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La formación misionera oblata es un proceso que abarca toda la vida. Tras la formación inicial, los Oblatos continúan siendo formados y renovados en su vocación y en su fidelidad al carisma oblato. Los Oblatos siempre “deben aprender a hacer frente a nuevas necesidades y a buscar soluciones a nuevos problemas” (Constitución 68). Encuentros de comunidad para compartir las experiencias y las reflexiones, retiros anuales y de mes, sesiones periódicas de renovación, estudios especializados con vistas a la misión y a la comunidad, etc. son formas todas ellas de Formación Permanente.

Desde su fundación, los Misioneros Oblatos de María Inmaculada han estado convencidos de que el futuro de la misión sólo estará garantizado por unos oblatos bien formados, que queden gradualmente imbuidos del espíritu del carisma y de la Congregación. De ahí que la formación, inicial o permanente, ocupe una plaza central en la vida y misión de los Oblatos. Debe ser una formación integral, en consonancia con el carisma oblato, y que tome en consideración los aspectos humanos, espirituales, intelectuales y misioneros/pastorales.