Nacimiento en Cazilhac (Hérault), 3 de octubre de 1809.
Toma de hábito en Marsella, 31 de octubre de 1809.
Oblación en Marsella, 1 de noviembre de 1837 (nº 70).
Ordenación sacerdotal en Marsella, 24 de junio de 1838.
Muerte en el Calvario, Marsella, 26 de diciembre de 1875.

Pierre Rouvière nace en Cazilhac, diócesis de Montpellier, el 3 de octubre de 1809. Entra en el noviciado en Marsella el 31 de octubre de 1836 y hace su oblación el 1 de noviembre de 1837. Tras un año de estudios en el Seminario Mayor de Marsella, Mons. de Mazenod lo ordena sacerdote el 24 de junio de 1838.

En su necrológica, el padre Joseph Fabre escribe: “El padre Rouvière ha sido el misionero por excelencia de los pobres. No salió mucho de Provenza y su palabra no se dirigió más que a la gente del campo, pero en tal escenario ha realizado una laboriosa carrera de cuarenta años y sólo Dios sabe los frutos con la que se ha visto coronada”. No se había publicado aún el Personnel oblato. Apenas se puede seguir su rastro en la correspondencia de Mons. de Mazenod y de los primeros oblatos. En vida del Fundador, el padre Rouvière vivió sobre todo en la casa de Aix, ausentándose a menudo para predicar y ayudar a los padres de Notre Dame de Lumières y de Notre Dame du Laus en las grandes peregrinaciones estivales. En Aix, organizó varios años la procesión anual de la fiesta del Sagrado Corazón, siguiendo así la costumbre establecida por el Fundador en los comienzos de la Congregación.

Continúa aún en Aix entre 1862 y 1865, yendo a predicar algunas veces con los padres de Notre Dame de Cléry, diócesis de Orleans. Lo encontramos en Notre Dame de Lumières en 1866 y en Notre Dame de Bon Secours en 1869, en el Calvario de Marsella de 1872 a 1875. Allí fallece el 26 de diciembre de 1875. El padre Célestin Augier, superior de dicha casa, escribe entonces: “Cayó con las armas en alto. Dos cuaresmas, cinco misiones y quince retiros constituyen el total de sus trabajos durante estos tres años. El padre Rouvière fue el misionero por excelencia de los pobres y de los campos; como el divino Salvador, pasó haciendo el bien”.

Yvon Beaudoin, o.m.i.