1. Profesor en Ajaccio y en Marsella (1838-1848)
  2. Superior de los Oblatos de Inglaterra (1848-1850)
  3. Asistente y secretario general (1850-1856)
  4. Superior del seminario mayor de Romans (1853-1856) y provincial de Francia-Norte en 1855-1856
  5. En Marsella y Burdeos (1857-1861)

Nacimiento en Marsella, 13 de septiembre, 1814
Toma de hábito en N.-D. de Laus, 14 de agosto, 1835
Oblación en N.-D. de Laus, 15 de agosto, 1836 (nº 67)
Ordenación sacerdotal en Marsella, 25 de marzo, 1837
Muerte en Burdeos, 28 de junio, 1861.

Carlos Bartolomé Bellon nació en Marsella, el 13 de septiembre de 1814. En la nota necrológica del P. Bellon, el P. José Fabre no dice dónde estudió Carlos, pero nos entrega este juicio: “Modelo cumplido en todas las virtudes de su edad, fue un ejemplo para sus condiscípulos, la alegría de sus maestros y la felicidad de sus familiares”.

Seminarista entre 1832 y 1835 en el seminario mayor de Marsella, que era dirigido por los Oblatos desde 1827, fue aceptado como novicio en Notre-Dame de Laus el 15 de agosto de 1835 e hizo su noviciado en esa casa adonde los novicios habían sido enviados durante la epidemia de cólera del verano de 1835. Fue allí donde, al parecer, hizo también su oblación el 15 de agosto de 1836. Terminó la teología en el Seminario de Marsella en 1836-1837 y recibió la unción sacerdotal de manos de Mons. de Mazenod, el 25 de marzo de 1837. En esa ocasión, éste escribe en su diario: “Ordenación de nuestro excelente hermano Bellon […]. No podríamos tener mejores presagios sobre el ministerio de este hijo de bendiciones que no sólo nunca mereció desde que entró a la Congregación el más mínimo reproche, sino que constantemente ha dado a todos sus compañeros, tanto durante el noviciado como ya de profeso, el ejemplo de la más exacta regularidad, de fidelidad a la Regla y de un fervor sostenido…”

Profesor en Ajaccio y en Marsella (1838-1848)

El joven sacerdote permaneció en el Calvario en 1837-1838, bajo la dirección del padre Casimiro Aubert, superior de la casa y maestro de novicios. Fue entonces capellán de la prisión del palacio de justicia. En el verano de 1838 fue enviado al seminario mayor de Ajaccio, a cargo de los Oblatos desde 1834, bajo la dirección del P. Hipólito Guibert. Enseñó dogma y fue director espiritual de los seminaristas, en primer lugar en Vico donde, en los años 1838-1839 los seminaristas permanecieron durante los trabajos de ampliación del seminario y luego en Ajaccio entre 1839 y 1843.

En noviembre de 1841, Mons. de Mazenod autorizó al seminarista Santiago Santoni a hacer su noviciado en el Seminario de Ajaccio y lo puso bajo la dirección del P. Bellon. El 27 de diciembre siguiente, el Fundador escribía al padre Moreau, designado recientemente director del Seminario después de la partida de Monseñor Guibert para el obispado de Viviers: “Los padres Bellon [primer asesor y admonitor del superior], Mouchel y Pont son hombres excelentes […]. Yo recomiendo [Santoni] al padre Bellon para que forme a otro igual a él, me conformaré con esto”.

El padre Bellon fue llamado al seminario mayor de Marsella en el otoño de 1843 para enseñar dogma y ser el director espiritual de los escolásticos, cuyo número aumentaba cada año. El P. Fabre escribe al respecto: “Era necesario escoger para dirigirlos un padre que reuniera, con una ciencia sólida y profunda, una piedad suave e ilustrada, un padre que pudiera instruir con su palabra y formar con su ejemplo. El rev. padre Bellon era digno, entre todos, de la elección que nuestros superiores hicieron de él; durante los cinco años que tuvo este cargo tan difícil y tan importante, supo mostrarse siempre a la altura de tan delicadas funciones. Al pedir a los demás sólo lo que el mismo hacía, su vida era para los seminaristas y para los Oblatos una predicación continua. En las clases, era un profesor instruido y concienzudo, en la capilla y en la sala de ejercicios, un modelo de piedad, de fervor y de regularidad. En su celda era un director bueno, prudente, lúcido, sin debilidad y sin rigidez; de un semblante siempre igual, su rostro inspiraba confianza como su palabra hacía amar la piedad; como sabía emplear el tiempo con sabio discernimiento y una piadosa avidez por el estudio, pudo adquirir esa profundidad de doctrina que más tarde iba a hacer que fuera buscado y estimado en el concilio provincial de Agen [1859] por doctos y piadosos prelados, y al mismo tiempo se formaba y perfeccionaba en el conocimiento del hebreo, el italiano, el alemán, el inglés y el español. Su jornada estaba maravillosamente ordenada; había descubierto la manera de hacer mucho y de hacerlo bien, de unir una ciencia profunda a una piedad suave y amable…”

