Arzobispo Signay otorgó al Padre Flavián Durocher los poderes conferidos al Padre Honorat en 1844.

En especial durante los últimos años de su vida, el Arzobispo Signay evitó cualquier intervención en asuntos políticos y nacionales y se opuso a cualquier cambio. En 1846, el Obispo Bourget informó al Papa de la inercia en la administración del arzobispo, de su incapacidad de tratar asuntos importantes y de la ausencia de relación con los obispos de  Montreal, Toronto y Kingston. El Arzobispo Signay encomendó la administración de la diócesis al Obispo Turgeon. Falleció el 1° de octubre de 1850.

Yvon Beaudoin, o.m.i.