Génesis:  ¿Cuándo comienza nuestra historia?

Según esmeradas investigaciones, nuestros orígenes se remontan… ¡a la fundación de la Tercera República de Francia! En los primeros días de aquella República, en el 1880 para mayor exactitud, se emanaron decretos y leyes represivas contra los religiosos de Francia.

Los jesuitas fueron expulsados. Otros religiosos, como los Oblatos, fueron obligados a disolverse; sus bienes serían confiscados en el caso de rechazar someterse a una supervisión de parte del Gobierno. Se originaron escenas de violencia y fue justo después de la expulsión violenta de los Oblatos del Escolasticado del Sagrado Corazón de Autun, cuando nació el Escolasticado Romano.

Después de un breve periodo en Inchicore, Irlanda, un grupo de escolásticos fue enviado a Roma por el Superior General, Padre Fabre. En el origen de esta idea estaba el Asistente General, Padre Martinet, pero sólo después de la expulsión de Autun su idea fue aceptada. La Roma a la que llegaron estos estudiantes era muy diferente de aquella que el Fundador, muerto veinte años antes, había visitado. Bajo Vittorio Emanuele II, Roma se había convertido en la capital de la monarquía. El Papa, Pío IX, se convirtió en “el prisionero del Vaticano”. La Iglesia había perdido muchos bienes, incluidas las grandes universidades: la Sapienza, la Minerva, el Colegio Romano (hoy la Universidad Gregoriana).

Un signo de la creciente madurez

Ya desde algunos años había una presencia Oblata en Roma: la casa de Santa Brígida en plaza Farnese, vía Montanara 115, vía Monserrato 149, vía de la Purificación 54, vía Monterone 79; estas direcciones habían alojado una procura y, de cuando en cuando, también a varios sacerdotes, estudiantes y huéspedes.

En el 1880 se adquirió una propiedad en plaza de San Ignacio 151-152, y fue justo este edificio el que acogió, el 10 de noviembre de 1881, al primer grupo de 15 escolásticos cuando llegaron a Roma.

Fue aquí a donde el P. Arturo Clavé, Oblato español, hizo llegar los recuerdos más valisos de la casa fundacional de Aix de Provenza, antes de que los incautura el Gobierno francés en 1903: la “Virgen de la Sonrisa”, el altar de los primeros votos y el relicario con el corazón del Fundador.
Los dos primeros pasarían a la casa general; pero el Corazón, muy venerado por los escolásticos, permecería por muchos años el la casa-escolasticado de Via Vittorino da Feltre, concretamente hasta el verano de 1961, al venderse el edificio para emigrar a la nueva sede (aún sin terminar) de Pinetta Sacchetti.

Entonces, como ahora, los estudiantes iban a la Universidad Gregoriana, situada en aquella época junto al Colegio Alemán, junto al Panteón. En casa, vivían una intensa y profunda vida comunitaria, una vida de oración y de estudio; los estudios eran emprendidos con un ardiente deseo de tener éxito. Y así era. Pero el influjo más profundo sobre el espíritu de la comunidad, de cuanto se puede extraer de las cartas del primer superios, P. Cassien Augier, lo ejercía la gran cercanía del Santo Padre.

Este contacto encontró su más alta expresión el 28 de mayo de 1882, día de Pentecostés, cuando toda la comunidad fue recibida en audiencia por el Papa León XIII. La feliz fundación del Escolasticado Romano era un signo de la creciente madurez de la Congregación y de su capacidad de incluirse entre las grandes órdenes religiosas que tanto habían dado a la Iglesia. Era también un signo de fidelidad católica: el Escolasticado expresó esta fidelidad en los pliegues profundos de su ser, recogiendo así el sentimiento de todos los Oblatos de aquel tiempo.

Via Vittorino da Feltre

El 9 de abril de 1887, la comunidad tomó posesión de una nueva casa junto al Coliseo, en una calle que se llamará después vía Vittorino da Feltre. Aquí el Escolasticado estaba destinado a permanecer por mucho tiempo. Estos años pueden ser llamados los “años de plenitud”, los años en los que el Escolasticado emerge como columna de la Congregación.

La presencia en Roma de un gran número de jóvenes Oblatos era un signo visible de que el futuro Oblato estaría en la manos de hombres formados según el verdadero modelo Oblato, por ser formados en el centro de la Congregación.

Ya en el 1887, el Escolasticado acogió un Capítulo General de la Congregación; desde el 1905 pudo alojar a la Administración General, que justo en aquel año se había transferido a Roma de Lieja. Seguidamente, se construyó otro edificio junto al Escolasticado, para la Administración General. Es a partir de este momento cuando pasa al primer plano el valor de estar junto al Superior General.

Roviano 

Este es también el periodo de Roviano, casa de verano del Escolasticado desde 1900. Paseos, juegos, trabajo manual, estudio, retiros, profesiones y ordenaciones: ¡cuántos ex-romanos conservan hermosos recuerdos de estos días de verano en Roviano! La Pineta Sacchetti El creciente número de los estudiantes y la mutable fisionomía del centro de la ciudad motivaron, en 1962, la decisión de construir un nuevo Escolasticado.

Pineta Sacchetti

Ya en 1950 la Administración General se había trasladado a vía Aurelia 290: ahora se quería construir una nueva y hermosa casa para los estudiantes junto a Pineta Sacchetti. La toma de posesión de esta construcción en 1966 (primero sirvió para alojar las fases conclusivas del Capítulo de aquel año) marca una linea divisoria en la historia del Escolasticado. Externamente el futuro del Escolasticado Internacional parecía aún más espléndido.

