Nacimiento en Vicq de Béarn (Basses-Pyrénées), Agosto 12, 1815
Ordenación sacerdotal en Bayonne, Diciembre 19, 1840
Toma de hábito en N.-D. de l’Osier, Agosto 20, 1854 (No.396)
Oblación en N.-D. de l’Osier, Agosto 22, 1855
Muerte en Jaffna, Enero 23, 1874.

Pedro Casenave nació en Vicq de Béarn, diócesis de Bayonne, Francia, el 12 de agosto de 1815. Sus padres fueron Bernardo Casenave, zapatero de oficio, y Juana María Crouset. Realizó sus estudios en el seminario menor de Oloron y el seminario mayor de Bayonne, siendo ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1840. Fue sacerdote asistente en Lacommande de 1840 a 1845. Posteriormente fue recibido como predicador en la Sociedad de Sacerdotes Auxiliares de la Santa Cruz de Oloron. Sin embargo, tenía el deseo de ir a las misiones extranjeras, ingresando al noviciado en Notre-Dame de l’Osier el 20 de agosto de 1854 y tomó sus primeros votos el 22 de agosto de 1855. En la reunión del Consejo General del 10 de julio fue admitido para los votos, según leemos: “Casenave, de la diócesis de Bayonne. Este sacerdote, antes de unirse a nosotros, fue miembro por quince años de la corporación diocesana de sacerdotes predicadores en su lugar de origen. Su deseo de ir a las misiones extranjeras lo llevó a unirse a nuestra Congregación. Goza de buena salud, parece tener capacidad de gran actividad y un carácter vivo, pero de ideas algo originales y bastante tenaz por naturaleza. Nada especial en cuanto a la piedad, aunque es fiel a los ejercicios de la Regla y se adapta exactamente a las tareas de la vida religiosa”.

Estuvo en la iglesia del Calvaire en Marsella de 1855 a 1856, recibiendo una obediencia para Canadá en agosto de 1856. Al principio estuvo en la casa de Saint-Sauveur en Quebec, yendo después en predicación de misiones a lugares tan lejanos como Gaspesia y Acadia. Vivió después en Saint-Pierre-Apôtre en Montreal, de 1858 a 1862. El Consejo General en su reunión del 20 de enero de 1862, lo dispensó de sus votos, por las razones a continuación: “Casenave, de la casa en Ottawa, ya era conocido por su originalidad extrema, que llegaba a límites extremos. Lejos de mejorar, tendía a volverse cada vez más estrafalario. Es incapaz de soportarse a sí mismo fuera de la casa, y cuando se encuentra en ella, los demás le encuentran intolerable. Aunque la locura puede ser un pretexto, su insubordinación es intolerable e incluso llega a faltar al respeto a sus superiores. En la opinión del Obispo Guigues, no se puede tolerar más a este hombre. Con base en los hechos, la decisión del consejo es declararlo dispensado de sus votos”.

Mostró tal espíritu de arrepentimiento que fue admitido a repetir su noviciado bajo la dirección del Padre Próspero Boisramé en Glen Mary, Irlanda. Ahí tomo votos de nuevo el 8 de agosto de 1863. El Consejo General había analizado su caso en la reunión del 15 de julio de 1863. El Secretario General anotó en las minutas de esa fecha: “Casenave, re-admitido para votos. El Padre General explicó cómo durante su visita a Irlanda, pudo juzgar la sinceridad de este sacerdote, quien no era tanto culpable, sino víctima de un celo exagerado… Se conservará su lugar anterior en el orden de oblación”.

El Padre Casenave fue predicador en Notre-Dame de Sion de 1863 a 1868, profesor en Nancy de 1868 a 1872, recibiendo después su obediencia para Ceylán, adonde llegó a principios de 1872. Pasó algún tiempo en Colombogam con el Padre Salaün, aprendiendo el idioma tamil y trabajando en Point Pedro. En el lugar sufrió un ataque de congestión cerebral y falleció en Jaffna el 23 de enero de 1874.

Había escrito miles de páginas acerca de todo tipo de temas, en especial un extenso tratado sobre la Santísima Virgen titulado Parthénologie. Sus manuales no fueron conservados, aparte de algunos cientos de páginas en verso sobre la vida del Obispo de Mazenod. A cada verso sigue un pequeño comentario de pie de página. La escritura del texto es muy pequeña y de difícil lectura.

En una carta fechada 31 de enero de 1874 anunciando el fallecimiento del Padre Casenave, el Obispo Bonjean mostró una considerable buena voluntad, al escribir: “Contaba con una mente fuerte y activa, que Dios cubrió con una piel dura que ocultaba su belleza interna, haciendo que sólo Dios viera la viveza y fuerza de su afecto. Para quienes le juzgaron solo por la apariencia externa, el Padre Casenave era un hombre austero y difícil; quienes como superiores le conocieron íntimamente y en absoluta confianza, fueron los únicos en conocer la caridad y bondad que albergaba su corazón”.

Yvon Beaudoin, o.m.i.