– Mi experiencia del taller para formadores de posnoviciado

P. Oscar Javier Vera, OMI
Posnoviciado-Asunción, Paraguay

Escribiré en breves líneas mi experiencia de esta semana dedicada a profundizar el carisma oblato en el curso para superiores del Posnoviciado, no quiere ser una reflexión sistematizada, sino solamente compartir las impresiones que ha surgido en mí. Comienzo mi reflexión manifestando mi satisfacción por la profundidad de las exposiciones. Un tema fundamental de nuestro ser oblato, que sin duda nunca puede agotarse su comprensión, pero cuanto más conocemos, más podemos asumir la manera de ser oblato según el carisma.

Quiero iniciar esta reflexión con una frase que pronunció uno de los expositores que dice lo siguiente:

“Debemos preparar y formar a los jóvenes, no para una misión, sino para ser misionero”

En ocasiones, tenemos la tendencia de decir en la casa de formación que estamos preparando a los oblatos jóvenes para ir a una zona de misión, mirando la misión como una función que hay que realizar. Cuando decimos así, estamos pensando en una misión y, en un lugar específico, tal vez en una situación de un ambiente particular a donde somos enviados. Sin embargo, esta frase me invita a cambiar esta mentalidad, de “preparar para una misión a ser un misionero”. Esto implica para mí asumir que soy misionero en todo momento de mi vida, desde los trabajos más sencillos de la casa hasta las responsabilidades más importantes en la comunidad y la pastoral. Hay que aprender a ser misionero en lo cotidiano, en lo sencillo, en lo vivencial más que saber como se hace una misión.

La sociedad de hoy se caracteriza por su movimiento constante, estilo de vida cambiante, activismo; por una cultura de imagen, de tecnología, de consumismo.  En este ambiente, no estamos exentos como religiosos y es donde somos invitados a ser misioneros, consagrados por la causa del Reino, ser testigo fiel del evangelio en la entrega, en el servicio y en la caridad.

Profundizar el carisma oblato me ayuda a volver a la fuente del fundador y revitalizar mi oblación. Alimenta mi ser misionero. Me anima a seguir viviendo y transmitiendo la riqueza y la maravilla de nuestro carisma en el lugar donde me toque vivir. También, me ayuda a entender la importancia de la formación permanente en este tema, sobre todo, integrar como parte formal del programa en la etapa del Posnoviciado, el estudio y profundización.

Termino esta breve reflexión con esta pregunta que se nos hizo en el curso: ¿Cómo vivo el carisma en mi vida personal? Sin duda, es la pregunta que no puedo dejar de pensar y reflexionar. Y esta pregunta me lleva a la fuente, en primer lugar, a la Cruz de Jesús, a quien predicamos, y como dice San Pablo “a Jesucristo y este crucificado” (Cf. C.4) En segundo lugar, a nuestro fundador, que me estimula con su vida dedicada a los jóvenes y a los pobres, a vivir más generosamente la oblación y el ser misionero.

En este camino del apostolado, como oblato me confío a María, ella que es patrona de nuestra congregación, es también compañera de camino, que su ejemplo de entrega y fidelidad total a la misión que ha recibido, fortalezca y anime siempre nuestra respuesta.

Alabado sea Jesucristo y María Inmaculada!