El Obispo Orazio Bettachini pasaba por Marsella el 10 y 11 de agosto de 1847 y solicitó al Obispo de Mazenod enviar algunos Oblatos a Ceylán. En ese entonces el Obispo Bettachini, Oratoriano de la Congregación de San Felipe Neri, había estado en Ceylán como misionero. En 1845 la Congregación de Propaganda lo había nombrado obispo titular de Toro y coadjutor al Vicario Apostólico Colombo, el Obispo Gaetano Musulce, como responsable de la parte norte de la isla.

Tal fue la segunda solicitud recibida por el Obispo de Marsella de esa parte del mundo. En 1846, el Padre Valentín, misionero en Ceylán después de salir de los Oblatos, había escrito al Fundador solicitando Oblatos para Kandy, donde residía. El Fundador había informado a  Propaganda de dicha solicitud, mostrando su disposición de enviar algunos sacerdotes. La respuesta de Propaganda el 26 de agosto de 1846 informaba que se habían enviado cuatro misioneros, que eran suficientes por el momento.

La respuesta del Obispo de Mazenod al Obispo Bettachini en 1847 fue entusiasta y positiva. El 12 de agosto, informaba su decisión al Padre Vincens, superior de Notre-Dame de l’Osier. “¡Qué campo de acción se abre ante nosotros! Un millón quinientos mil gentiles a convertir en el país más bello del mundo. Ciento cincuenta mil cristianos a instruir; qué inmensa población, dispuesta por la bondad de su carácter y atracción natural por lo religioso, a escuchar dócilmente la voz de los mensajeros de Dios proclamándoles la Buena Nueva; por otro lado, la herejía a repeler… ¿Cómo resistir tantas razones de urgencia y no responder con gratitud y cooperar con energía a tal buena obra? Por tanto he aceptado esta nueva misión, una de las más bellas del mundo. Presagio que algún día esta gran isla será una fundación que nuestra Congregación santificará por completo”. 

El entusiasmo del Fundador es comprendido por el hecho de que las necesidades del país correspondían exactamente a los fines de la Congregación: regenerar alguna población católica que hubiera sido abandonada y necesitara instrucción, en especial proclamar el Evangelio a “¡un millón quinientos mil gentiles a ser convertidos!”

¿Pero qué promesa le había hecho el Obispo Bettachini? Es sorprendente notar que ya el Fundador preveía, desde el momento en que se menciona Ceylán por primera vez, que “algún día esta gran isla será una fundación que nuestra Congregación santificará por completo.”

Los misioneros
En octubre de 1847 el Obispo Bettachini partió hacia Ceylán con el Padre Semeria, nombrado superior del grupo de sus compañeros Oblatos: los Padres Keating, de Irlanda y Ciamin de Niza, junto con el Hermano De Steffanis, proveniente de Génova. Parece que esperaban trabajar con el Padre Reinaud en la provincia central, pero al llegar a la isla a fines de año, Propaganda los había asignado a Kandy, bajo la autoridad del Obispo Musulce y nombrado al Obispo Bettachini como Vicario Apostólico de Jaffna, al norte. El Padre  Semeria no dudó en seguir al Obispo Bettachini al norte, donde ya había seis sacerdotes Goanos que se unirían pronto a sus compatriotas en Colombo, dos Benedictinos españoles, tres sacerdotes de Lombardía y un Oratoriano italiano.

Sin duda, esperando “santificar la isla completa”, el Obispo de Mazenod envió 31 Oblatos a Ceylán entre 1847 y 1861. De ellos, 22 eran franceses, 4 irlandeses, 4 italianos y un belga. Otros tres se unirían a la Congregación en Ceylán: Cristóbal Bonjean, Patricio Flanagan y Pablo Poorey. Por tanto, hubo treinta y cuatro Padres y Hermanos trabajando en Ceylán en esa época. Siete habían fallecido hacia fines de 1861: los Padres Leydier, Ciamin, Lacombe, Flurin y Crousel, así como los Hermanos Byrne y Poorey. Dos más habían enfermado y enviados de vuelta a Francia: los Padres Lallement y Vivier.

