OMI World Communications

Alrededor de mil jóvenes oblatos de diferentes partes del mundo que participan en la Jornada Mundial de la Juventud tuvieron el placer de encontrarse con el Superior General, P. Chicho, en Lisboa, en Parques de Jogos, el martes 1 de agosto. He aquí el mensaje del Superior General que dirigió a los jóvenes oblatos.

Queridos jóvenes.
He deseado con fuerza tener este encuentro con vosotros aquí en Lisboa. Os agradezco vuestro esfuerzo por venir y doy las gracias a todos los que han trabajado para que este encuentro sea posible. Un encuentro que me llena de alegría Muchas gracias. En Lisboa tenemos la oportunidad de caminar de la mano del papa Francisco y escucharlo. Él nos invita a caminar con María. También lo hizo en nuestro capítulo general donde, después de besar esta cruz de san Eugenio de Mazenod, nos propuso caminar juntos de la mano de María. ¿Cómo podemos ser, como María, peregrinos de esperanza en comunión? 

En primer lugar quisiera compartir con vosotros un sueño. Creo que es el mismo sueño que tuvo san Eugenio en Aix. Sueño que los jóvenes se conviertan en el motor que nos ayude a toda nuestra familia carismática a vivir con alegría y entusiasmo el Evangelio y proclamarlo entre los más pobres. O propongo, queridos jóvenes, que en los próximos seis años seáis vosotros los protagonistas de la renovación misionera de nuestra familia carismática y que lo hagáis como María lo hizo con la comunidad e Jesús: la Iglesia, para poder ser peregrinos de esperanza en comunión. ¿Queréis ayudarnos en esta aventura?

Peregrinos:
Somos peregrinos y buscamos la felicidad en nuestras vidas. Con toda la humanidad buscamos la plenitud de vida, de justicia, de paz. Sabemos que para llegar a ser plenamente felices no podemos quedarnos parados. necesitamos salir de nuestras zonas de confort. Necesitamos arriesgar, crecer, caminar. Toda la humanidad está en peregrinación y para ser plenamente humanos, plenamente felices tenemos que peregrinar para construir la fraternidad univarsal.

Cuando María escuchó el anuncio del Ángel respondió con un gran SÍ al plan de Dios. Dice el Evangelio de Lucas que inmediatamente y “con prisa, se puso en camino”. María no sabía muy bien lo que significaban las palabras del ángel y tuvo miedo y dudó. Nosotros también tenemos miedo y dudamos. María se puso en camino para servir y en el camio se fueron aclarando las cosas. María nos enseña que cumplir la misión hay que salir de lo conocido, hay que abandonar nuestras comodidades y peregrinar buscando la voluntad de Dios.

También nos enseña María que para peregrinar necesitamos caminar con Dios. Ella caminaba con la  presencia de Jesús en sus entrañas. Nosotros tenemos que hacer lo mismo, caminar con Jesús que nos dice: no tengáis miedo, yo estoy con vosotros. No dejéis que el miedo o la duda impida vuestra peregrinación. En el camino Jesús nos irá enseñando con su Palabra y fortaleciendo con su presencia. Lo importante es que peregrinemos de la mano de Jesús y de María.

¿Cómo podemos nosotros, oblatos y jóvenes, caminar juntos buscando responder al plan de Dios? ¿Cuáles son los miedos que me impiden caminar? 

Esperanza:
Cuando María encuentra a Isabel la alegría y la esperanza explotan en un canto de alabanza a Dios. Es el Magníficat que habla de un Dios misericordioso que va a salvar a la humanidad comenzando desde los más pobres. Un Dios que hace justicia, derribando del trono a poderosos y soberbios y ensalzando a los pobres y humildes. Un Dios que se fija en nuestra pequeñez para la libertad y la plenitud de vida con su misericordia. María descubre todo esto poniéndose al servicio de su prima y es así servidora de toda la humanidad.