A la muerte del padre Moreau en 1846, el consejo general en la sesión del 5 de junio, decidió nombrar al padre Bellon o al padre Juan José Magnan, ambos profesores en Marsella, como superior del seminario de Ajaccio. Finalmente, fue nombrado el padre Magnan.

Superior de los Oblatos de Inglaterra (1848-1850)

En 1848, la Congregación se desarrollaba rápidamente en Inglaterra y el padre Guillermo José Daly compró, sin permiso y sin dinero, la importante propiedad de Ashbourne en el condado de Derby, en el centro del país. Preocupado, Monseñor de Mazenod reunió el consejo general el 24 de mayo y decidió enviar allí al padre Casimiro Aubert como visitador extraordinario y al padre Bellon como superior de Ashbourne y de los Oblatos de Inglaterra.

Éste partió en septiembre de 1848 y se quedó en el país hasta la primavera de 1850. La propiedad de Ashbourne fue vendida pronto. El padre Bellon se ocupó principalmente de la formación de los novicios y de los estudiantes oblatos, primero en el monasterio Santa María, cerca de Everingham, y luego, a partir de 1849, en Maryvale, cerca de Birmingham. El Fundador le escribía a menudo, recomendándole inspirar a los novicios y escolásticos irlandeses el espíritu de abnegación y de sacrificio, de santa indiferencia, etc., puesto que se les necesitaba principalmente en Canadá y Oregón.

El padre parece haber cumplido sus funciones a gusto del Fundador, quien escribía al padre Juan María Fleury Baudrand, en febrero de 1850: “El padre Bellon acaba de entregarme un relato detallado de diez páginas, de los trabajos de nuestros padres en Inglaterra y de su situación en los diversos establecimientos en que se encuentran. Verdaderamente existen razones fundadas para dar a Dios las más sentidas acciones de gracias.”

En la primavera del año 1850, la salud del padre Bellon decayó y Monseñor de Mazenod lo hizo volver a Marsella. Le escribió el 21 de abril: “Acepto retirarlo de Inglaterra, pero en conciencia, no puedo renunciar a apelar a su celo para otros servicios muy importantes para la Iglesia, la Congregación y la santificación de las almas. Entonces apelaré a la entrega que todos debemos a Dios y que ya no admite razones de gusto, de atractivo, de salud, o incluso de vida.” El padre Bellon no comprendió probablemente el exacto significado de esta frase. Monseñor Alessandro Barnabò, secretario de la Congregación de Propagamda en Roma, acababa de ofrecer a los Oblatos el vicariato apostólico de Natal, en Sudáfrica. Monseñor de Mazenod respondió al Prelado el 30 de Marzo de1850: “En relación al proyecto que usted me ha expuesto en su carta del 19 de Marzo, le respondo que si es el deseo de la Sagrada Congregación confiar el nuevo vicariato de Natal a la Congregación de los Oblatos de María Inmaculada, acepto con la esperanza de obrar allí el bien. En este caso, yo le propondría como vicario apostólico, a un religioso de gran mérito por su virtud y sus conocimientos, para quien aprender idiomas es un pasatiempo. Le llaman el pequeño Mezzofanti[1]. Conoce el hebreo y no sé qué otra lengua oriental, el latín evidentemente, el francés, el provenzal, el inglés, el alemán, el italiano, el español, y creo que también el portugués. Pero como él es más humilde aún que sabio, si la Sagrada Congregación lo escoge, será necesaria una orden del Santo Padre para que acepte ser obispo. El hombre del que le hablo es el padre Carlos Bartolomé Bellon, de 36 años, sacerdote de mi diócesis, religioso desde hace 15 años en la Congregación de los Oblatos de María Inmaculada, actualmente superior del noviciado de la Congregación en Inglaterra. Es apreciado como lo merece tanto en el instituto, como fuera, pero, repito, para que acepte ser obispo, hará falta nada menos que una orden del Papa y la certeza de seguir siendo hijo de la Congregación. Olvidaba decirle que ha sido profesor de teología en los seminarios de Ajaccio y Marsella”.