En una carta del 11 de agosto de 1847 a Propaganda, el Obispo Bettachini les informaba que pronto saldría con los Oblatos de María Inmaculada, pero deseaba que Propaganda determinara que ellos dependerían de él y no de su superior en Marsella. Ese mismo día el Obispo de Mazenod también escribió a la Congregación Romana informándoles estaban enviando Oblatos a Jaffna, bajo la condición de que “no dependerían del capricho de los sacerdotes Goanos, sino trabajarían bajo la dirección del Obispo Bettachini.”

Lo anterior fue respetado. El Padre Semeria siempre colaboró con el Obispo Bettachini, quien lo nombró su secretario y aceptó que el Obispo Bettachini colocara tres sacerdotes en igual número de misiones, distantes entre ellas: el Padre Semeria en Jaffna, al norte, el Padre Ciamin en Mantotte al oeste, y el Padre Keating en Batticaloa, al este. Más adelante, el Padre Semeria también se encargaría de que los misioneros fueran asignados a las misiones de dos en dos. A la llegada del segundo grupo, los Padres Semeria y Le Bescou se quedaron en Jaffna, los Padres Ciamin y Leydier en Point Pedro y los Padres Keating y Mouchel en Batticaloa.

Dificultades en el vicariato de Jaffna
La vida de los Oblatos en los primeros años de estancia no fue fácil. Antes que nada, hubo varios brotes de cólera entre 1850 y 1855, durante los cuales hubo muchas muertes entre la población y algunos Oblatos, quienes a menudo arriesgaban sus vidas administrando los sacramentos a los enfermos. Hubo otra tragedia que entristeció a los misioneros y frenó su tarea evangelizadora: el cisma Goano.  Al llegar el Obispo Bettachini por vez primera a Jaffna, solo quedaba un sacerdote Goano en el vicariato, al que pronto se unirían otros directamente de Goa. Se proclamaban propietarios de las iglesias y rehusaban la entrada a los misioneros. Esto sucedió en Mantotte, Mannar, Kayts y Jaffna, donde un sacerdote Goano tomó posesión de la iglesia Our Lady of Refuge por varios años.

La relación entre el Obispo Bettachini y los Oblatos era buena en general, mientras que con el Obispo de Mazenod tendía a ser tensa. Al principio, éste último se quejaba de que el Vicario Apostólico deseaba quedarse con todos los subsidios de la Propagación de la Fe para él. A partir de 1850, el Obispo de Mazenod dirigió numerosas misivas a la Congregación de Propaganda Fide y al Obispo Bettachini en las que solicitaba que el Padre Semeria fuera nombrado coadjutor. El Obispo Bettachini reconoció que el Padre Semeria sería muy probablemente quien lo sucediera, pero creía “prematuro e inoportuno” el nombramiento de un coadjutor, pues gozaba de buena salud y el vicariato tenía escasez de sacerdotes. Se aferró a su idea. Por su parte, el Obispo de Mazenod continuó insistiendo, pues deseaba asegurar la posición de sus hijos. En 1852 escribió: “No sería por mí si a mi muerte, dejara a la Congregación un futuro incierto en una isla distante, como si fueran simples misioneros”. El Obispo Bettachini perdiendo la paciencia, dirigió una carta menos que cortés al Obispo de Marsella, quien se quejaba con Propaganda. El Cardenal Franzoni escribió entonces al Vicario Apostólico: “Las cartas que escribe… son concebidas en términos que ocasionen tanto sufrimiento como sea posible a sus corresponsales… Por tanto, le exhorto a observar la moderación cristiana que refine esta excesiva fogosidad y amarga expresión… que solo cumple el propósito de enajenar las mentes y los corazones.”

En todas sus cartas a Propaganda, el Obispo Bettachini siguió posponiendo para más adelante su solicitud de un coadjutor, aunque también era consistente al expresar que obedecería cuando Propaganda deseara tuviera uno. El 26 de enero de 1856 finalmente aceptó la decisión de Propaganda, aunque recordó al Prefecto: “Lo único que le suplico es que no dé como motivo mi incapacidad o presente argumentos para convencerme de que soy un tonto e imbécil, pues es bastante doloroso”. Como se puede ver, las palabras del Vicario Apostólico no eran muy corteses y perdía fácilmente la paciencia. De hecho, no era muy querido. El Padre Semeria, en una carta valerosa y caritativa escrita el 26 de julio de 1855, mencionó: “Intente que los misioneros y feligreses le amen en vez de temerle.” Justo el día anterior había escrito a Propaganda que al Obispo Bettachini “le inspira un celo sagrado”, pero “está lejos de ganar los corazones de los misioneros y cristianos y lejos de ganarse el respeto, el afecto y la devoción, tan necesarios para un superior que desea hacer el bien”.

