Nacimiento en Fouchais (Ille-et-Vilaine), Noviembre 29, 1830
Toma de hábito en N.-D. de Sion, Septiembre 7, 1857
Oblación en Montolivet, Enero 19, 1859 (no. 472)
Ordenación sacerdotal en Marsella, Julio 21, 1859
Muerte en in Chilaw, Mayo 8, 1876.

Pedro María Boutin nació el 29 de noviembre de 1830 en Fouchais, Saint-Malo-de-Phily, diócesis de Rennes. Al término de 2 años de estudio de teología en el seminario mayor en Rennes, tomó el hábito en Notre-Dame de Sion el 7 de septiembre de 1857 e hizo su noviciado en Nancy. En las notas sobre los novicios, los Padres Guinet y Berne, maestros de novicios en 1857 y 1858 describen como “siempre sin reproche en cuanto a su vida de oración y virtud […] pero siempre dando cabida a dudar de su habilidad con lapsos frecuentes en tacto y buena forma de hablar”. En Julio de 1858, el Padre Vincens, provincial, se reunió con él y “estuvo muy a su favor”. El Padre Berne después escribió: “Es un gran alivio para mi mente”.

El Hermano Boutin estudió un año de teología en 1858-1859 en Montolivet, donde pronunció sus votos el 19 de enero de 1859. El Padre Mouchette, moderador de los hermanos escolásticos, le encontró “muy bueno, de oración, con celo” añadiendo, “no es muy talentoso, pero sí humilde”. El Obispo de Mazenod lo ordenó al sacerdocio el 21 de julio y lo envió a Inglaterra. El Padre Boutin pasó tres años en Leith y Liverpool. Recibió su obediencia para Ceylán en agosto de 1862 y salió con el Obispo Semeria el 7 de septiembre.

Después de aprender el idioma tamil, trabajó en Mannar, Pesalai, Kurunegala y Marawila. En cada una de sus misiones, dejó atrás un monumento a su celo: la escuela del Buen Pastor en Mannar, la de Santa Ana en Kurunegala y varias escuelas en Marawila. En un breve obituario acerca del Padre Boutin, el Padre Jesuthasan Philip escribió: “Fue un hombre con varias cualidades importantes y gustos humildes, un hombre que realizó mucho trabajo sin mucho ruido”.

Falleció el 8 de mayo de 1876 en Chilaw. En una carta a los Oblatos en Ceylán, el Obispo Bonjean, vicario apostólico de Jaffna, escribió el 15 de mayo: “Este santo misionero deja tras él el dulce aroma de todas las virtudes sacerdotales, religiosas y apostólicas […] Sus catorce años de trabajo en las misiones fueron para él sólo un constante martirio, debido a la enfermedad que contrajo en Europa”.

Yvon Beaudoin, o.m.i.