Cuando uno mira la situación de la humanidad siente la tentación de la desesperanza. María nos enseña que Jesús, rico en misericordia, es la esperanza de los pobres y de los que sufren. Si nosotros guardamos en nuestro corazón el Evangelio y lo ponemos en práctica seremos como Él. La esperanza de los pobres  está en Jesús y somos nosotros los que tenemos que proclamar el Evangelio con nuestra manera de vivir.

Como María, guardemos en el corazón las Palabras de Jesús. Seamos un Evangelio que los pobres puedan leer y escuchar. Seamos sembradores de esperanza poniéndonos al servicio de los más pobres. Y al mismo tiempo, permitamos ser tocados por los pobres ya que a ellos ha elegido Dios para actuar con misericordia y salvar a la humanidad de su deriva. Aprendamos a leer y vivir el Evangelio y a dejarnos evangelizar por los pobres.

¿Cómo podemos, oblatos y jóvenes, vivir junto con los pobres el Evangelio? ¿Puedes compartir alguna experiencia? ¿Qué es lo que te resulta más difícil del Evangelio?

Comunión:
La Iglesia nos invita a la sinodalidad, palabra que significa caminar juntos. El último Capítulo general nos invita a peregrinar en comunión y a cuidar nuestra casa común, nuestra familia carismática. El modelo para peregrinar en comunión lo tenemos en María que supo construir una comunidad misionera, en salida y al servicio. Desde el anuncio del Ángel, Ella se pone en camino y visita a Isabel y su familia pensando en ponerse al servicio. Hará lo mismo en la casa de Nazareth junto con José, ayudando a crecer a Jesús en estatura, sabiduría y gracia: comunión y servicio. Más tarde se pondrá el camino para ser la discípula de Jesús cuando predicaba. En la cruz Jesús nos regala a María como madre para acompañarnos en nuestras cruces cotidianas. Será María la Madre de la Iglesia, comunión misionera. Su secreto fue que siempre respondió con un Sí a las llamadas del Espíritu Santo y fue ella misma Templo del mismo Espíritu.

No podemos caminar solos, necesitamos estar en comunión con la Iglesia y necesitamos estar en comunión con Dios. Tenemos una responsabilidad muy grande de cuidar nuestras relaciones para que sean evangélicas, tal como Jesús ha querido: amaos como yo os he amado, lavaos los pies unos a otros, escuchad mi Palabra y cumplirla, quien hace esto a uno de mis pequeños más pobres a mí me lo hace y Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo.

Nuestros grupos se tienen que convertir en una hospital de campaña que cuida a todos los heridos y también en  una tienda de campaña donde nos encontramos con Dios y se abre a la acogida y hospitalidad para todos. En mi carta del 17 de febrero de este año escribía: “Hagamos que nuestras casas se conviertan en hogares misioneros, centrados en Jesucristo, viviendo el Evangelio, acogiendo y protegiendo a los más vulnerables y saliendo por los caminos como peregrinos de esperanza en comunión”. Mi sueño es que seáis los jóvenes los principales protagonistas del cuidado de nuestra casa común para mejor servir a la misión y a los pobres.

¿Cómo podemos hacer realidad este sueño? ¿Qué tendríamos que cambiar o mejorar en nuestros grupos para vivir la comunión con Dios, entre nosotros y con los pobres?

Conclusión
Queridos jóvenes. Ahora iréis a discutir este mensaje en pequeños grupos. Estoy deseando escuchar y aprender de vuestras conclusiones. Seguro que san Eugenio estará también muy atento a vuestras aportaciones, como lo estuvo en Aix con sus jóvenes. Con muchos de ellos mantuvo una relación muy intensa durante toda su vida, algunos de ellos fueron oblatos figuras claves en los primeros pasos de la Congregación. Caminemos junto con él como peregrinos de esperanza en comunión, de la mano de María Inmaculada, nuestra madre y modelo. Que ellos y todos nuestros Beatos Oblatos intercedan por nosotros para ser los santos misioneros en comunidad que Dios ha soñado de nosotros.

Muchas gracias.

Luis Ignacio Rois Alonso, OMI
Superior general.