El Obispo Semeria fue nombrado coadjutor en 1856 y Vicario Apostólico en 1857, a la muerte del Obispo Bettachini el 22 de julio. Así pudo poner en acción los planes que había elaborado por tanto tiempo. Estableció un equipo de misioneros, de los que a menudo se hacía cargo y predicaba misiones parroquiales según el método tradicional de la Congregación, en la isla de Kayts, atribulada por el cisma, en Valigamme, Trincomalee, Batticaloa y Jaffna, que fueron tan exitosas como las predicadas en Europa y Canadá. También trabajó en otro ángulo de su plan: proporcionar escuelas e incluso un seminario donde preparar catequistas y sacerdotes. 

En su reporte al Capítulo de 1861, el Obispo Semeria escribió que el Vicariato contaba con 55,000 católicos, distribuidos en 240 unidades que conformaban ocho misiones o  distritos: Jaffna, Trincomalee, Batticaloa, Mannar, Mantotte, Point Pedro, Valigamme y Kayts.

Relación con el Obispo Bravi, coadjutor y después Vicario Apostólico de Colombo
El Vicariato Apostólico de Ceylán fue erigido en 1834 y dividido en dos en 1845. El Obispo Antonio Gaetano Musulce era el Vicario Apostólico en 1843. En 1849 recibió como  coadjutor para Colombo al Obispo Bravi, Benedictino Silvestrino. En 1849 los Obispos Musulce y Bravi solicitaron a la Congregación de la Propaganda enviar misioneros europeos, aunque no franceses. Al no poder encontrar misioneros italianos, Propaganda envió la solicitud al Obispo de Mazenod, quien dio una respuesta positiva el 8 de diciembre de 1850. Añadió sin embargo: “No comprendo por qué el Obispo Bravi excluye en forma tan descortés a los misioneros franceses, quien por cierto tienen el mismo celo que los demás”.

En 1851, la necesidad obligó a ambos obispos a aceptar a los cuatro Oblatos enviados a solicitud de Propaganda: los Padres D. Pulicani, J.-P. Perréard, A, Duffo y L. Lallement. En algunas de sus cartas explicaban por qué deseaban tener italianos. La mayoría de los misioneros en el vicariato eran Oratorianos de Goa (15 de los 19 sacerdotes), quienes habían conservado la fe en Ceylán durante la persecución holandesa. En 1835 se suprimieron los institutos religiosos en las colonias portuguesas y sus propiedades fueron incautadas. La gente de Ceylán amaba a los sacerdotes de Goa que habían permanecido en el lugar, que ahora ya eran mayores y no con tanto celo. No deseaban ningún sacerdote europeo, aunque sí aceptarían a los pocos italianos que ya se encontraban en el vicariato. Además, no les agradaba el Obispo Bettachini ni el vicariato de Jaffna. El Obispo Bravi estaba ansioso por mantener una relación amistosa con ellos, por lo que temía que la llegada de Oblatos franceses, que ya se encontraban en Jaffna, traería una interferencia no deseada en los asuntos de Colombo. Además, como Silvestrino, deseaba que su orden heredara el vicariato que estaba escaso de personal para poder realizar sus planes. Aunque no rechazó a los Oblatos que le fueron impuestos, expresó con claridad su punto de vista en cuanto a ellos: “Si los cuatro misioneros han de venir según lo prometido, que así sea, pero que vengan como misioneros, solos, aislados, sin la menor idea de formar una misión para ellos o de establecer una casa para su Orden.” Aun así, el Obispo Bravi le aseguró al Obispo de Mazenod que sería un segundo padre para los Oblatos. A cambio, recibió la seguridad de que el Padre Semeria sería de nombre el superior de los cuatro jóvenes Oblatos y que debían ocultar sus cruces Oblatas y ser dispersados en las misiones pobres y distantes.

