Nacimiento en Irlanda en 1837
Toma de hábito en Sicklinghall, Julio 31, 1858
Oblación Perpetua en Jaffna, Mayo 21, 1860 (No. 518)
Muerte en Jaffna, Mayo 22, 1860.

Roberto Buenaventura Byrne nació en Irlanda en 1837. Comenzó su noviciado en Sicklinghall el 31 de Julio de 1858. En una carta al Obispo de Mazenod, el 22 de diciembre de 1858, el Padre Próspero Boisramé escribió: “Roberto Byrne, novicio. Ama rezar a Dios. Algo escrupuloso. No es suficientemente aseado ni culto. El Provincial nos lo envió para capacitarlo como maestro. Desafortunadamente en mi primer entrevista con él, noté que tiene problemas de audición. Se le dio la tarea de lava loza”.

El Obispo Semeria solicitaba hermanos de habla inglesa para trabajar como maestros en el colegio de Jaffna, fundado por el Obispo Bettachini, que su sucesor deseaba desarrollar y mejorar. Al finalizar su noviciado, el Hermano Byrne fue enviado a Ceylán con el Hermano José Brown, adonde llegaron en diciembre de 1859. El 10 de enero de 1864, en el reporte sobre la situación de las escuelas, el Padre César Mola escribió que los dos hermanos no habían recibido ninguna capacitación especial como maestros. “Lucharemos”, añadió, “por lograr los mejores resultados que podamos […] Enseñan lo que saben […] lo que ignoran, lo esconden bajo un prudente silencio […sin embargo] la escuela se beneficiaría grandemente de estar bajo su dirección, y les tendrá una deuda de gratitud que no podrá compensar lo suficiente.” (Missions O.M.I., Vol. 3, 1864, pp. 478, 483-484).

Al poco tiempo después de su llegada, el Hermano Byrne sufrió un ataque de pleuresía y falleció el 22 de mayo de 1860 a los 23 años, habiendo hecho su oblación perpetua el día anterior. El 7 de julio de 1860, el Obispo de Mazenod escribió al Padre Boisramé en Sicklinghall acerca de la muerte en Ceylán “del Hermano Byrne, quien comenzaba a hacerse tan indispensable en la escuela que nuestros Padres abrieron en Jaffna, siendo una de las mejores cosas que han emprendido […] Este querido hermano Byrne falleció, en parte por culpa propia, después de una enfermedad de varios días. Falleció en la forma que esperaríamos de un joven tan virtuoso. Realizó su profesión religiosa poco antes de ir a alabar a Dios en el Cielo, junto con nuestros hermanos que le han precedido. Pero su pérdida deja un vacío muy lamentable en la escuela…” (Oblate Writings I, Vol. 3, No. 94, pág. 158).

Yvon Beaudoin, o.m.i.