1. Maestro de novicios (1841-1845).
  2. Superior (1844-1855) y misionero.
  3. Provincial y Asistente General (1850-1863).
  4. Su muerte (1863)

Nacimiento en Mende (Lozère), el 8 de septiembre de 1803.
Ordenación sacerdotal en Aix el 18 de septiembre de 1830.
Oblación en Saint-Just, el 25 de agosto de 1834 (nº 59).
Muerte en Maniwaki (Canadá), el 9 de agosto de 1863.

Joseph Ambroise Vincens nace en la ciudad de Mende, el 8 de septiembre de 1803. En la necrológica del P. Vincens, el P. Fabre escribió que la infancia y juventud del P. Vincens pasaron en la humilde oscuridad. En realidad no tenemos ningún detalle sobre período de su vida.

Entra en el noviciado de los jesuitas en París en 1823 y lo abandona antes de hacer votos. Es admitido entonces en el Seminario Mayor de Aix siendo superior el Sr. Dalgast, sulpiciano. Ordenado sacerdote el 18 de septiembre de 1830 de manos de Mons. Richery, arzobispo de Aix, el Abaté Vincens desempeña distintos trabajos en el Seminario Menor, especialmente el de tesorero. Oye hablar de la Congregación de los Oblatos de María Inmaculada por medio del P. Hippolyte Courtès, superior de la casa de la Misión, obteniendo permiso del arzobispo para entrar en el noviciado oblato.

El 24 de agosto de 1833 toma el hábito de manos de Casimir Aubert, Maestro de Novicios en la casa del Calvario. Hizo un excelente noviciado. El 29 de octubre, Mons. de Mazenod escribió al P. Tempier: “Estoy encantado de que Vincens se mantenga, algunos de su especie nos harán un gran bien”. El P. François Bermond escribirá después: “Tuve la dicha de hacer mi noviciado con el P. Vincens […]. Nunca olvidé cuánto nos edificó por su piedad, su regularidad y su simplicidad. Él, sacerdote, se hacía un igual a nosotros para agradar a todos y fortalecer a los más débiles…”. En el mes de junio de 1834 se establece el noviciado en Saint-Just y fue allí donde el P. Vincens hace su oblación el 25 de agosto de 1834.

Mons. de Mazenod quiere nombrarle socio del P. Aubert o enviarle como superior a la misión de Billens, Suiza, pero el P. Guigues, que acababa de ser nombrado superior y fundador de la casa de Notre-Dame de l’Osier, diócesis de Grenoble, solicita tener como colaborador al P. Vincens. En su recomendación al P. Guigues, Mons. de Mazenod escribe el 3 de septiembre de 1834: “El P. Vincens le secundará admirablemente. Ha sido un modelo de regularidad durante todo su noviciado y tiene las más precisas ideas sobre los deberes de su estado. Le nombro primer asistente y admonitor suyo. Es un hombre de buen consejo, consúltese con él”.

Posteriormente muchos otros sacerdotes son enviados a l’Osier. La comunidad recupera la vida del santuario mariano y en particular predica varias misiones en la diócesis. El P. Vincens es quien habitualmente encabeza los equipos misioneros. El P. Fabre escribe: “Nos es imposible decir el número de parroquias que ha evangelizado, sea en los diez años en que desempeñó la función de primer asistente del P. Guigues, sea en los diez años en los que ejerció el cargo de superior. Sólo Dios conoce el bien que ha obrado su humilde servidor, que supo hacer fructificar los talentos que le confió el Padre de familia”.

En 1841-1842, el P. Vincens, con la aprobación de Mons. de Mazenod y del P. Guigues, superior local de l’Osier, funda la Congregación de las Hermanas Oblatas de María Inmaculada. Redacta sus reglas les marca como objetivo su santificación personal, la importante obra de los retiros, el cuidado de los peregrinos, la acogida de internos, etc. En 1868, esta congregación se fusionó con las Hermanas de la Sagrada Familia de Burdeos.

Maestro de novicios (1841-1845).
En 1841, con el fin de liberar al P. Casimir Aubert y de trasladar el noviciado del Calvario, donde hay mucho ruido y actividad, se lleva a Notre-Dame de l’Osier, siendo el P. Vincens nombrado maestro de novicios. Permanece aquí hasta abril de 1845. En 1841, Mons. de Mazenod comienza escribirle regularmente para aconsejarle sobre la formación de los novicios, enviándole hasta 1861 al menos setenta y seis cartas que se nos han conservado.

Superior (1844-1855) y misionero.
En 1844, el P. Guigues es enviado a Canadá en calidad de visitador y superior. El P. Vincens sigue sus huellas y queda como superior en Notre-Dame l’Osier de 1844 a 1851 y de 1853 a 1855; al mismo tiempo es director de peregrinaciones en la temporada estival e infatigable misionero durante el invierno.