Un Escolasticado nuevo para tiempos nuevos: tiempos postconciliares, tiempos ecuménicos, tiempos de diálogo. Pero estas expectativas serían bruscamente desatendidas. En toda la Iglesia –pero especialmente entre las filas del clero y de los religiosos- tuvo lugar un fuerte cambio de perspectiva. Hubo una gran fuga del centro y de sus instituciones. En 1961 también los Oblatos abandonan en centro, al lado delo Coliseo, para emigrar a la periferia; pero no estando terminado el nuevo edificio, los escolásticos tuiveron que alojarse temporalmente y con no pocas estrecheces, en la casa general de via Aurelia.

“Pineta Sacchetti” (o vía Gioacchino Ventura 60, para decir su dirección oficial) estaba destinada a quedar desierta y abandonada, como un puerto del cual se hubieran apartado de repente las aguas del mar. Los que han vivido aquellos años en el Escolasticado los han vivido como años felices y fructuosos, pero las críticas que conducen a la venta de la construcción y su sede vacante después del Capítulo de 1972 muestran que el Escolasticado había dejado de ser aceptado incondicionalmente como signo de esperanza para toda la Congregación.

Actual sede: Via Aurelia 290

El escolasticado pasó a vía Aurelia 290, alojándose esta vez junto a la Administración General. Durante estos años, por primera vez en su existencia, la idea misma del Escolasticado Internacional se puso en cuestión. El número se redujo. ¿Podría –debería- sobrevivir el Escolasticado Internacional? Después de un gran examen de conciencia el Consejo General llegó a la decisión de dar pleno apoyo al Escolasticado Internacional como instrumento importante para afirmar algunos valores oblatos esenciales.

Su papel hoy

Cuanto sigue es un extracto de la homilía pronunciada por el Padre Fernando Jetté, Superior General, con ocasión de la celebración del primer centenario del Escolasticado, el 24 de octubre de 1981. Por su parte, el Consejo general actual está convencido de que esta institución tiene hoy un papel importante, más aún insustituible, en la Congregación. En efecto, dentro de una familia internacional como la nuestra, en una época de descentralización y de mayor desarrollo de las legítimas diversidades, es indispensable mantener y, si es posible, multiplicar los lugares de encuentro, de diálogo y de intercambio que sean más convenientes para promover la unidad entre nosotros. Efectivamente, entre estos lugares privilegiados, el Escolasticado romano ocupa uno de los primeros puestos.

Ya en el 1883 el Padre C. Augier escribía: “Esperamos y saludamos anticipadamente el día en el que las Provincias y todos los Vicariatos de la Congregación estén representados en el Escolasticado de Roma” (15 de octubre de 1883, en Missions, vol. 21, p. 447).

El Escolasticado Romano como signo de unidad de toda la Congregaciáon

¿Por qué? Ciertamente porque las Universidades romanas ofrecen la posibilidad de hacer buenos estudios eclesiásticos, pero también, más específicamente, porque esta casa no puede más que favorecer la unidad, una unidad duradera, entre todas las provincias.

Esta unidad deriva de los intercambios culturales, del conocimiento de las lenguas, de las amistades intercontinentales que nacen en esta casa. Deriva, sobre todo, como observan la Regla de 1966, del hecho de que los jóvenes profesos puedan “adquirir de este modo el espíritu de la Congregación y de la Iglesia en su misma fuente y con mayor abundancia, para el beneficio espiritual de todo el Instituto” (R. 174).

Desarrollar un espíritu que sea fermento de unidad en todo el Instituto A veces se ha pensado que el fin principal del Escolasticado romano sería el de formar profesores para otros escolásticos.

No, no es exacto en absoluyo. Ya en el 1886 el Padre C. Augier sentía la necesidad de decirlo: “Permítaseme notar, para disipar algunos temores, que, de diez oblatos que salieron del Escolasticado de Roma desde su fundación, seis han emprendido el camino de las misiones extranjeras.

No es verdad por tanto que seamos privados de la alegría y de la gracia de la predicación” (25 de abril de 1886; en Missions, vol. 24, p. 176-177). El 8 de diciembre de 1953 el Padre Deschâtelets retomaba la misma idea (Circular del 8 de diciembre de 1953).

La razón de ser del Escolasticado romano, hoy 

Es, por tanto, sobre todo, la de desarrollar un espíritu, un espíritu que sea fermento de unidad en todo el Instituto. La Congregación es universal. Trabaja en más de 60 países y tiene un corazón grande como el mundo. Es necesario que, en su seno, algunos jóvenes experimenten en mayor medida la dimensión de la internacionalidad y puedan vivirla con mayor intensidad. Además, la Congregación vive de la Iglesia, no sólo de la Iglesia local, sino de la Iglesia Universal. Ha sido aprobada por el Papa y de él recibe la misión para ir a todas partes del mundo a predicar el Evangelio a los pobres y a trabajar para la extensión del Reino de Jesucristo.

El sentido de Iglesia

La estancia en Roma y la vida en el Escolasticado Internacional deben desarrollar en los jóvenes oblatos el sentido de Iglesia y la fidelidad a toda prueba hacia su Cabeza. La Congregación es además una familia, una gran familia, con un alma, un pasado, un Fundador, unos santos, una familia que camina hacia el futuro con fe y ánimo, a pesar de sus debilidades.

Estando en Roma, se es testigo de todo esto. La Postulación y los Archivos constituyen el centro más rico para un buen conocimiento del pasado y para profundizar en la historia oblata. Los numerosos visitantes Oblatos, provenientes de diversas partes del mundo y comprometidos en toda clase de trabajos, ilustran, cada uno a su manera, la vitalidad y la inspiración presente en la Congregación.

Estas son las riquezas que ofrece el Escolasticado romano y que no se encuentran en otro lugar. Constituyen un maravilloso camino para adquirir el espíritu oblato y para garantizar la unidad del Instituto.