En el mes de mayo, de vuelta de su visita canónica a Inglaterra, el padre Aubert anunció a Monseñor de Mazenod que la salud del padre Bellon era “tan delicada que le sería imposible resistir la menor fatiga, el más mínimo viaje”. Se nombró, en cambio, al padre Juan Francisco Allard, maestro de novicios de Canadá.

Asistente y secretario general (1850-1856)

En el Capítulo general realizado en el seminario mayor de Marsella, del 26 al 31 de agosto de 1850, el padre Bellon que participaba como representante de los Oblatos de Inglaterra, fue nombrado cuarto asistente y secretario general del instituto. Desempeñó este cargo a la vez que muchos otros: superior de la casa de Calvario en 1851 y director espiritual de los seminaristas en Marsella en 1851-1852. Realizó entonces la visita canónica a Notre-Dame de l’Osier en los meses de agosto y septiembre de 1851, a Notre-Dame de Lumières en septiembre y octubre del mismo año, y a Inglaterra en 1852 y 1853. Fue en el transcurso de esta visita de un año cuando aceptó realizar la fundación de Galashiels en Escocia.

Superior del seminario mayor de Romans (1853-1856) y provincial de Francia-Norte en 1855-1856

Cuando el visitador estaba aún en Inglaterra, en 1853, Monseñor de Mazenod aceptó la dirección del seminario mayor de Romans en la diócesis de Valence y decidió confiar el cargo de superior al padre Bellon. Lo propuso a Mons. Chatrousse el 28 de septiembre de 1853: “El padre Bellon que le entrego como superior de nuestros padres es uno de nuestros mejores socios, hago un sacrificio enorme al alejarlo de mí. Reúne virtud, talento, juicio exquisito, todo lo que constituye a un buen sacerdote, un excelente religioso y un superior cabal”.

El padre Bellon permaneció en Romans de 1853 a 1856 y desempeñó su tarea en la mejor forma, en medio de múltiples dificultades: clero diocesano poco simpatizante con los Oblatos que lo reemplazaron en el Seminario, administración financiera complicada a causa del estado ruinoso de la casa y de la negativa del obispo a hacer las reparaciones necesarias, etc.

En el transcurso del año 1855-1856, el padre Bellon fue al mismo tiempo provincial de Francia Norte.

En 1856 Mons. Sergent, Obispo de Quimper, propuso a los Oblatos tomar la dirección de su seminario mayor. Desde hacía ya tiempo, Mons. de Mazenod deseaba penetrar en Bretaña, tierra rica en vocaciones. Aceptó este quinto seminario mayor, pero sólo envió allí para comenzar a los padres Juan Lagier y Carlos Bellon, a quienes presentó al Obispo en estos términos: “He reservado para usted lo mejor que tenía. Los dos religiosos destinados para comenzar su gran obra son, en primer lugar, dos hombres de Dios, llenos del espíritu de su estado, dedicados a la Iglesia, eminentemente aptos para comunicar el amor de Dios del cual están llenos. Ambos han sido profesores de seminarios mayores durante varios años. Los dos han sido superiores…”

Esa dirección, como la de Romans, fue breve. En 1857 Mons. M. Sergent, obispo de Quimper y Mons. F.M. Lyonnet, nuevo obispo de Valence, prescindieron de los servicios de los Oblatos con gran descontento de Mons. de Mazenod.

