Los diez pasos del Proceso de Canonización

  1. Antes de comenzar una causa para la canonización de un Oblato, su reputación de santidad tiene que ser probada y sus escritos examinados. La primera condición para comenzar una causa es que exista una devoción pública espontánea y extendida hacia el Oblato candidato a la santidad (fama sanctitatis). Esto es determinado por el número de personas que ven en el candidato un modelo y alguien en quien se confía en su intercesión. Un criterio válido para determinar la cantidad de devoción de este Oblato puede ser el nivel de compromiso que asumen las personas a un nivel local para todos los aspectos de la promoción de la causa.
  2. El Superior General de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada tiene que ser consultado. Él decide si permite o no que sea iniciada una causa.
  3. Normalmente, respondiendo  a una petición de los fieles, el Obispo diocesano del lugar donde murió el Oblato candidato a la santidad da su permiso para abrir una investigación. Habitualmente esta investigación se abre no antes de cinco años después de la muerte del posible santo.
  4. En el nivel diocesano de una Causa Oblata, el obispo local tiene que aprobar el nombramiento de una persona, propuesta por el superior local de la Unidad Oblata (Provincia, Delegación o Misión) y nombrado por el Postulador General, para encargarse de la causa en todos sus aspectos hasta que se complete la fase diocesana. Esta persona, conocida como “Vice-postulador” trabajará estrechamente unido con el Postulador general en Roma. La Unidad Oblata local funciona normalmente como “actor causae”.
  5. El “Vice-postulador” promueve la causa del candidato, al que se llamará desde entonces “Siervo de Dios”. Él organiza la revisión de las publicaciones del candidato (escritos, alocuciones y sermones) iniciada por una comisión diocesana, prepara una biografía detallada que se tiene que escribir y recoge las narraciones de los testigos. Estampas de oración y otros materiales se imprimirán para animar a los fieles a rezar pidiendo favores recibidos por su intercesión, un signo de la voluntad de Dios para que  la persona sea canonizada. En ese tiempo se puede recibir el permiso para que el cuerpo del Siervo de Dios sea exhumado y examinado. Se tomarán reliquias. Se hará un certificado de “non cultus” asegurando que no hay culto herético o supersticioso o que cualquier culto inadecuado ha crecido en relación con el Siervo o su lugar de enterramiento.
  6. Cuando se ha reunido toda la información sobre una vida heroica o el martirio al nivel diocesano, toda la investigación sobre el candidato se presenta a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma. El primer paso de la Congregación es aprobar la validez canónica de la investigación diocesana.
  7. En Roma, el Postulador general reúne más informaciones acerca de la vida y muerte del Siervo de Dios. Los resultados de la investigación diocesana y las investigaciones del Postulador en Roma se combinan para escribir la llamada “Positio”. Este documento imprimido es el sumario de todas las pruebas necesarias.
  8. Después de un estudio intenso y con el voto positivo de los historiadores y teólogos del Vaticano, la Congregación para la Causa de los Santos recomendará que el Santo Padre  decrete que  el Siervo de Dios ha vivido heroicamente las virtudes de fe, esperanza y caridad. A partir de aquí aquel al que se le han declarado las “virtudes heroicas” se le otorga el título de “Venerable”. Un Venerable no tiene día de fiesta, ni las Iglesias  pueden construirse en su honor, ni la Iglesia hace una declaración formal acerca de su probable o cierta presencia en el cielo.
  9. La Beatificación es una declaración de la Iglesia por la que “es digno de creer” que alguien está en el cielo. Este paso es diferente dependiendo si la Causa es de un Mártir (Causa de Martirio) o de un Venerable (Causa de virtudes heroicas).
    Los Mártires no son declarados Venerables. Para un Mártir el Papa debe hacer una declaración de martirio, certificando que el candidato dio su vida voluntariamente como testigo de la fe. En este caso no se requiere un milagro para la Beatificación.
    Para un Venerable se debe probar que ha ocurrido un milagro gracias a su intercesión y por esto Dios ha mostrado un signo de que esa persona está gozando de la Visión Beatífica gracias al milagro realizado como respuesta a las oraciones del Beato. Actualmente esos milagros son casi siempre milagros de curaciones ya que estos son los más fácilmente demostrables basados en los requerimientos de la Iglesia para reconocerlos como milagros. La definición de una curación milagrosa es: El paciente estaba enfermo, no se conocía tratamiento para su enfermedad, las oraciones se dirigieron directamente al Venerable, el paciente fue curado, la curación fue espontánea, instantánea, completa y duradera y los doctores no encuentran una explicación natural de la curación. Para probar un milagro otra investigación canónica a nivel diocesano se tiene que realizar. Las autoridades de la Diócesis en las que el presunto milagro ha tenido lugar, preguntarán a la persona que ha experimentado el presunto milagro, a otros posibles testigos y a doctores. La investigación se concentra en la credibilidad, la evidencia técnica o médica y la autenticidad de la oración de intercesión.
    Si la investigación diocesana concluye un resultado positive, la Congregación para la Causa de los Santos en Roma tendrá otra investigación consultando a un equipo de médicos expertos. Probar un milagro toma su tiempo. Por ejemplo, una cura milagrosa de algunos tipos de cáncer requiere unos diez años de espera para ver si esa persona está completamente curada. Con la celebración litúrgica de la Beatificación, el Mártir o el Venerable recibe el nuevo nombre de “Beato”. Se le designará el día de su fiesta con los textos litúrgicos apropiados pero la observancia de esa fiesta está normalmente restringida a la Diócesis de origen del Mártir, algunos lugares a él asociados y naturalmente, las iglesias o casas de la familia religiosa del Beato, en nuestro caso de los Misioneros oblatos de María Inmaculada.
  10. Para ser canonizado un Beato Oblato necesita tener otro milagro ocurrido gracias a su intercesión después de su Beatificación. La Canonización es la última confirmación otorgada por la Iglesia que esa persona ciertamente goza de la Visión Beatífica. Al Santo” se le asigna un día para su fiesta la cual se puede celebrar en cualquier lugar de la Iglesia católica aunque no aparezca en el calendario general o local como una fiesta obligatoria. Iglesias parroquiales se pueden dedicar en su honor y los fieles pueden celebrar y honrar al santo libremente y sin restricciones.
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Roma, 9 de Marzo de 2017

Thomas Klosterkamp OMI, Postulador General