Mons. de Mazenod le considera muy buen misionero, de la clase que quería que fueran los oblatos. El P. Fabre escribe acerca de ello: “El reverendo padre Vincens poseía la verdadera elocuencia, la elocuencia popular. Siempre elevado en su estilo, siempre dueño de su pensamiento y su expresión, supo a la vez instruir los espíritus ignorantes e interesar a las élites intelectuales. Procediendo con una simplicidad y una claridad sorprendentes, se convirtió inmediatamente en dueño de su auditorio, al que animaba bien a compartir todas sus convicciones. Lo que sobre todo causaba conmoción era el profundo sentimiento de lo que decía, su amor por las verdades que anunciaba…”

El 4 de abril de 1846, el Consejo General decide llamar a los padres jóvenes a Notre-Dame de Lumières en el verano para que recibieran “lecciones y ejercicios de elocuencia en el púlpito”. Los cursos son impartidos por los PP. Joseph Magnan y Vincens. En realidad, estos cursos fueron dirigidos por el P. Vincens en Parménie, cerca de l’Osier, en el transcurso de julio y agosto de 1846.

En el Capítulo General de 1850 se propone un esquema más ambicioso: emplear en el ministerio en Francia sólo a aquellos padres jóvenes que hubieran pasado dos años en una “casa de estudios preparatorios y específicos a los fines del Instituto”. Tal proyecto es puesto en marcha en el Calvario en 1851-1852 con el P. Vincens como director y profesor de oratoria. El P. Adrien Telmon como profesor de teología y el P. Yves Nicolas como profesor de Escritura. Cuando en 1852 el superior del Calvario, el P. Aubert, es enviado a Inglaterra como Provincial, el P. Vincens le sustituye en el Calvario. Entre la decena de estudiantes se encuentra el P. Léon Delpeuch, quien escribe en 1886: “Seguí el curso de misiones impartido por el reverendo padre Vincens en 1851-1852. Se puede decir que nos fueron transmitidas las tradiciones verdaderas de nuestros predecesores”. Tal experiencia no se repite en los años siguientes. En el Capítulo de 1856 se toma la decisión de restablecer este curso especial de estudios “apropiados para formar al misionero”. Se imparte el curso en Notre-Dame de la Garde en 1857-1858 y 1858-1859, de nuevo bajo la dirección del P. Vincens y asistido por los PP. Charles Bellon y Jean-Philippe Fayette.

Provincial y Asistente General (1850-1863).
En el Capítulo General de 1850, la Congregación fue dividida en dos provincias. El 2 de julio de 1851, una vez que la Santa Sede hubo aprobado tales cambios en las Reglas, el P. Vincens fue nombrado Provincial de la Provincia Norte de Francia. Permaneció en este puesto de 1851 a 1855 y de 1856 a 1861. Cuando se formó, la Provincia constaba de tres casas: Notre-Dame de l’Osier, donde el provincial tuvo hasta 1855 su centro de operaciones, Nancy y Limoges. Durante su provincialato se fundaron casas en Notre-Dame de Talence en 1851, Notre-Dame de Sion y el Seminario Mayor de Romans en 1853, Notre-Dame de Cléry en 1854, París en 1859 y Augers en 1860.

Pero el P. Vincens fue siempre más un misionero que un administrador. Como Provincial, toda Francia fue el escenario de su celo. Recorre en aquél entonces treinta y cinco diócesis, especialmente para dar retiros pastorales, pero también predicando en seminarios, parroquias y conventos, especialmente los de la Sagrada Familia de Burdeos.

Tras la muerte repentina del P. Casimir Aubert el 17 de enero de 1860, Mons. de Mazenod anunció a la Congregación que sus obligaciones como Provincial del Mediodía y como Secretario General serían “asumidas temporalmente” por el P. Vincens. Tal disposición no cambió hasta la muerte del Fundador.

En los capítulos generales de 1850 y 1856, el P. Vincens fue elegido tercer Asistente General. En calidad de su oficio Mons. de Mazenod le pidió quedarse en Marsella. A pesar de sus muchos viajes, el P. Vincens asistía siempre que le era posible a las sesiones del Consejo General. El Fundador estaba a disgusto con él porque le encontraba demasiado indulgente con los oblatos débiles o mediocres y también porque el Asistente General solía llevar a las sesiones del Consejo ideas que no compartía el Superior General. El 3 de noviembre de 1853, el P. Vincens juzgó apropiado explicarse ante el principal confidente del Fundador, el P. Casimir Aubert: “Me adhiero a la Congregación desde lo más profundo de mis entrañas, -escribe-; por ella sacrificaría hasta mi último aliento de vida, pero no creo que una persona no se adhiere a la Congregación si no se dona de corazón y de alma a su Fundador. Me siento a gusto al decirte estas palabras porque la franqueza con la que he expresado algunas cosas en Consejo que no iban conmigo y las miras que guardo en relación a sujetos débiles, para no extinguir la mecha humeante aún, han podido hacer creer otros pensamientos distintos u otros sentimientos distintos a éstos. Amo de todo corazón, amo como un padre a nuestro Superior General, creo en su palabra y sus decisiones más que en las decisiones de cualquier otro. Consultarle no es simplemente un deber para mí, es una necesidad…”.