En Marsella y Burdeos (1857-1861)

A su retorno de Quimper, el padre Bellon fue nombrado superior de la casa de Notre-Dame de la Garde y profesor del curso de altos estudios de los padres jóvenes, que comenzaba por entonces en esa casa, según la decisión tomada en el Capítulo de 1856. Sólo se quedó allí como cinco o seis meses. En efecto, en 1857, Mons. de Mazenod sostenía conversaciones con el padre Pedro Bienvenido Noailles, fundador de la asociación de la Sagrada Familia de Burdeos, con objeto de afiliar esa asociación a la congregación de los Oblatos. Gracias a la intervención de Mons. Guibert, entonces arzobispo de Tours, el Fundador aceptó ser director general de la asociación de la Sagrada Familia a la muerte del padre Noailles. La asociación contaba ya con más de 2000 miembros, repartidos en 223 casas en Francia, España, Bélgica y Argelia. El contrato de afiliación fue firmado por el padre Noailles y por Mons. de Mazenod el 11 y el 14 de Enero de 1858. Poco después, de acuerdo al contrato, Mons. de Mazenod colocaba cerca del “buen padre” Noailles a un oblato encargado de representarlo e iniciarse en el espíritu de la asociación; la elección recayó en el padre Bellon. “Esta posición, escribe el padre Fabre, era a la vez muy importante y muy delicada; se trataba de compenetrarse con el espíritu y el pensamiento de este digno sacerdote, ponerse al corriente de todos las obras y, con todo, no hacer más de lo que fuera indicado y no mostrarse sino donde se considerara adecuado y en la medida que se juzgara conveniente. Pero el señor Noailles era un hombre de Dios y quería ante todo realizar la obra de Dios. El rev. padre Bellon, por su parte, no aportaba ningún pensamiento, ninguna visión personal; secundar los designios del Señor era su único objetivo. Así que pronto se dio el relacionamiento y éste fue completo y fue cordial; al cabo de algunos meses, el padre Bellon se había entregado de corazón al buen padre y a la Sagrada Familia, y el padre Noailles había brindado todo su afecto a aquel a quien amaba como a un hijo, cuya presencia se le había hecho indispensable, según él mismo decía. Así transcurrieron más de dos años en la comprensión más perfecta y la unión más íntima. Solo la muerte vino a romper esa unión; ¡ay, no! la muerte los había separado, la muerte acaba de reunirlos…”

En efecto, el padre Noailles murió el 8 de febrero de 1861. Mons. de Mazenod pasó a ser entonces director general de la Sagrada Familia y designó oficialmente al padre Bellon como pro-director. El obispo de Marsella murió el 21 de mayo del mismo año y el padre Bellon, el 28 de junio siguiente, a la edad de 46 años y 9 meses. El Padre Vincens, provincial de Francia-Norte, lo acompañó durante los últimos días de su breve enfermedad. Escribió entonces al padre Fabre, asistente general: “Ni la menor turbación frente a la muerte, sumisión absoluta, abandono completo a la voluntad divina. Sentía que iba al cielo y lo decía con una sencillez que inspiraba confianza […] Quiero recordar una de sus frases: “¡qué bueno es el buen Dios! Mi misión era superior a mis fuerzas y este Padre me llama al lado de nuestros dos Fundadores”.

El padre José Fabre, asistente general, comunica esta noticia a la Congregación el 30 de junio, comenzó su carta con estas palabras: “El buen Dios multiplica nuestras pruebas y nuestros dolores; acaba de llamar hacia él, después de pocos días de enfermedad, a uno de nuestros padres más justamente estimados. El rev. padre Bellon falleció en Burdeos el 28 del corriente, murió santamente como había vivido, como un digno y perfecto religioso. Al perderlo, nuestra Congregación pierde a uno de sus miembros más abnegados e instruidos…”

El 11 de junio de 1862, un año después de la muerte del padre Bellon, la madre H. Hardy-Moisan, directora general de las Hermanas de la Sagrada Familia, envió a las religiosas la circular n° 14 para recordar la partida del padre. “Hace un año, escribe, el reverendo padre Bellon nos abandonaba, llevando consigo todos nuestros lamentos. Muchas de ustedes lo conocieron; todas han experimentado los efectos de su total dedicación a la Sagrada Familia. Ustedes saben con qué afecto de hijo amaba a nuestro buen padre y de qué manera era capaz de demostrárselo. Este afecto era recíproco y uno de los grandes consuelos de nuestro bien amado padre, en sus últimos momentos, fue dejar a su familia a cargo de aquél cuyo corazón le era bien conocido. ¡Cuántas razones justifican el agradecimiento filial que experimentamos por el reverendo padre Bellon! Ahora que él ya no se encuentra entre nosotras, sólo podemos testimoniar este agradecimiento por medio de nuestras oraciones: oremos pues, queridas hijas y hagámoslo con todo el fervor de nuestra alma…”.

YVON BEAUDOIN O.M.I.