Los cuatro jóvenes sacerdotes, sin superior inmediato, no demoraron en mostrar el ímpetu de su celo y tomar iniciativas que eran más generosas que prudentes. En particular, decidieron según la costumbre europea, dar la primera Comunión a los jóvenes y a los niños, mientras que los sacerdotes de Goa a menudo permitían a los cristianos recibir la Comunión sólo a la hora de la muerte. Esto incendió la ira de los Goanos hacia ellos y de  los obispos en el vicariato. Además, en una controversia interminable entre los Obispos Bettachini y Bravi acerca de la propiedad de ciertas misiones, como Saint Anne of Talavila, Chilaw y Kurunagala, los Oblatos en Colombo defendieron el vicariato de Jaffna, atrayéndose la ira del Obispo Bravi, quien prometió nunca aceptar a ningún Oblato en su vicariato, aun cuando ello implicara buscar misioneros en Australia.

La oposición del Obispo Bravi hacia los Oblatos se incrementó en los últimos años de vida del Obispo de Mazenod. Durante una visita a Roma en 1851, su intuición fue confirmada por Monseñor Buratti, secretario de Propaganda, quien le aseguró que toda la isla sería encomendada a los Oblatos. En una reunión de Propaganda el 2 de abril de 1855, uno de los temas discutidos fue la ventaja obtenida al encomendar los vicariatos apostólicos a las Congregaciones religiosas que podrían asegurar el reemplazo de los misioneros. La opinión general fue que en el vicariato de Colombo había pocas vocaciones para los Benedictinos Silvestrinos, siéndoles imposible hacerse cargo de tal carga. Entonces se sugirió que los Goanos fueran reemplazados gradualmente por los Oblatos, nombrando Vicario Apostólico a uno de ellos.

Fortalecido al conocer la situación y por convicción personal, el Obispo de Mazenod insistió en sus cartas a Propaganda que se enviaran otros Oblatos al vicariato de Colombo, donde el clima era mejor y que así sus hijos estuvieran mejor preparados para hacerse cargo del vicariato. Uno de los secretarios de Propaganda informó al Obispo Bravi sobre el contenido de dichas cartas, que al comentarlo con sus superiores, atrajeron opiniones menos que favorables del vicariato de Colombo y del Obispo Bravi, lo que explica su incomodidad. En una visita a Roma en 1856, obtuvo la certeza de parte de Propaganda que el vicariato permanecería en manos de los Silvestrinos, quienes enviarían misioneros. En 1853, tres años después de la muerte del Obispo Bravi, se nombró Vicario Apostólico de Colombo al Obispo Sillani, Silvestrino.

En 1861, los tres Oblatos que quedaban en el vicariato de Colombo a la partida del Padre  Lallement en 1856, trabajaban en Kandy y Siyane Korale. En su reporte al Capítulo General en 1861, el Obispo Semeria alaba en especial al Padre Pulicani, cuyo trabajo había sido siempre apreciado por el Obispo Bravi. En palabras del Obispo Semeria: “El testimonio recibido del celo apostólico y las cualidades del Padre Le Bescou, lo debo al valioso Padre Pulicani, quien trabaja con gran celo y éxito con los Padres Perréard y Duffo en el vicariato de Colombo. Al hacer todo para todos, tanto los cristianos nativos como los extranjeros aman al Padre Pulicani. Es respetado por igual por los protestantes que por los budistas. Doquiera que vaya hay numerosas y en ocasiones sorprendentes conversiones; es el instrumento que Dios utiliza para llegar a ellos. Además, en todas las misiones que ha dirigido, se ha lamentado profundamente su partida, dejando recuerdos inolvidables”.

El deseo del Obispo de Mazenod se vio realizado en 1863, con el nombramiento del Obispo Bonjean, o.m.i. en Colombo. La evangelización de toda la isla permaneció a cargo de los Oblatos hasta 1939, cuando fue erigida la diócesis de Chilaw, separándola de la diócesis de  Colombo, encomendándola al clero nativo, que para entonces era ya bastante numeroso.

Yvon Beaudoin, o.m.i.