El P. Aubert mostró esta carta a Mons. de Mazenod, quien escribió a continuación a su Asistente el 9 de noviembre: “Lo que has tenido la bondad de decirme al final de tu carta fue un bálsamo para mi corazón que lo ha saboreado con un indecible consuelo. Ud. sabe bien, mi querido hijo, si le correspondo en los sentimientos que me ha expresado; no vivo más que por el corazón”.

En el Capítulo de 1861 no encontramos el nombre del P. Vincens entre los candidatos al puesto de Superior General. Sin embargo, en los últimos años de vida del Fundador, fue uno de sus más íntimos colabores y se contó entre los más apreciados por él. Es algo chocante. El P. Fabre puede que quisiera explicarlo al escribir en la necrológica del P. Vincens: “Las distracciones le asaltaron en medio de las ocupaciones más absorbentes y este raro fenómeno se manifestó en su caso a veces en proporciones desconcertantes”. El P. Fabre fue unánimemente elegido Superior General y el P. Vincens fue elegido Segundo Asistente, tras el P. Tempier. En la práctica el fue la mano derecha del P. Fabre y su hombre de confianza. El P. Fabre le envió a Roma en el verano de 1862 para explicar al Papa y a algunos cardenales la naturaleza de las dificultades aparecidas entre los oblatos y Mons. Cruice, sucesor de Mons. de Mazenod. Fue de nuevo el P. Tempier quien, en diciembre del mismo año, acompañó al P. Fabre en su primer viaje a Roma como Superior General.

A finales de enero de 1863, el P. Vincens fue a hacer una visita canónica a las casas de Córcega y en mayo marchó a hacer la visita canónica a los oblatos del Este de Canadá. Fue con una lista de actividades bastante repleta: visitar todas las casas, dar retiros pastorales en Ottawa y Montreal, así como predicar dos retiros oblatos.

Su muerte (1863)
A comienzos del mes de agosto, marchó con Mons. Guigues a visitar a los oblatos de Maniwaki, una reserva india y ciudad al norte de Ottawa. El domingo 9 de agosto predicó en la misa parroquial y después del almuerzo expresó su deseo de bañarse en la Rivière-au-Désert. Fue en la compañía de los PP. Joseph Tabaret, Louis Babel y Louis Reboul. Los PP. Tabaret y Babel se quedaron en la orilla mientras que los PP. Reboul y Vincens se adentraron un poco en el río, que no era muy profundo. Una media hora después, el P. Reboul fue a recoger su ropa y se sorprendió al ver que la del P. Vincens seguía aún allí. Creía que el P. Vincens ya había salido del agua.

No se recuperó su cuerpo hasta siguiente martes, cerca del mediodía, en el remanso de unas cataratas a algunos kilómetros de donde se había adentrado en el agua.

Se celebraron los funerales en Maniwaki el miércoles 12 de agosto. Inicialmente sus restos reposaron en la cripta de la iglesia de San José, en Ottawa; más tarde, en 1892, fueron trasladados al cementerio del escolasticado de San José. Desde 1972 sus restos se encuentran en una sección privada de los oblatos en el cementerio municipal de Gatineau-Hull.

En términos conmovedores el P. Fabre anunció estas tristes noticias a la Congregación en su carta circular del 8 de septiembre de 1863: “El reverendo padre Vincens ya no está con nosotros…; murió lejos de nosotros, quienes gustábamos considerarle nuestro padre, nuestro amigo, nuestro confidente…, en esta tierra del Canadá a la que había ido a visitar en nombre nuestro, a la que ha edificado con sus ejemplos, que ha fecundado con sus sudores apostólicos, que ha abierto por primera vez a los restos mortales de uno de nuestros padres […]. No le veremos más, no escucharemos más su voz, que ha sido instrumento de tan gran número de maravillas […]. Entre todos los miembros de la familia, él ocupó uno de los primeros puestos por su experiencia, su celo, su infatigable actividad y los preciosos talentos con que estaba dotado. Una constitución vigorosa, de fuerzas inagotables, nos hacían aguardar para él aún largos días […]. La muerte del reverendo padre Vincens deja un hueco en nuestras filas que nada podrá llenar. Su vida no ha sido más que un prolongado acto de dedicación para con la Congregación, para con las almas y para con todo lo relacionado con la gloria de Dios. Ha realizado, en la medida en que lo permitió la naturaleza humana, la perfección de nuestra santa vocación; se ha mostrado en todo y en todas partes un auténtico Oblato de María Inmaculada. Que podamos coronar su frente con la aureola del mérito y la santidad que ha adquirido ante Dios, a fin de grabar para siempre su imagen en nuestros corazones […]”.

Yvon Beaudoin, o.m.i.